Cine y música una paradójica simbiosis: de empresa a industria

Views: 249

Desde el nacimiento del Séptimo Arte, esto es, desde las proyecciones parisinas de los hermanos Lumière en 1895, la música acompaña a la imagen, ya sea como lo señalaba  Kurt London (1970), en tanto un artificio disuasorio para disimular el ruido del proyector. Parecería más proactivo el señalar que más bien se trata de un elemento narrativo ya conocido y utilizado en otras artes desde hacía siglos, ópera, teatro, danza; y que sin duda tiene el objetivo de apoyar a hacer más asimilable por el público la artificialidad del montaje de las imágenes. Sin embargo, a nivel estrictamente acústico, como afirma Michel Chion (1997), la música ayudaba al público a centrar la atención cuando un tema principal era el ruido mismo, el principal protagonista.

Hay que recordar que hasta el estreno de El cantor de jazz en 1927, el cine era mudo, muchas veces debido a los mismos espectadores que gritaban, abucheaban, aplaudían, hablaban durante la proyección del film. Así es que en esta época el cine se acompañaba por un pianista, que combinaba melodías clásicas y populares conocidas por el público, con pequeñas improvisaciones. Cuando había más presupuesto en la sala de proyección el piano era sustituido por un órgano, tal vez uno de Wurlitzer o posiblemente por una agrupación de camara, inclusive de forma remota, por ejemplo en el caso de un estreno, se llegaba a  contar con una orquesta.

Si nos lanzamos un clavado a las historias del cine podríamos encontrar algunas figuras que tienen que ver con otras líneas artísticas, en concreto la música que acompaña a la creación cinematográfica inclusive desde el cine mudo que tendría en un piano el único apoyo creador de carácter auditivo. Sin embargo es una desfortuna que en las últimas décadas las hoy llamadas bandas sonoras originales se han ausentado cada vez más de este adjetivo creacionista. Inclusive podríamos decir que se llega a la realización de sencillos compendios de algunos éxitos musicales, pero que tienen como objetivo el consumo de un público masivo, es decir, se trata de una creación comercial en detrimento de los proyectos creativos del séptimo arte.

Esto sin duda traerá como consecuencia que dos industrias, la musical y la cinematográfica se vean afectadas en tanto el tema de la formación de significados simbólicos y referentes culturales de toda la sociedad occidental. Esto dado que parece ser que alcanzar el mayor beneficio económico es el primer y último fin y que para conseguirlo no importa el método que se utilice. Sin embargo, éste no sería el fin último de lo que le dio vida y razón de ser a estás dos empresas que terminarían convirtiéndose en industrias, pero no se puede dejar de lado la gran importancia social y cultural, e incluso política, que poseen.

Por otra parte, es importante recalcar que estamos ante una relación de carácter simbiótico entre dos elementos complejos de la creación artística. Una relación que paradójicamente parece tener consecuencias tanto para la creación artística como para la negación de la misma. Esto implica que habría que discutir si se trata de una especie de negocio encubierto o podemos seguir hablando de un modelo creacionista generador de arte. Entonces hay que decir que estamos hablando de dos agentes que se encuentran o se mantienen en contacto movidos por una serie de factores, cuya finalidad máxima es extraer el máximo beneficio posible.

Se podría llegar a hacer una analogía entre el cine y la música con los seres vivos, ya que al igual que éstos: nacen, se desarrollan, evolucionan, establecen relaciones con el entorno. Pero presentan dos grandes diferencias: por un lado, son creaciones del ser humano y, por el otro, no mueren. Es decir, aún no han muerto todavía, pero empiezan a mostrar síntomas de enfermedad o de mal funcionamiento en su organismo, lo que obliga a analizar sus antecedentes y su estilo de vida actual para intentar plantear del modo más correcto posible su forma de hacer frente al futuro.

Hablamos entonces de una simbiosis que se mueve y desarrolla en un ecosistema que podría llegar a ser nocivo para las fuentes originarias de la razón de ser de su existencia en aras de promover nuevos modos de vida y costumbres que impactaran en el desarrollo con nueva idiosincrasia que inclusive podría ser opuesta a la original respecto al desarrollo artístico.