Alberca
Cada cuerpo al sumergirse
desplaza un volumen
de líquido equidistante
al nivel de su belleza,
a su carne contrastante.
Junto a mí, un hombre mayor
ejecuta calistenia en la
gloria de sus músculos del pasado,
su mujer le observa en el hartazgo,
compartimos la misma
visión de gafa oscura.
No sé qué podría estar pensando…
Los cuerpos jóvenes son
los más asediados
por miradas clandestinas, terminan flotando
en la superficie de la alberca,
aún no desatan los brillos dorados.
Las mujeres se aletargan:
cada especie es un trofeo,
hazaña de llegar hasta los tantos años.
Mientras pienso cómo sería haberte tenido,
poseer el tacto, regir tus brazos,
el vaivén de tu dominio.
Supongo que todos los roces
se articulan en la misma saciedad.
Nunca lo sabré,
así como nadie se entera
de lo que divago en un camastro.