COMPLICIDAD DE MARÍA IZAGUIRRE DE RUIZ CORTINES CON EL OBISPO VÉLEZ MARTÍNEZ: FRANCISCO CRUZ EN DAMAS DEL PODER
Primera de dos partes
En su obra más reciente, Las damas del poder (Planeta, 2023), el periodista y escritor Francisco Cruz Jiménez desmitifica a 10 primeras damas entre 1952 y 2018. Desde Guadalupe Borja hasta Angélica Rivera “La Gaviota”, pasando por María Izaguirre, Eva Sámano, Marta Sahagún y Margarita Zavala, mujeres que han utilizado a su favor los secretos más confidenciales del Estado.
“Mi estilo es investigar los lujos, la corrupción, el tráfico de influencias, el abuso de poder, las mentiras y el mundo secreto de cada uno de los presidentes, cuando escribo de ellos y, en este caso, era conocer los secretos oscuros de las primeras damas”, comentó el autor.
En conversación con Guillermo Garduño, con quien inició su carrera periodística en El Noticiero, allá por 1979, Francisco Cruz habló de esta, su décimo tercera obra literaria, en la que logra develar aspectos desconocidos de las primeras damas.
En un primer esbozo de lo que es su obra, el periodista habló sobre María de los Dolores Izaguirre Castañares, la esposa de Adolfo Ruiz Cortines, a quien conoció, “curiosamente a través de Arturo Vélez Martínez, el primer obispo de Toluca. Él hacía muchos negocios con María Izaguirre para construir la Catedral de Toluca y cuando se muere Ruiz Cortines, él dice que no le va a heredar nada a Mariquita. Uno, cuando empieza a investigar, entonces descubro que se habían robado aquellas rifas que hacían para construir la Catedral de Toluca, y entonces cuando se muere Ruiz Cortines dice ‘No le dejo nada’. Ya estaban separados, ciertamente, pero dice ‘tiene de qué vivir’, y cuando la investigan pues sí, se había hecho de 90 propiedades de alta gama en la Ciudad de México y además controlaba parte de la prostitución en Veracruz y tugurios en la Ciudad de México”.
Compartió que desde septiembre de 2020 ya tenía la investigación para esta obra, vino después la tarea de “darle orden, y después sentarte a redactar, que es todo un rollo, y que pase todos los filtros de corrección; luego tenemos un filtro de abogado, porque hay que tener mucho cuidado con las demandas”.
Sobre María Izaguirre, recordó también que se apellidaba Castañares, y sobre ello, apuntó: “Tenía un amigo periodista que era muy famoso, que se llamaba Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares, supongo que era su familiar, y ella le entrega muchos secretos a él del alemanismo, del avilacamachismo, y da vida a Casi el Paraíso (1956), que para mí sigue siendo una gran novela, contra lo que diga todo mundo, poque desnuda todo lo que pasaba”.
Otra de las primeras damas en la obra es Eva Sámano Bishop, cuyo capítulo desmitifica también a Adolfo López Mateos, y de quien incluso, recibió una primera información de sus padres, cuando era niño. “A Eva Sámano la conozco a través de mi mamá. Tengo las primeras referencias. Yo estaba en la primaria, estudié en la ‘Miguel Hidalgo’ de Metepec los tres primeros años, y todo mundo hablaba muy bonito de Eva Sámano, era ‘la madre nacional’, ‘la maestra de México’, pero cuando yo escuchaba las pláticas de mi mamá de cuestiones que le contaba mi papá, y debo de agregarlo porque ahí lo digo, mi papá en esa época era uno de los comandantes del cuerpo de granaderos de la Ciudad de México, un cuerpo verdaderamente temible, porque era una policía paramilitar”.
En dichas pláticas, describían a Eva Sámano como una “mujer sinvergüenza, violenta y muy ambiciosa, y lo mismo decía de María Izaguirre, entonces hago conexiones de lo que platicaba mi papá, y mi papá sabía de lo que hablaba”.
“Yo no entendía en esa época, pero cuando crecí, cuando empecé a reportear y cuando decidí escribir libros, empecé a escarbar por qué mi mamá le llamaba una sinvergüenza y criminal a Eva Sámano de López Mateos”.
Dicha investigación lo llevó a descubrir que Eva Sámano “era copresidenta, en realidad, había cogobernado a este país”. Recordó que ella, Gustavo Díaz Ordaz, Alfonso Corona del Rosal y Donato Fonseca Miranda, se habían conocido en los 40 en el Senado, “juntos llegaron y juntos armaron una hermandad terrible en el Senado; tenían un departamento de solteros en la Ciudad de México. Habían jurado que quien ascendiera primero en la escalera del poder iba a ayudar a los otros; el primero que asciende es López Mateos y él jala a todos”.
“Cuando lo destapan como precandidato y como candidato, ellos cuatro sabían que estaba enfermo, que no podía gobernar y sabían que los dolores de cabeza que tenía solo se los podía bajar con alcohol, porque en esa época no había medicamentos, Eva y López Mateos, que ya para entonces tampoco vivían juntos, acuerdan que Diaz Ordaz iba a quedar en la Secretaría de Gobernación por lo duro que era, lo violento, lo salvaje, ya lo conocían y él tenía capacidad para aplacar a todo el mundo”.
En tanto, Alfonso Corona del Rosal llega al PRI con la idea de controlar la política partidista y él crea los primeros grupos paramilitares, ‘policías priistas’ les llamaban, para controlar a los priistas. Donato Fonseca Miranda queda como el gran secretario de la presidencia y Eva Sámano queda con la política social. “Más allá de las labores que tenían las anteriores primeras damas, queda con todo, y cuando termina el gobierno ella no renuncia a los organismos que había para la defensa de la niñez y la familia, por su ambición, se sostiene en el puesto hasta que Díaz Ordaz ordena investigarla por corrupción, y luego le ordena, poque esa es la palabra, le orden a Guadalupe Borja que tome posesión. Le crea un organismo de defensa a la niñez y a la familia, y así aíslan a Eva Sámano”.
Otro detalle revelador sobre Eva Sámano es que cuando dejan la presidencia ya estaba separada de López Mateos, “él estaba casado con otra mujer por lo civil, estaba casado con Eva Sámano por la iglesia. Él tiene una familia a la que ella ordena borrar de todos los documentos oficiales. Incluso a los hijos, que querían ver a su papá cuando cae enfermo de esos aneurismas y finalmente de eso muere”.
“Mi mamá decía que era una criminal porque recuerdas, en el gobierno de López Mateos hay un episodio muy cruel en la que el Ejército, parte del Estado Mayor, policías judiciales estatales de Morelos y policías judiciales federales, irrumpen a la casa de Rubén Jaramillo Ménez, que es el último de los zapatistas y el padre de la guerrilla moderna de este país. Lo sacan de su casa, saquean la casa, y al otro día aparecen ejecutados Rubén Jaramillo, Epifania Zúñiga, su esposa, que estaba embarazada, y los tres hijos de ella que Rubén Jaramillo había aceptado como propios. Lo que descubres es que Eva Sámano sabía que los iban a matar y Epifania Zúñiga la consideraba su amiga; estaba esperando que Eva Sámano Bishop le entregara unas máquinas de coser para un taller de costura que pensaban montar, y Eva sabía que nunca iban a llegar las máquinas, retrasó su entrega hasta que López Mateos da el visto bueno y sale la orden de la secretaría de Gobernación, de Gustavo Díaz Ordaz, para que asesinen a toda la familia. Ahí entra mucho en juego mi padre, que conocía toda la represión del lópezmateismo, a maestros, intelectuales. Entonces yo conozco a Eva Sámano por parte de mi mamá; ella decía ‘¿cómo no iba a saber Eva Sámano que iban a matar a su amiga?’, y recordaba el abrazo que le había dado López Mateos a Rubén Jaramillo, decía, ‘fue el abrazo para matarlo’”.
Otra historia que “guarda” Francisco Cruz Jiménez, reveló, es que Eva Sámano se sabía todo ‘el historial negro’ de López Mateos, quien “ni era de Atizapán, que eso ya está probadísimo, y él nace tres años después de la muerte de su padre, que se reconoce. Eva Sámano sabía que era hijo de un español muy poderoso. Ella guardó todos esos secretos y vivió seis años gobernando, viajó bastante bien, fue amiga de reinas, la recibieron en la Casa Blanca como una primera dama con poder. Así que es desmitificar no solo a Eva Sámano Bishop, sino a Adolfo López Mateos, que es el presidente quizás más querido de los civiles, pero que para mí tiene otra figura que ya la cuento, que era un hombre alcohólico que sí hace cosas bien, pero es parte de su gabinete, a través de Gustavo Díaz Ordaz”.
También destaca en su obra, Carmen Romano de López Portillo, a quien denomina “la prima donna”. “Era una mujer ambiciosa, y no solamente es la relación personal amorosa con Uri Geller, el mentalista que doblaba cucharas con la mente, arreglaba relojes. Uri Geller lo cuenta, él la conoció cuando habían ganado apenas las elecciones presidenciales, tú recuerdas, con un voto habría ganado por mayoría abrumadora López Portillo, el de él o el de su mamá, porque no había candidatos de oposición. Había uno, del Partido Comunista, pero no tenía registro así que no era válido, y Uri Geller lo platica; cuenta que le puso un departamento cuando la Zona Rosa era la Zona Rosa, le regaló un departamento con piscina y le regaló un pase vitalicio de Mexicana de Aviación para volar a los destinos de Mexicana a donde quisiera”.
“También después descubro, a través de Beatriz Barros Horcasitas, que la amenazó de muerte; Carmen Romano era una mujer que podía amenazar de muerte, y cuando hablamos que Martita (Sahagún) llevó chamanes y brujos a Los Pinos, Carmen Romano fue la primera, no solo llevó al mentalista Uri Geller. Cuando la invitaron a Washington, al primero que montó en el avión fue a Uri Geller y se volvió comidilla por toda la vida, no solo con Uri Geller; sus romances extramaritales eran aparte, pero lo que descubro es que tenía también tendencia no solo a la brujería, chamanismo, mentalismo, sino que también era una mujer de poder, que ejerció como debía, para ella, ejercer una primera dama, es decir, con todos los recursos del Estado”, comentó.
Así, definió a Carmen Romano de López Portillo como “una mujer que no aceptaba negociar, ella daba órdenes y el Estado Mayor las cumplía. Es una mujer que hizo realidad todas sus fantasías, por más disparatadas que fueran. Para mí, con Carmen Romano regresaría un pasado esplendoroso de las primeras damas, hacia Soledad Orozco, hacia Beatriz Velasco, las esposas del general Ávila Camacho y Miguel Alemán, para mí, ella regresa a esa época de damas de alta costura, de elegancia exuberante. Para mí, ella representa la opulencia, la despreocupación en la que corrieron como pólvora todos los chismes. Su presencia se hizo sentir no solo a través de la alta costura: perlas, diamantes, Giorgio Armani, Pancaldi, Saint Laurent, es decir, es una mujer de excesos que permite también los excesos de López Portillo porque ella hacía lo propio”.
“Ella sabía, por ejemplo, que su hijo, que ahora vive en Inglaterra, había organizado una red para robar combustible a Pemex, a gran escala. Su hijo, José Ramón era muy conocido en los mercados negros de Rotterdam porque sacaba petróleo de Pemex y luego lo enviaba al mercado negro de Rotterdam. Para mí es esa mujer que cobra notoriedad no sólo a través de ella sino a través de su hijo, de sus hijas, de José López Portillo, y a través de las relaciones extramaritales como la de Uri Geller. Entonces, para mí es la frivolidad, de un frívolo incapaz, rayando en la corrupción”.
También recordó la anécdota que involucra a los intelectuales Juan José Bremer y Gustavo Sainz, quienes publicaron un cuento en la revista de Bellas Artes, en el que, sin nombres, hacen clara referencia a la entonces primera dama, y la tratan como una prostituta. A ambos, prácticamente, los expulsaron del país. “Y ese era el carácter de López Portillo, y el carácter de Carmen Romano”.
“Lo que yo hago es ir desmitificando una por una, cosas que son muy conocidas y cosas que prácticamente son desconocidas, pero que cuando las pones juntas, verdaderamente dan horror. Así que, yo lo que digo es: nunca supimos quiénes estaban atrás de esas máscaras de primeras damas, que fueron eso, fueron máscaras”, subrayó el autor. (Continuará).