“Sonambulario” de Eduardo Alquimero Ed. Bonsai, México, 2024
Sonámbulo, del latín somnus (sueño) y ambulō, ambulāre (andar), se dice de alguien que mientras está dormido tiene cierta aptitud para ejecutar algunas funciones correspondientes a la vida de relación exterior, como las de levantarse, andar y hablar.
Sin embargo, hay algo misterioso, desconocido, que puede generar intriga y cierto miedo, al mismo tiempo, en el sonámbulo. Al menos en esa idea de levantarse de la cama, con los pensamientos perdidos en el universo de los sueños y a quien es mejor despertar para que la sorpresa no le desencadene una reacción inesperada.
El poema amoroso en términos de estuche en forma de sonambulario, nos podría remitir a un mundo sombrío, opaco, amores atrapados en empresas imposibles que sólo conducirían a la frustración, pero no es que el pesimismo sea una inclinación de Eduardo Alquimero, sino una manera de poetizar ante la realidad del amor y el desamor. Si ya se conoce el estilo del autor, el sonambulario nos ofrece una sorpresiva variante.
Se encuentra nostálgico, y se le podría añadir que combina estilos de imágenes poéticas, escenarios sórdidos con los problemas y conflictos que se suscitan en su interior, con la única finalidad de llegar a la expresión de lo poético y las preocupaciones humanas.
Este trabajo poético lleva a emerger a un personaje-metáfora, en este caso: El Alquimero con su alma de poeta y también su expresión de lo humano. Y su misma definición enfatiza que las palabras, los versos inanimados tienen espíritu y, por efecto de la fantasía, nos llevan a la imaginación.
Así, el sonambulismo sirvió como pretexto para crear una obra con misterio, locura, anhelo por recuperar el sentido, y especialmente el amor. Sin embargo, hay algo que no se termina de saber sobre esa persona que, intempestivamente se levanta de la cama, se mueve, cambia las cosas de lugar, sin saber por qué y sin recordarlo, hasta que se convierte en fuente de inspiración.
