¿Cómo Llegó a México el Sexenio Más Sangriento de la Historia?

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El presente sexenio inició con grandes promesas de acabar con la corrupción, la impunidad, la pobreza, y de contar con un sistema de salud como el de Dinamarca, pero a un poco más de un año de que termine, en lo que se convirtió realmente fue en el sexenio más sangriento de la historia, ¿cómo sucedió esto?

El Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana, Ricardo Alexander Márquez, así lo explica al describir la realidad del México actual: el país en llamas. Arden cuerpos calcinados en las calles. Arden comercios. Autos en las carreteras. Familias asesinadas. Cuerpos desmembrados. No son historias de terror ni narco series. Es la sangre que se derrama todos los días en el país.

Hace la proyección de que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador va a terminar con más de 180 mil homicidios y, mientras tanto, las Fuerzas Armadas están ocupadas en construir trenes y aeropuertos.

Cuestiona: ¿qué hacen 128 mil guardias nacionales que sustituyeron a la Policía Federal, a los cuales hay que sumar algo más de 80 mil elementos del Ejército y la Morena que realizan labores de seguridad?, ¿Cuál es el uso de sus 241 cuarteles?, ¿De qué sirve la reunión de planeación en materia de seguridad de las seis de la mañana?, si nuestras autoridades no están. No nos protegen. No hay operación. No hay talento. Siguen siendo los mismos improvisados de hace cinco años, que cobran sus salarios, pero le rehúyen a la responsabilidad.

Sentencia: los culpables tienen nombre y apellido. Son Alfonso Durazo, quien fuera el secretario de Seguridad federal, quien aseguró disminuir a la mitad los homicidios en seis meses y dio cero resultados. Es el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Son los militares, que dejaron de servir a los mexicanos para ponerse al servicio del poder. Son los que siguen culpando al pasado y justificando el desastre. En sus manos está la sangre de 156 mil personas, víctimas de la violencia.

Y concluye: si el presidente y su gabinete tuvieran un poco de dignidad, ante tales resultados, renunciarían, en lugar de esconderse y gritar: “abrazos, no balazos”.

*Licenciado y Maestro en Periodismo

lurame_3@hotmail.com  @luciorm