Estrategias equivocadas

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Podríamos escribir sobre el mismo tema todas las semanas, e invariablemente encontraríamos ejemplos de conductas en muchos padres de familia que, ante el sentido común, no tienen cabida.

 

Lo que muchos profesores viven en su día a día, es profundamente preocupante; antaño eran los alumnos los que generaban los problemas escolares, en nuestros días, son los padres quienes se encargan de ir en contrasentido de los esfuerzos por ofrecer instrucción de calidad.

 

Por ejemplo, hay progenitores que siguen pensando que por el hecho de hacer algunas cosas como pagar una colegiatura o proveer de techo y alimento, ya la libraron y se asumen como padres modelo; sin reconocer que el pagar es lo de menos, lo verdaderamente importante es dar un seguimiento puntual de las acciones de los pequeños (y a veces no tan pequeños).

 

De nada sirve pagar si no estoy al pendiente de sus resultados; se sigue pensando que es en las escuelas en donde se educan los futuros ciudadanos, cuando en realidad es en casa en donde se estructuran las bases.   En este tenor, hay quienes deciden sacar a sus hijos de tal o cual escuela Porque no me avisaron que mi hijo tenía malas calificaciones.

 

¿Es en serio?, preguntaría a esas ternuritas (citando al Ejecutivo); ¿No ha estado a pendiente de las boletas de calificaciones?, ¿No ha notado que su querubín no dedica tiempo a las tareas por las tardes? Ahora resulta que su falta de compromiso por no dar seguimiento al desarrollo de su propio hijo acaba siendo responsabilidad de la escuela por no avisarle.   O aprendemos a leer los contextos o simplemente nunca tendremos éxito en lo que buscamos.

 

Esto por un lado; aunque hay cosas más preocupantes como lo es la perversa actitud de muchos jefecitos o jefecitas que, porque pagan, se sienten con el derecho de estar restregando en cada oportunidad a sus hijos lo que hacen por ellos. Con todo respeto, esta actitud es francamente malvada. Si tiene el más mínimo pesar por lo que tiene que invertir (porque cuando hablamos de educación no podemos decir que es un gasto) por sus retoños, déjese de cosas y no lo haga.     Pero si decide hacerlo, no les agreda emocionalmente; esto resulta un golpe muy bajo a la autoestima de quienes supuestamente deben sentirse apoyados y fortalecidos por sus padres.

 

Luego nos preguntamos ¿por qué no tengo buena comunicación con ellos?, ¿por qué soy la última persona en enterarse de lo que les pasa? Saque sus propias conclusiones, si es que puede.

 

Son estrategias equivocadas que acaban por mostrar nuestra verdadera esencia; sigo pensando que muchas personas nunca debieron haber sido padres. Su vida (y sobre todo la de sus hijos) sería sustancialmente diferente. ¿No lo cree usted?