Datos y fechas de un Códice

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Los medios de un Cronista son infinitos, pues por fechas puede hacer la historia de un personaje o una comunidad. Por nombres también, al recuperar su original árbol genealógico en este mundo, o por sucesos que denotan otra forma de explicar lo que sucede o sucedió al personaje o comunidad. Al seguir al padre Garibay encuentro en el libro coordinado por Rosa Brambila Paz, el esquema que transparenta datos de años y sucesos resultado de los datos del Códice; lleva en el seguimiento la letra D. para Cuadros y Esquemas; / I. Crontaxis del documento / Año (para citar fechas que cubre el Códice de Jilotepec) / y, hechos consignados en los Anales a partir del año 1403 con la Elección del Rey Mithixitti, que dice el documento, es pariente de Moctezuma. No es poca cosa estos parentescos que forman igual que en cualquier parte del mundo la relación de parentesco que da fuerza a todo reino. El poder político no se hace de la nada o sólo de intereses económicos y de mando, la relación de intereses familiares es igual en el mundo indígena, que en China.

En 1415 sucede la elección de Damghabayo, años de sucesos son todos estos que van acercando lapso por lapso a la llegada de los españoles, los mismos que acabarán con este último siglo de las culturas originarias en Mesoamérica. En 1426 llega el Rey Texenttey, al que le queman la casa y a él lo asaetean. Tal crisis ocasiona que no tenga durante un tiempo quién gobierne. Bonita lectura que si la comparamos con esos años finales en Europa de la época del Medioevo, nos cuentan los cronistas e historiadores las batallas infernales de las grandes familias y reinos feudales sucedían dentro de asesinatos y guerras que no deban paz a las sociedades de lo que hoy son países admirables por sus democracias.

En el año de 1430 llega el Rey Quenguie, tiempos de penurias, se pierden las cosechas y existe el hambre por doquier. El Códice de Jilotepec es un documento aleccionador y que hipnotiza al seguir los datos que, por el trabajo de Rosa Brambila Paz, se nos pone a la mano. Cómo no iba a estar contento de estos descubrimientos por parte del padre Garibay, pues lo que halla es tesoro invaluable que nos permite saber cómo eran aquellos tiempos en que la cultura de la tierra era convertir la vida en polvo. Era cultura de color café convertida en lengua de difícil comprensión, de pueblos que iban a la montaña para resguardarse de los guerreros mexicas o aztecas. En el año de 1435 se dice que fue un año de buena cosecha bajo el reinado de Avintuy: el Valle de lo que es hoy Toluca podía ver reverdecer el territorio en sus planicies y llenarse de un color verde en sus montañas que hoy dividen tal Valle del otro que llamamos Valle de México.

Cultura rural que no urbana. Cultura mágica que agradece a los dioses de todo tipo por los bienes dados. Tiempos en que si se sucedían las cosas buenas, es decir, que hubiera comida para todos el rey podía más o menos estar feliz de su gobierno. Pero cuidado que faltara el maíz y la carne, porque entonces la posibilidad de ser linchado se sucedía con facilidad. En el año de 1439 el Rey Tzekettado es asesinado y viven en constantes revueltas. ¿Por qué se llama, por parte de los nahuas, a otomíes pueblos bárbaros? Quizá este tipo de intranquilidades sociales que terminan con matanza de gobernantes sea la respuesta. La muerte de Tzekettado se lee en el esquema presentado por Rosa Brambila Paz que: Tras largo tiempo de anarquía, por consejo de un oráculo, escogen por rey a Puettey, el cual por temor y sobresalto muere en el año de (sic). No existe la fecha de esta muerte, pues de 1439 se va hasta el año de 1452, donde impera el Rey Knotte Phonee, cuenta el material de este esquema que no lo hallan adecuado por su mansedumbre. Todos estos datos prefiguran un estudio de política que debería de darnos luces de cómo eran aquellos tiempos sociales y políticos donde el pararrayos era el gobernante. Y no es que fueran pobrecitos, pues algunos eran, como se relata en el Códice de Jilotepec seguidores de la corrupción y deshonestidad.

A la caída del manso Knotte se pone al rey Hmibatha, pero tampoco les satisface y al morir ponen a Rey Mago, quien los veja y les obliga a trabajar en la inundación de México. Son tiempos del reinado y presencia en el Valle de México que hoy conocemos hacia la región de Texcoco del rey-poeta Nezahualcóyotl, quien adquiere fama por realizar labores de arquitectura para evitar más inundaciones en la gran Tenochtitlán y el Valle de Texcoco, región de pantanos y de extensas zonas de agua. Conectar a otomíes y nahuas es tarea que han escrito cronistas e historiadores y es tan interesante como leer tiempos de Atenas y Esparta, de Roma o de la presencia de los bárbaros que venían de las fronteras del gran imperio que fundó la antigua Roma. En ese 1458 el nuevo rey Itantehe se cuenta que en tres días reúne tres mil indios para proseguir el desagüe, En ese reinado se prosigue la obra de Puettey que comenzó en 1450. El mando de Itantehe llega a su final en 1468 al morir, y de nueva cuenta es la anarquía la que impera en los pueblos otomíes del valle de Toluca, del de México y las zonas del norte del altiplano.

El Códice es toda una larga historia que ha de llevar a la llegada de los españoles. Es un Códice de la política, documento que nos prueba el tipo de mando al gobernar a habitantes que no son fáciles de ser gobernados. En el año de 1475 tienen rey en la figura de Xengogui, quien los veja, se dan hambrunas, viene la peste y el rey muere se dice de un accidente. Todo este párrafo habla de pueblos indómitos que no son fáciles de dirigir, que no aceptan el desgobierno, que se les humille o que su gobernante venga a ser un arrogante y soberbio ladrón que los veja y además los manipula para que trabajen en tierras que no pertenecen a su cultura. Desde siempre los otomíes comprueban que no son fáciles de ser mandados por la política.

Una característica que hace decir a los imperios que hay en el altiplano del actual México que son culturas bárbaras e ingobernables. Los estudios del padre Garibay a lo largo de lustros permiten comprender sus afanes y revisar los hechos en siglos de batallar por no dejar que la cultura otomí con sus fortalezas y debilidades desaparezca. Hasta la fecha siguen presentes y son parte importante en el centro de México de una cultura que por los menos debemos ver como indomable. La fecha de 1519 es una revolución en el mundo cultural indígena en el centro del país, a partir de ese año el territorio tan extenso de lo que es México en 1500 y hasta más allá de Honduras, ha de cambiar no sólo en 180 grados sino más allá de los 360 grados, pues llega Hernán Cortés, con unos pocos españoles que con la estrategia de dividir y vencer, se apoyan en otras tribus y  culturas indígenas enemigas de los aztecas para imponer su pie sobre el mundo indígena: dispuestos a domeñar en nombre de los reyes católicos de España a todo territorio que ve desde las alturas del nuevo reino fundan una cultura que se hace del mestizaje y las mezclas de todo tipo para fundar los países que hoy conocemos en América.

Los Gobernadores en la época colonial son diversos en su lengua y cultura, son españoles que dejan en el Códice de Jilotepec sus nombres para la historia del estado de México y para el centro del país en la que ha de haber huella otomí. El primero es D. Gabriel de los Ángeles, llega en el año de 1535, a partir de esta y hasta el año de 1589 aparecen en el Codice referido, descubrimiento que pone a la mano el cariño y cuidado del sabio Cronista que es Ángel María Garibay. Esos 34 años de presencia gubernamental española en las zonas indígenas hablan de D. Juan Valerio Bautista de la Cruz, D. Miguel García ellos gobiernan de 1535 a 1574. Después de los tres, se nombran como alcaldes a Luis de Alvarado y Hernán de Tapia, a D. Francisco de Granada; Cristóbal de Vargas y D. Miguel García y Lima; D. Juan Valerio de la Cruz (por segunda ocasión); D. Diego de la Cruz y Bartolomé de Luna y, D. Gabriel de los Ángeles, todos ellos de 1574 a 1589. Así lo refiere el Códice, que ante el telúrico paisaje que cambia a dioses, lenguas, costumbres, gastronomía, vestuario, terminan haciendo lo que actualmente es la iglesia principal en la cabecera de Temoaya, donde la misma expresa las tradiciones católicas venidas de España, pero por uno u otro rincón o en el propio altar hay prueba de que los otomíes siguen creyendo en sus propios dioses transformados en el mayor tesoro religioso de la Virgen de Guadalupe, pero a la vez, en presencia de cierta idolatría que habla de las creencias de esta cultura que el padre Garibay defendió como nadie durante su vida.

Así lo refiere el libro de Rosa Brambila Paz y quienes participando en él citado trae estudiosos que aman la obra del padre Garibay. El libro Los otomíes en la mirada de Ángel María Garibay, por tanto, es obligada lectura para entender sus aportaciones.