Dos poemas, sólo dos poemas Panorama Increíble

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El claroscuro cielo misterioso

de refulgente tono anaranjado,

es un tibio retablo atardecido

con los dorados rayos matizados

del cálido sol policromado.

Constante evocación que vive y clama

en angulado marco embellecido,

donde se mira el mar sofisticado

que oscurece el crepúsculo enigmático.

Y mientras el ocaso azafranado,

impasible y sereno se embelesa

con el aire de silencios salpicado,

envuelto en la fragancia del misterio,

el faro, guardián del mar profundo,

centinela gallardo y majestuoso,

de la paz innegable del océano

vigilante de la orilla del mundo,

alumbrando la ruta al navegante.

Y la gélida noche palpitante

musita entre tímidos suspiros,

la canción en la cálida mañana  

en la mística luz de la alborada.   

 

 


EL DULCE MILAGRO

 En la oscura noche de mi desconsuelo,

cuando ya tenía toda mi fe perdida,

tú fuiste el lucero que alumbró mi vida,

y como una estrella iluminó mi cielo.

Y surgió de pronto lo que no esperaba,

volvió a renacer mi deseo de vivir,

con sólo la luz que me da tu mirada,

sintiendo que vivo, me niego a morir.

Y cambió de pronto mi futuro incierto,

y olvidé del todo tristezas y penas,

y volvió la sangre a correr por mis venas,

y volvió a latir mi corazón ya muerto.

Y le diste a mi alma que moraba inerte,

sintiéndose ya sin derecho a la vida,

el dulce milagro de la fe encendida,

de vivir de nuevo, tan sólo con verte.

Zimapán, Hgo., México.