ESCRITOR E INVESTIGADOR

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Seguir a través de las letras al personaje de México y de nuestra patria chica, Vicente Riva Palacio, es oportunidad de conocer a otro personaje del siglo XIX que en sus obras escritas deja honda huella para conocer el pasado, lejano de él, pues surge de las investigaciones que dice Antonio Castro Leal, en el prólogo que hace de su clásico texto titulado Martín Garatuza, publicado en el siglo XX por Editorial Porrúa, precisamente en el año de 1975, reedición de aquella que se publicó en el siglo anterior. Dice Castro Leal: La novela que tiene en sus manos el lector, es la continuación o segunda parte de Monja, casada, virgen y mártir, ya incluida en esta colección. Ambas se desarrollan en la Nueva España, en la primera mitad del siglo XVII y están inspiradas en informaciones y sucesos a que hacen referencia documentos del Santo Oficio de México. De los cuales tuvo Riva Palacio en su poder unos sesenta volúmenes.

Oro molido para quien nació escritor e investigador. 60 volúmenes con hechos que hemos ignorado porque pareciera que en México la Santa Inquisición no hubiere actuado con su mano de hierro: alto clero y militares, alto clero y virreyes representantes del imperio español en nuestras tierras. Cierto, la primera pregunta que uno se hace, cómo Vicente Riva Palacio se atreve a escribir dos novelas clásicas de nuestras letras viniendo del siglo XVII. Los volúmenes que tuvo en sus manos le hicieron abrir los ojos con deslumbramiento, en ellos estaba la prueba de lo que la sociedad bajo el dominio español tuvo que vivir. Por eso Castro Leal dice en su prólogo: La primera parte lleva por subtítulo Historia de los tiempos de la Inquisición, y esta segunda memorias de la Inquisición.

Acaso sabemos los mexicanos modernos sobre tales épocas aciagas para muchas familias, o alguna vez en la escuela se nos llegó a decir del por qué se fue gestando ese enojo en contra del reinado que se imponía sobre los mexicanos nacidos aquí. Las revoluciones de independencia no son motivos banales, pues aunque sabios como José María Luis Mora hiciera el recuento de cómo se hallaba el país en la década de los treinta —sólo a pocos lustros de la independencia— y señalaba del deterioro en el tema de la economía y la riqueza que había dejado de producirse desde inicios del Grito de Independencia, el 16 de septiembre de 1810, lo cierto es que el viejo régimen ya había dado todo de sí, y era necesario, pues así es el progreso de la humanidad, terminar con él, e iniciar un nuevo o varios nuevos caminos. Las dos novelas son expresión no menor para comprender la narrativa que ha de surgir al venir la revolución de 1910, pues nuestros novelistas que cuentan la guerra civil han de tener en cuenta a los escritores como lo es Vicente Riva Palacio.

Dice Antonio Castro Leal: Respecto a los orígenes de la novela histórica en México dijimos ya algunas palabras en el prólogo de Monja y casada, virgen y mártir, al que remitimos al lector interesado. En los siete años que van de 1866 al 1872 ese género literario alcanza su mayor desarrollo entre nosotros. Se publican entonces                   —además de las siete novelas de Riva Palacio— La cruz y la espada (1866), El filibustero (1866), y Los mártires de Anáhuac (1870) de Eligio Ancona; Un hereje y un musulmán (1870) de Pascual Almazán; El tálamo y la hora (1868) de Enrique Olavarría y Ferrari, y El cerro de las campanas (1868) de Juan A. Mateos. Dice el expresidente del Consejo de ministros español, José Luis Rodríguez Zapatero: de todas las historias de la ciencia, filosofía, política, del arte o la medicina, ninguna reúne todo como la historia de la literatura: así es, pues tiene la cualidad de reunir todas las otras historias, que en diversas áreas o temas humanos, se escriben y se han de escribir, sea por asunto colectivo o de vida personal.

Tiene razón, eso le dignifica mucho a este político e intelectual, quien tuvo un tiempo como líder de España. Novelas del siglo XIX expresan en narrativa sucesos escritos por Ignacio Manuel Altamirano como en El Zarco o Clemencia. Recordar la novela admirable Los bandidos de Río Frío del escritor Manuel Payno. La narrativa del siglo XIX es importante para nuestra cultura contemporánea, ignorancia de la misma, ocasiona que seamos cortos de vista en la extensión y en el tiempo. Por ese camino es que debemos de valorar a Vicente Riva Palacio, no es sólo todo eso que se dice: político, novelista, poeta, cuentista, periodista, etcétera, etcétera. Porque el siglo XIX pone en la historia a los mejores hombres que hemos tenido, la mayoría de ellos, intelectuales y políticos, sabios y humanistas, juglares y pensadores, artistas y libertarios. El estudio de ellos nos lleva a una de sus mejores estrellas: Vicente Riva Palacio, al que define Clementina Días y de Ovando en concienzudo escrito de introducción al texto: Vicente Riva Palacio /Antología, publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México en el año de 1993.

Prólogo y estudio crítico de labor que sorprende por sus alcances en cada rubro que tomó como tarea civil y de conciencia humanista: expresa con mucho la riqueza del genio y personalidad que tuvo Riva Palacio para orgullo de ese siglo. Mucho que abarcar de un ciudadano mexicano de esos siglos de imperio español. Hacerle conocer debería ser tarea de todos los subsistemas educativos del país, pero ya vemos que hay que ser ignorantes para poder sobrevivir en este país; triste es que sea tarea ajena a la conciencia civil y al conocimiento de los mejores hombres y mujeres de México.

En todo destaca. Si revisamos su labor narrativa. dice Antonio Castro Leal: Poco después, ya consagrada casi totalmente a episodios históricos del México independiente, empieza la decadencia de esa novela con el propio Olavarría y Ferrari, y con Juan A. Mateos, Irineo Paz y Heriberto Frías, que la llevan a sus niveles más bajos. A principios de siglo XX alcana un efímero resurgimiento con Victoriano Salado Álvarez, que ameniza a en sus narraciones la historia de la época de Santa Anna a la Reforma, de la Intervención y el Imperio. Todo esto gira para los contemporáneos que somos en la novela admirable de Fernando del Paso Noticias del imperio, novela de novelas, así de grande es el trabajo creativo de quien es sin duda uno de los grandes narradores mexicanos de todos los tiempos. En ese camino están Fernando del Paso y Vicente Riva Palacio, de ese nivel son los dos genios de las letras en México, en diferentes siglos pintan una narrativa que a la vez que informar permite la recreación de tiempos que son expresión de alegres tiempos y difíciles momentos de la historia en el país. Lo que sorprende con Riva Palacio es que no sólo abarca el tema de la novela, pues igual tiene que ver con ensayos históricos, o con obras dramáticas y tradiciones y leyendas mexicanas. Y no sólo eso, porque su labor con las armas y la política deslumbra pues estuvo cerca de Benito Juárez y hasta la enemistad del dictador Porfirio Díaz, que prefiere mandarlo de embajador a España y Portugal con tal de tenerlo lejos y que no participe más en los asuntos de la política de su tiempo. Inacabable al reconocer la importancia como uno de los personajes más interesantes de la historia. Dice Castro Leal: En Riva Palacio tiene la novela histórica uno de sus más genuinos representantes. Conocía bien la historia de la época que escoge como escenario, y dentro de ella va dando vida a los personajes y orden y sentido a los sucesos que halló en los documentos de la Inquisición. En este trabajo —que resulta fácil para la fuerza de su fantasía y la soltura de su pluma— lo guiaba más el deseo de entretener y divertir al lector, que el propósito de darnos una pintura acabada de la época o una psicología intensa y fina de sus personajes.

Escritor-río, otra de sus cualidades, pues sus obras abarcan varios volúmenes y estos publicados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la UNAM, El Instituto Mexiquense de Cultura y el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, son prueba de la riqueza de sus obras y pensamiento.