¿Formando líderes?
Las instituciones educativas tienen una gran responsabilidad en sus manos; a sus aulas asisten quienes en el corto y mediano plazos se constituirán en la verdadera esperanza de México.
Esos niños y jóvenes representan el cien por ciento de nuestro futuro, razón más que suficiente para apoyarles en la conformación de una personalidad fuerte, dispuesta y comprometida con las grandes tareas de la humanidad.
Con esta idea clara, es urgente hacer saber a las escuelas en todos los niveles educativos que no podemos seguir haciendo lo mismo, que el mundo se ha transformado y que los retos del entorno son cada vez más complejos, solamente quienes tengan capacidad de liderazgo tendrán herramientas para ir avanzando en medio de una vorágine de situaciones adversas.
¿Se están formando líderes?, es una pregunta complicada en un entorno educativo que privilegia la forma por encima del fondo; carecemos del adecuado equilibrio para erigir hombres y mujeres con un catálogo de valores lo suficientemente amplio para orientar positivamente sus decisiones.
Seguimos teniendo universidades que en aras de la calidad académica, ejercen tal presión a sus alumnos que les nublan la razón al punto de llevarlos al suicidio; en contraparte, hay muchas otras que con tal de ganar matrícula, laxan al extremo sus procesos académicos, egresando profesionales con carencias tan grandes que son condenados a un ejercicio, no solo mediocre de una profesión, sino en algunos casos, peligroso.
Es imposible cimentar un liderazgo efectivo sin aludir al valor del ser humano en su concepto más amplio, ¿en dónde quedó la postura Aristotélica que creía que el bien supremo del hombre es la felicidad?
Y no confundamos, ser feliz no significa tener todo lo que deseo, ni salirme siempre con la mía y mucho menos lograrla a costillas del que se deje; la felicidad se compone de más condiciones como la búsqueda de relaciones positivas, que de manera natural favorecen la trascendencia.
Es urgente inculcar en las nuevas generaciones atributos que enriquezcan la interacción y nutran a todos los espacios de una actitud mucho más armoniosa; humildad, templanza, coraje, amor por lo que se hace y búsqueda de la justicia, son algunos de los requisitos que la modernidad debe restablecer como parte de un perfil más acorde con la realidad del mundo.
Ser líder significa asumir una responsabilidad en la que tenemos que encontrar sinergias positivas; no podemos serlo desde la teoría o desde la imposición. Es triste ver cómo, incluso en los espacios para la difusión del conocimiento, las personas buscan posiciones jerárquicas más por el mal entendido poder que por un genuino interés por encabezar un proyecto.
Mientras sigamos sin dejar claro en los centro de enseñanza que para lograr las metas hay que trabajar duro, que la puntualidad y disciplina son muestra de nuestro nivel de compromiso y que el respeto es la forma más inteligente para llegar a consensos, estaremos testimoniando los liderazgos que tristemente vemos todos los días.
Es momento de asumir ese compromiso y cuestionar lo que estamos haciendo; tal y como sugería el poeta escocés Robert Louis Stevenson, no juzgues cada día por lo que cosechas, sino por las semillas que plantas.
horroreseducativos@hotmail.com