EL EFECTO LUCIFER
Pareciera que el siglo XXI le ha caído de peso a la humanidad: El avance del populismo y sus sátrapas iluminados autócratas, la pandemia del COVID-19 y el ataque artero de Putin y sus huestes invadiendo Ucrania nos tienen con el alma en vilo.
En nuestro México lindo y querido, ya hemos echado al cajón de sastre aquella frase lapidaria del político veracruzano Jesús Reyes Heroles: No despierten al México bronco.
La media docena de periodistas asesinados, el fusilamiento de más de una docena en Michoacán y más recientemente, el muy lamentable espectáculo de las hordas en las tribunas y hasta en la cancha del Estadio La Corregidora de Querétaro, en donde la barbarie encontró el caldo de cultivo perfecto para purgar sus ancestrales complejos que describió perfectamente hace casi 90 años, el filósofo mexicano Samuel Ramos en su inapreciable libro: El Perfil del Hombre y la Cultura en México.
Como diría el clásico: Los demonios andan sueltos. Hemos sido testigos desde hace varios años, como la sociedad mexicana ya se ha quitado los guantes, lo que coloquialmente, significa pelear sin los límites que imponen las normas que rigen estos combates, o lo que es lo mismo, pelear contra un oponente con los puños desnudos, sin ninguna protección como en el boxeo. ¡Da pavor!
Pero antes de seguir sobre el tema, debo destacar la actitud proactiva de Ernesto Nemer Alvarez, Secretario General de Gobierno del Edomex, siempre atento y anticipándose a los acontecimientos, cualidades que se valoran en un político, al convocar recientemente a una reunión a los directivos del equipo de fútbol Toluca, nuestros queridos Diablos Rojos, para revisar y afinar los protocolos de seguridad en el estadio Nemesio Diez.
Recordemos, para tranquilidad de nuestros paisanos toluqueños y diablos de hueso colorado, que la mítica bombonera, es el estadio de fútbol más seguro del país, ya que desde su modernización, hace cinco años, fueron destinados más de cien millones de pesos de inversión a la seguridad, incluyendo 186 cámaras de videovigilancia de alta resolución, 52 controles de acceso, con cuarto de monitoreo, reconocimiento facial, vaya todo un VAR no solo para los jugadores, también para los aficionados.
Nemer verificó el correcto funcionamiento de este sistema integral de seguridad, además subrayó la importancia de afinar la estrategia de seguridad para cada partido en función del equipo visitante, el comportamiento histórico de sus porras y el lugar que ocupa en la tabla de la liga MX y así poder determinar la cantidad de policías requeridos para resguardar el evento deportivo, que en ningún caso será menor a 800 elementos debidamente preparados y pertrechados, bajo una unidad de mando y de control profesional y responsable.
Retomo El Efecto Lucifer, acuñado por el profesor emérito de psicología de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, quien sacó a la luz las fuentes del mal en su libro sobre el porqué de la maldad. Para tal fin, profundizó en el estudio de la vulnerabilidad humana hacia el lado oscuro. Apoyándose en ejemplos históricos y en sus propias investigaciones, analizó cómo las fuerzas situaciones y la dinámica de grupo interactúan para que hombres y mujeres comentan actos malvados convirtiéndose en verdaderos monstruos.
Zimbardo, nacido en el corazón del Bronx, entre peleas y enfrentamientos de bandas de delincuentes, pandillas de motociclistas y adolescentes portando navajas y cadenas, siempre se preguntaba: ¿Qué provoca que la gente se corrompa? ¿porqué la gente buena se vuelve mala? ¿Sería yo capaz de actuar con maldad? ¿Qué es la maldad? ¿Se nace o se hace?
Comprendió que la historia de la humanidad y la vivida por cada persona nos ilustra que la esencia del hombre no es el bien ni el mal, el amor ni el odio, sino la tensión entre uno y otro y las circunstancias. Como lo llegará a sentenciar Kafka: El mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal. No dejes que el mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él.
Si nos crearan como personas buenas o malas, seríamos autómatas en un cuerpo. Lo que nos da la condición de humanos es la tensión inherente a la capacidad de elegir y encontrar soluciones para que la vida, como especie y como individuos, siga el camino de la moral y la dignidad o de la regresión y el caos.
El profesor de Stanford definió a la maldad que consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate, humille, deshumanice, o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la propia autoridad y del poder sintético para alentar o permitir que otros obren así en nuestro nombre.
Si googleamos la palabra mal, nos saldrán 136 millones de entradas en un tercio de segundo. ¿Cuáles son los siete procesos sociales que engrasan la resbaladiza cuesta del mal?
- Dar el primer paso sin pensarlo mucho.
- Deshumanización de los otros.
- Desindividualización del ser.
- Difuminación de la responsabilidad personal.
- Obediencia ciega a la autoridad.
- Conformidad no crítica a las normas del grupo.
- Tolerancia neutral al mal a través de la pasividad o la indiferencia
Zimbardo, diseñó a principios de los setentas, el ya famoso, experimento de la cárcel de Stanford con el objetivo de observar el comportamiento humano de personas que no habían tenido relación con el entorno carcelario y como se adaptaban a éste en una situación de extrema vulnerabilidad.
Para conseguir esto, simuló una prisión en las instalaciones de una universidad. Reclutó a estudiantes y les ofreció 15 dólares diarios. Seleccionó a 24 participantes, quienes previamente les aplicaron una batería de test psicológicos para descartar cualquier anormalidad psicológica.
Buscando hacerlo lo más real posible, a los presos se les hizo pasar por una detención inesperada. Una vez recibidos en la cárcel, fueron vestidos con un uniforme, asignado un número de identificación y una celda compartida con otros dos prisioneros voluntarios. A los guardas, igualmente le dieron un uniforme y unas gafas de sol para animar su autoridad.
El experimento duraría 15 días en los que no habría ningún contacto con el exterior. En las primeras horas, las órdenes fueron inofensivas, pero a partir del segundo día, los guardias comenzaron con actos humillantes e incluso violentos hacia los presos, a pesar de que se les había indicado que la violencia estaba prohibida.
Los presos, en sus roles de personas con desventaja, tardaron un poco más en interiorizarlo y relevarse a las conductas de los guardas. Como acto de defensa, colocaron sus camas contra la puerta para evitar que los guardas le quitaran sus colchones. Esto actuó como fuerza de represión y los guardas utilizaron el gas de los extintores para finalizar con esta revolución.
El derecho a ir al servicio pasó a ser un privilegio que en ocasiones era denegado. Forzaron a los prisioneros a dormir desnudos en el suelo de hormigón y como castigo la comida era negada. A medida que el experimento evolucionó, muchos de los guardias aumentaron su sadismo, principalmente en la noche, cuando creían que las cámaras estaban apagadas.
La violencia de los guardias se desbordó y creció la sumisión de los presos, asumiendo sus roles de forma extrema, el experimento tuvo que ser cancelado al sexto día generando la molestia de los guardias. Llegado a este punto, la pregunta que ahora puede surgir es, ¿Cómo los guardias llegaron a ese nivel de maldad hacia los presos?
Zimbardo había seleccionado a estudiantes con personalidad no patológicas que además habían superado un test de violencia. Por lo que pudo concluir que la fuerza del contexto creada en la cárcel había conducido a que estudiantes pacíficos actuaran con violencia. La maldad podría considerarse un factor disposicional, no existiendo personas buenas o malas.
Obtuvo las siguientes conclusiones: La presión del ambiente provocó el efecto Lucifer que definió como un fenómeno social y un proceso de transformación por el cual una persona sin patología e integrada, se convierte en un individuo violento. No por factores psicológicos o traumas personales, sino por la presión del ambiente. Los escenarios estresantes, las reglas externas y el deseo de salir vencedores, hacen que los individuos se deshumanicen y actúen de una forma no esperada, justificando lo injustificable.
El contexto sumado a la conciencia que tiene la persona de éste, es lo que induce a comportarse de una manera u otra. Así, si la situación lleva a realizar un acto violento, sin ser totalmente conscientes de esto, no conseguen hacer nada para evitarlo. El progreso moral del hombre en particular y de la humanidad en general, no está en modo alguno asegurados: ambos viven en la dialéctica de la elección.
El tema da para mucho, pero debo concluir con una frase de Dostoyevsky No hay nada más fácil que denunciar al malo; nada más difícil que entenderlo.