ENRIQUE C. RÉBSAMEN, PEDAGOGO
Siguiendo las palabras de Raúl Noriega leo: Nada más maravilloso ni más bello que la arquitectura de un plan de estudios capaz de crear y albergar hombres nuevos dentro del edificio mayor de una Patria; esto fue lo que, con inspiración de Juárez, y bajo el cuidado de su ministro, don Antonio Martínez de Castro, realizó la Comisión redactora del histórico Decreto-Ley, presidida por el doctor Gabino Barreda […] Todos ellos tuvieron la misión de crear, junto con el hombre nuevo, un México nuevo, dándole a su germen, el adolescente, una visión precisa y un criterio exacto de las realidades nacionales a la luz de los conocimientos científicos, liberando al alumno del dogma escolar del magister dixit, mediante la observación y la experimentación personales; esto, para lograr que la conciencia patria se consolidara bajo los signos supremos del progreso y de la libertad, con un impulso permanente de servicio. Es importante comprender cuándo la obra es de carácter comunitario, obra colectiva como lo son las batallas por liberar a México de sus adversarios internos y después contra los invasores representados particularmente por Francia y la imposición de un emperador en la figura de Maximiliano de Habsburgo y después con la presencia de los Estados Unidos que alcanzan a arrebatarnos más de la mitad de nuestro territorio.
La obra colectiva tiene lugar principal en la historia de los pueblos, pero también es importante seguir la huella singular del individuo, del ciudadano que cada día más en las sociedades civilizadas viene a representar figura dominante en sus mejores cualidades. Tal es el caso, como escribe Raúl Noriega: La obra de Barreda fue titánica en el viejo Colegio de San Ildefonso, Colegio que, como si estuviera bajo la influencia de un poder mágico, ha sido insigne entre los insignes desde los días de la Colonia y tanto, que a él venían, desde fuera de la Nueva España, muchos alumnos a aprender en sus aulas y de él salieron muchos hombres eminentes, igual que salieron después, a partir de Barreda. La obra de Gabino Barreda debe entenderse en el contexto de la lucha entre el clero y la sociedad civil que deseaba fundarse ajena a dogmas religiosos o de cualquier otro tipo. Es por ello que la mitificación de la ciencia lleva a pensadores como Federico Engels a creer que sólo la revisión material a través de la ciencia puede hacer el hombre nuevo. Haciendo con ello que se crea que el materialismo histórico sea el camino para solucionar todo tipo de problemas humanos.
Ese mecanicismo fue lo que hizo que se convirtiera en una ideología rígida que termina creando a monstruos como José Stalin que piensa que con sólo resolver las cosas materiales se puede crear una nueva sociedad que haga al hombre nuevo. Y más allá, por su conducción errada, que llegó a visualizar Vladimir Illich Lenin, al considerar a Stalin un dirigente que tendía demasiado a la burocratización de las cosas políticas. El positivismo fue un elemento pedagógico de gran importancia en la lucha contra el dogma religioso, después con la presencia de pensadores como Vicente Riva Palacio y Vicente Guerrero, don Justo Sierra se entendió que más allá del positivismo había cosas humanas y naturales que expresaban nuevos mundos no investigados o estudiados por los hombres en la tierra. De ello vendrá el nacimiento del Ateneo de la Juventud de México en el año de 1909, siendo encabezados por Pedro Henríquez Ureña como asesor principal de tales ideas, nacido en Santo Domingo es el Maestro de todos nuestros ilustres mexicanos que forman esa sociedad civil, para pedir el cambio de régimen educativo y de paradigmas desde el foro de la academia y las conferencias.
El educador es un personaje que en su aislamiento interior tiene por cercanos: a la familia, vecinos, amistades, alumnos en general. Todos ellos son prueba de su paso por la tierra. Parafraseando a Jorge Luis Borges, para el Maestro —con mayúscula— son sus alumnos en los cuales ha de reencarnar después de su muerte. Para Gabino Barreda, ilustre pedagogo del siglo XIX mexicano, la importancia al paso de los años se engrandece cuando se estudia el contexto histórico en el cual vivió. De esa misma manera es justo estudiar la figura de otro pedagogo de ese siglo en la presencia de don Enrique C. Rébsamen, de él dice Hermida Ruiz: Aparece en Veracruz Enrique C. Rébsamen. —No era posible para Don Enrique Laubscher, y su segundo Don Manuel M. Oropeza, atender todo el plan formado por la Academia Normal. Buscó entonces el maestro Laubscher ayudara desempeñando la parte teórica […] Para intensificar la parte práctica que tenía doble importancia y al efecto, ofreció el cargo al eminente profesor naturalista y sabio catedrático de la Escuela Preparatoria Don Edmundo Kerber, más no quiso aceptarlo aduciendo que no poseía suficientemente el idioma inglés, asignatura que formaba parte del programa, para desempeñar con acierto la encomienda. Ante tal negativa, el maestro Laubscher aprovechó la recomendación casual que le hizo un paisano suyo, de un amigo de éste, radicado en la capital y que a la sazón se dedicaba a escribir artículos en francés y alemán, para un periódico metropolitano llamado La Germania. Aquella persona era de origen suizo y políglota, pues hablaba inglés, francés y alemán además del español. El maestro Laubscher se apersonó con el señor Rébsamen, concluyó un convenio y lo trajo a Orizaba, donde poniendo a su disposición el arsenal pedagógico que poseía, de obras en francés, inglés y alemán, dejó a su cargo el desempeño de la parte teórica del curso transitorio.
Este fue el comienzo de una de las relaciones más provechosas para México y en particular para el estado de Veracruz, que en estas semillas y raíces sembradas por ellos pudieron crear la Escuela Normal de Xalapa al paso de los meses. Su llegada se realizó en el año de 1883, estuvo en León, Guanajuato enseñando francés y después pasó a la ciudad de México en 1884, llevando al cabo estudios científicos, además de escribir para el periódico Germania y otros extranjeros. Fue cuando Laubscher lo contactó y viajó con él a la ciudad de Orizaba, cuenta el autor del libro de La Reforma. La historia particular del estado de Veracruz, hace ver que Enrique Laubscher y Enrique C. Rébsamen son dos pedagogos de gran importancia para la educación nacional. Dos extranjeros que trajeron sus conocimientos de educación y pusieron al servicio en el siglo XIX de propuestas que han de consolidar la educación normal, con el fin de preparar a profesores de educación primaria como objetivo principal. El autor del libro La reforma educativa liberal, cuenta: Laubscher y Rébsamen tomaron caminos diferentes. El iniciador de la Reforma Educativa estaría después en México y en Chihuahua sirviendo a nuestra educación. Rébsamen crearía en Xalapa la mejor Escuela Normal del país, siguiendo los pasos reformistas de Orizaba y, proyectaría sus actividades a la República. Veracruz, cuna del Normalismo en el país. De ello, da cuenta los hechos del gobernador como lo escribe el autor referido en reconocimiento al Ejecutivo estatal: El general Juan Enríquez, en su memoria de enero de 1885 al 30 de junio de 1986, se refirió así, en parte a la Academia Normal de Orizaba. La Ley Orgánica de Instrucción Pública prometió desde su expedición el establecimiento de una Escuela Normal, con el objeto de formar en ella buenos profesores de instrucción primaria, quise desde luego intentar la realización de aquella promesa fundando la Escuela; pero preferí ensayar el método moderno para nuestra patria, de la enseñanza objetiva, adaptada a la educación de profesores, probada como estaba ya su excelencia para educar niños, y al efecto organicé en Orizaba, aprovechando la Escuela Modelo, para los estudios prácticos del citado método objetivo, una Academia Normal para Profesores con representantes de todos los cantones del Estado. Largo camino en México para fundar la Escuela Nacional Preparatoria por Gabino Barreda, largo camino después, para fundar las primeras Escuelas Normales en el país, bajo el ejemplo del pedagogo Enrique C. Rébsamen en Veracruz: Así se ve, al revisar la historia regional en las patrias chicas, que son ejemplos admirables siempre que hay que estudiar.