¡AAAaaay!
EL mago ingles Percy Thomas Tibbles, el 17 de enero de 1921, en el teatro londinense fisbury park intodujo el truco de la mujer aserrada.
Este lance de ilusión, con el tiempo ha tenido decenas de variantes.
El mago mexicano Ezequiel Rojas, Hossman usaba lo más sencillo: colocaba en el escenario el cajón horizontal, metía a su auxiliar delgada y contorsionista y la acostaba en el féretro. Luego se abría la caja por sus cuatros lados para que el público viera que estaba ahí.
Se cerraba el cajón y con un afilado y enorme serrucho la cortaban.
Anteponían una sábana negra y la quitaban. Abrían el féretro y estaba vacío y del fondo del teatro la eficaz auxiliar llegaba sonriendo. ¿El truco? Al cerrar el cajón ella se hacía como víbora que se enrosca en una mitad y cuando ponían la sabana ella brincaba y en 10 seg estaba en el fondo del escenario.
Hossman llevaba trabajando buen tiempo el truco, pero el público comenzó a descubrirlo, entonces llegaron a un pueblo que tenía un teatro de la época de la nostalgia y ahí Ezequiel vio que al frente y enmedio del escenario un cuadro, una especie de tabla aparentemente sellada en el piso se desprendía. Le explicaron que hace tiempo ahí se colocaba un apuntador que auxiliaba a los actores en sus parlamentos y estaba cubierto con una concha. Al llegar la tecnología se acabaron los apuntadores.
– A ver, – dijo el mago – abran aquí. Y vio que una persona podía entrar y salir y al momento se le ocurrió hacer dramático y novedoso su acto:
Aquí pongo el féretro en forma vertical meto a la persona anteponiéndole un tablón que aserramos en serio. Al comenzar a aserrar abrimos el cuadrado del hueco y la persona bajara y reptando por debajo del escenario saldrá a la luz y luego a la calle. Al entrar al teatro me imagino la ovación.
Ezequiel se felicitó por la idea y más cuando le agregó grabar un grito de angustia AAAaaay.
La presentó a su equipo quienes sonriendo aprobaron la idea.
– ¿Y cuándo la hacemos?
– Pasado mañana sólo que tu Adán al terminar la función me consigues a una joven guapa que nos servirá para el acto.
Así fue, Adán contrató a una chica llamada Laura y Hossman le explico el acto:
– Lo único que harás será estar dentro y de pie en el ataúd en el que delante de ti una tabla que será aserrada, y cuando comience el ruido de la sierra te abrimos y bajas por esta silla, sales gateando y entras por el fondo del teatro.
– Ooorale dijo la chica y ¿cuándo lo haré?
– Pasado mañana y le dio 200 pesos, agregándole que se sentara adelante.
Y así Hossman le anunció a su público que pasado mañana el acto iba a estar más emocionante.
Se llegó la función y ya habían colocado el féretro vertical en su lugar y habían grabado el grito de angustia.
Lo que nadie sabía era que Laura bromista incurable tenía su plan: lo voy a hacer más dramático.
Y compró una bolsa de polietileno que llenó con anilina roja y agua que parecía sangre y un rollito de masking tape para pegarlo por donde iba a pasar la sierra.
El teatro estaba lleno. Ezequiel hablo:
– Querido público para mi acto necesito una damita del público. Cinco chicas levantaron la mano y Hossman escogió a Laura con una sonrisa:
– Bella damita suba usted por favor.
Laura entró en el ataúd al que tres veces abrieron con Laura sonriendo.
Cerraron y Laura pegó la bolsa al frente de la tabla que se iba a cortar.
Hossman alzó la voz:
– Ahora comenzamos a cortar.
Metieron la afilada sierra rrrrrrr un público consternado escuchó.
La abrieron y Laura bajó y en lugar de ir a la calle sin ser vista se enredó en un extremo del telón.
Rrrrrrr seguían aserrando cuando de pronto oooohh vieron que escurría un líquido rojo debajo del féretro. Laura con todas sus fuerzas grito ¡AAAaaay!
El público se cimbró, habiendo tres desmayados y una anciana con infarto, pero peor estaba Hossman y su equipo que sin aliento ordeno:
– papapapapapaparerererernnnn.
Laura aprovecho para salir a la calle. Temblando y apunto del desmayo Ezequiel ordenó que abrieran el féretro, que estaba más vacío que el cerebro de los periodistas neoliberales.
De pronto una frenética, entusiasta ovación se soltó.
Hossman no sabía dónde estaba y el equipo caminaba como zombi.
Babababajenjenjenjen el telón. Cuando se soltó otra ovación cuando Laura entró y por el fondo del teatro agradeciendo, dando la media vuelta y se esfumó.
Cerrado el telón llegó el gerente del teatro y encaró a Ezequiel:
– Cabrón es diversión no terror. Ya llamamos al 911 por que una anciana se está muriendo y si algo lo pasa te chingó. Aaa y hasta aquí llegamos pendejo ya no hay contrato.
Quién sabe por qué Ezequiel recordó la voz de su padre que le decía: si el caballo camina así, déjalo, no lo cambies. Y también se le apareció una canción de Juan Gabriel.
Pero qué necesidad.