DEL ESTEREOTIPO A LA MUJER REAL, BARBIE LA PELÍCULA

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Barbie, una película que nos hace reflexionar acerca de los estereotipos de la belleza y la perfección que aspira una niña al convertirse en mujer, una manera muy interesante de cómo se ven confrontadas dos épocas sobre el patriarcado y el matriarcado, analizando que ni el machismo ni el femenismo al extremo puede ser equivalente para el otro género.

Al saber que Greta Gerwig aceptó el reto de convertir en largometraje lo que muchos consideran un producto de consumo superficial y retrógrado, nos da una nueva  de analizar ciertos comportamientos, posemos analizarnos a nosotros mismos y lo que cada una de las influencias de comportamiento con los que estamos en contacto, influyen claramente en nuestra manera de comportarnos.

La película de Barbie es consciente de estas críticas y las aprovecha, especialmente en su primera parte. Los chistes y los cameos fluyen con mucha rapidez y furia, con frases y palabras repletas de guiños: ‘Lo que empezó como una mujer en traje de baño se convirtió en la idea de que las mujeres pueden ser cualquier cosa’, afirma Helen Mirren, como narradora, en el prólogo de la película. Esta parte está inspirada en una de las escenas más famosas de 2001: Odisea del Espacio, creada por el cineasta Stanley Kubrick. Luego la cámara pasa revista a todas las Barbies, con diferentes profesiones y razas a lo largo de las décadas: Gracias a Barbie, todos los problemas del feminismo se han resuelto, sentencia la narradora.

La película comienza en el eterno esplendor de la alegre Barbielandia. Se trata de un lugar que es un verdadero placer visual: Desde la calle cerrada donde se encuentran las casas de ensueño de las Barbies hasta los trajes a juego que lleva Ken (Ryan Gosling, nunca había sido tan chistoso en un papel) y la Barbie típicamente estereotipada (interpretada por Margot Robbie).

Pero no todo es perfecto en este mundo rosa. Los pensamientos sobre la muerte se cuelan de repente en la mente de Barbie. Sus pies, siempre arqueados y en punta, se aplastan, y la celulitis aflora en sus muslos.

La Barbie rara (interpretada por Kate McKinnon), con su pelo salvaje y sus piernas flexionadas, le da la noticia: Hay una fisura entre el Mundo Barbie y el Mundo Real, y el personaje de Margot Robbie debe viajar a este último para arreglarlo. (Sí, Barbie es otra superproducción que habla sobre el metaverso).

El resto de la película es, en su mayor parte, tan suave y agradable como un paseo en el descapotable de Barbie. Sin embargo, hay un puñado de momentos en los que se agota el humor ligero, con tramas y chistes innecesarios que acaban por confundir dentro la película. Además, el reparto está tal vez demasiado cargado de estrellas, lo que da a algunos personajes un protagonismo nulo (queríamos ver más Jamie Demetriou, por favor).

La mayor sorpresa (y spoiler) quizá sea la revelación de que Barbie es en realidad un manifiesto sobre la desigualdad de género. Sin embargo, la película sirve para comprender el feminismo de la segunda ola (después de todo, Barbie es una boomer, que llegó a las estanterías por primera vez en 1959), con ideas radicales sobre cómo las mujeres debían ganar más poder en lo público y en lo privado, dentro de los sistemas existentes, a veces con una exclusión total de los hombres.

Lo siento por los Kens, pero en esta historia no se admiten hombres en la ‘noche de chicas’, ni en el Tribunal Supremo de Barbie.

La actriz America Ferrera interpreta una madre agobiada, pero cariñosa, en el Mundo Real que acaba por ser el punto de unión con Barbie. Ella es la encargada de dar un discurso entusiasta, pero un tanto genérico, en el que enumera las grandes ataduras a las que se enfrentan las mujeres en la sociedad actual.

Dejemos a un lado la cuestión de si un cine con aire acondicionado, en pleno calor del verano, es el mejor escenario para reflexionar sobre el feminismo; sin embargo, Barbie hace un esfuerzo admirable por introducir el concepto en diversos targets de público de todo el mundo.

Aun así, presentar una visión satisfactoria del feminismo sigue siendo una tarea complicada, como lo hemos comprobado dolorosamente en la vida real. Y a medida que avanza la película, los múltiples hilos y tramas e ideas se enredan en una maraña, casi como las Barbies que lanzamos a una caja de juguetes, y los chistes se vuelven agrios y punzantes: ‘Soy un hombre sin poder, ¿eso me convierte en mujer?’, pregunta unos de los personajes.

Pero Barbie, la película, te dice lo que es desde el principio, con ese enorme logotipo de Mattel que te hace situarte en contexto. La película es descaradamente otro producto más del mundo corporativo de los Estados Unidos (en una de las escenas vemos el logotipo de Warner Bros Discovery sobre otros de los edificios). Así entendemos que la película fue diseñada para reforzar a la marca como un tótem divertido y en constante evolución de la feminidad y tal vez convencer a una nueva generación de fans de Barbie de la continua relevancia del juguete, incluso si eso significa tratar con estereotipos generales, conceptos binarios simples y chistes anticuados sobre los genitales.

Hacer una película sobre el feminismo cuando tus jefes no se atreven a pronunciar ni una palabra sobre el tema parece una tarea imposible, como lo es para una marca de muñecas reflejar a todas las mujeres, o el crear un juguete que atraiga a todas las niñas, o hacer una película que hable de las multiplicidades de género en la vida contemporánea, o incluso lo que yo estoy haciendo: escribir críticamente sobre la película más esperada del verano que miles de espectadores disfrutarán, sin duda.