EL SABIO DE MI VIDA
No siempre vamos a recibir lo mismo que damos,
No siempre vamos a tener la misma importancia que le damos a alguien o a algo,
Esto es una ley que no sé si está escrita o no, pero es una ley que tenemos que asumir,
Porque genera mucho daño, muchas frustraciones, muchas decepciones,
Y es un problema muy habitual en las relaciones,
Yo te doy, pero no recibo o ¿qué recibo?,
Entonces se genera un conflicto,
¿Por qué viene ese conflicto?,
Si nosotros damos de manera genuina y auténtica, es para recibir algo a cambio?,
¿O lo damos porque simplemente lo sentimos?
Si el objetivo de dar es recibir, entonces la esencia de dar ya ha cambiado totalmente,
Y ahí es donde se genera el daño, la frustración y la decepción,
Cuando en el fondo el objetivo de lo que estamos dando es recibir lo mismo.
No nos enfademos con el caño obstruido que no nos da agua, mejor preguntémonos por qué seguimos esperando que nos dé agua un lugar donde no la vamos a encontrar,
La vida es igual y las relaciones son iguales.
Una vez mi padre me contó, que estaba caminando en medio de la naturaleza y se encontró a un alacrán, a quién le tenía pánico, dentro de un charco, y el animal se estaba ahogando.
Mi padre, a pesar de su miedo quiso ayudarlo, le puso la mano y el alacrán lo picó.
Inmediatamente mi padre lo soltó nuevamente.
En un segundo intento, al ver que el animal no podía salvarse, le volvió a colocar la mano y éste nuevamente lo picó.
Yo le dije: ¿por qué insistías en salvarlo si sabías que él te iba picar y además siempre le tuviste miedo?
Mi padre, con una sonrisa, meneando la cabeza me dijo: lo intentaba porque pensé que al ayudarlo él me iba retribuir de la misma manera y no me iba a picar.
Le pregunté: ¿al convencerte que no iba ser así, lo dejaste morir?
Y él me contestó muy sabiamente: No, no lo dejé morir. Busqué una hoja y se la puse para que se subiera en ella, y él lo hizo, de manera tal que pude rescatarlo y ponerlo a buen recaudo. Porque entendí que mi naturaleza era ayudar y su naturaleza era picar. No dejé de hacer lo que mi naturaleza me pedía que era ayudar, lo que sí cambié, fue mi forma de hacerlo para que no me picara el alacrán.
Mi padre ese día me enseñó que ésa, es la esencia de ayudar con un objetivo o de ayudar de manera altruista porque realmente le quieres ofrecer algo a alguien.
Hay que ser muy conscientes de la motivación real por la que hacemos algo, porque si es meramente altruista, aunque no recibamos nada a cambio, no nos va a doler, porque no esperamos nada a cambio y nos vamos a sentir bien.
Me enseñó también que es mejor actuar de tal manera que la máxima de mi conducta pueda tornarse en una ley universal, esto lo decía Immanuel Kant, filósofo prusiano, con su imperativo categórico, y es así, piensa bien el porqué y para qué das, para qué estás haciendo el bien, porque sí o porque estás dando para esperar algo a cambio.
Los invito a cambiar el enfoque, porque tal vez lo estemos mirando mal
El dar sin esperar nada a cambio…
…Es una muestra de generosidad y desinterés hacia los demás,
Es una forma de materializar la felicidad,
Es la alegría que generamos en los demás, ahí está su verdadero valor,
Es no esperar recompensas, ahí está la verdadera gratificación,
Es la esencia del amor verdadero,
Es la conexión con nuestra verdadera naturaleza humana,
Es la muestra de compasión y empatía hacía los demás,
Es el no esperar agradecimientos y menos reconocimientos,
Es el llenarnos de una satisfacción interna sin igual,
Es el acto de bondad más grande que logra transformar muchas vidas,
Es olvidarse del egoísmo natural y simplemente soltar desde el corazón,
Es lograr fortalecer nuestras relaciones personales,
Es generar confianza, sin buscar la reciprocidad,
Es crear vínculos más profundos y significativos con quién amamos e inclusive con quién aún no conocemos bien,
Es marcar la diferencia del montón y demostrar que sí es posible y sobre todo, valioso.
–Para mi padre, quien me enseñó y aún me enseña, el cómo dar sin esperar nada a cambio–