Calendario absurdo

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En años anteriores, el ciclo escolar estaría viviendo sus últimos días, por estas fechas todos estaríamos vueltos locos con boletas, certificados, documentación y perfilando de cinco a seis semanas de reposo para preparar el siguiente periodo escolar.

Esto no sucederá, porque la autoridad educativa decidió que ahora el año escolar deberá terminar, no el 8 de julio, como era habitual, ahora el ciclo culmina el jueves 28 de julio, es decir, casi tres semanas después, lo que establece la irracional forma de planear de los grandes eruditos educativos del momento.

Con todo respeto, es una decisión absurda porque el hecho de tener más días no beneficia absolutamente en nada al proceso formativo en su conjunto; los alumnos vienen de un año lectivo complejo, a veces presencial, a veces en línea y en muchísimos casos, sin siquiera una hora de clase.

Los profesores, con todo ese estrés acumulado, han tenido que reinventarse para cumplir con su misión a la par que han tenido que lidiar, con la particular forma de pensamiento, de padres de familia, que los han convertido en sus esclavos.

Se argumentó que ese tiempo sería utilizado para tratar de paliar las deficiencias acumuladas durante el tiempo de pandemia, ¿es en serio?; tres semanas, tres meses, tres años no son suficientes si antes no se hace un ejercicio de análisis integral en el que se atiendan las verdaderas causas de ese rezago: escuelas mal construidas, profesores mal preparados y autoridades educativas improvisadas.

Suponer que con más días de clase se resuelve toda una tenebra acumulada es tanto como asumir que, con una aspirina, podemos curar un cáncer terminal.

Lo que se está provocando es una tremenda inestabilidad en las escuelas; todo el mundo sabe que la propia SEP pide cerrar calificaciones en el mes de junio, en consecuencia, todo lo que se pueda hacer en julio carece de valor oficial, no hay evaluaciones que cuenten, no hay forma de integrar ese esfuerzo en documento alguno.

Con esa claridad, los espacios educativos de Educación Básica se convierten en verdaderas guarderías, ¿ése es el sentido de su ampliación?

La consecuencia será que, tanto niños como profesores, tendrán a lo sumo tres semanas de reposo, que se minimizan porque además hay que perfilar el arranque de un nuevo ciclo escolar para el lunes 29 de agosto.  ¿No que lo importante era recuperar la salud socioemocional de profesores y alumnos?

En términos educativos, menos es más, no se trata de saturar sino de optimizar, no es un tema de cantidad sino de calidad; estas visiones lo único que evidencian es su desconocimiento de paradigmas de gestión modernos, en los que se busca la calidad y la significación aprovechando el tiempo, no forzando las cosas.

Para terminarla de amolar, el ciclo 2022-2023 tiene la misma extensión, con una situación tremendamente bizarra; los alumnos dejarán de asistir en pleno curso durante dos semanas, porque se plantea que del 2 al 5 de enero y del 5 al 9 de junio, haya jornadas de Formación Docente para revisar el nuevo modelo, ¿no sería mejor juntar esas dos semanas el final del ciclo escolar y en lugar de culminarlo el 26 de julio, finalizara el 7 del mismo mes?

Lejos los días en que los responsables de la educación en el mundo eran seres humanos sabios y congruentes; decisiones absurdas conllevan resultados adversos.

horroreseducativos@hotmail.com