HACIENDO FRENTE A LAS ENFERMEDADES.

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Dicen que no existe dolor más fuerte que el propio y es verdad, desgraciadamente cuando se trata del dolor ajeno, tan solo podemos imaginarnos lo que sufren los demás y aunque en ocasiones por solidaridad o cariño, como una forma de demostrar nuestro interés por quién está sufriendo alguna enfermedad, nos esforzamos por hacer cosas que de alguna manera dejen ver a la persona que sufre el dolor o la enfermedad, el interés nuestro por compartir sus sentimientos en torno al mal que le aqueja.

La realidad es que no podemos hacerlo y tampoco podremos como muchos quisiéramos, tomar el lugar de nuestros seres queridos para aliviar su dolor. Lo que si podemos hacer, es actuar con amor, no con lástima.

Actuar con amor de forma que podamos reflejar un verdadero interés por apoyar a la persona que está padeciendo con actitudes de compromiso moral, espiritual y claro cuando las circunstancias así lo permiten aun en lo económico.

Existen muchas enfermedades que pueden evitarse conscientemente y otras lo más que lograremos hacer, es enfrentarlas en su debido tiempo para aminorar el efecto de estas.

Por ejemplo; enfermedades como la diabetes o el colesterol o los triglicéridos, en la mayoría de los casos, no en todos, aclaro, pueden evitarse o aminorar el efecto agresivo de estas en el organismo, por ejemplo evitando la obesidad o ciertos malos hábitos.

Es importante reaccionar ante lo que podemos dejar de hacer o simplemente por salud no hacer, en el afán de no sufrir enfermedades que podemos inteligentemente evitar.

Existen por otro lado, enfermedades que por herencia o por genética o a consecuencia de una pandemia como la que vivimos en la actualidad, tendremos que enfrentar y en algunos casos sin importar cuanto nos cuidemos o que hagamos para evitarlo. Pero sin importar cuál sea el mal que nos aqueje, de ninguna manera podemos solo dejarnos caer sin hacer frente a la enfermedad.

El estado de ánimo puede ser un paso importante en la recuperación de cualquier patología. Oponer resistencia y negar la realidad solamente te hará sufrir más.

En todos los casos ser positivos y vivir con esperanza y con fe ayuda a enfrentar de la mejor manera las enfermedades.

Es muy común que al enterarnos que cierta enfermedad nos ataca, el desánimo nos invada y caigamos presa del temor y el desconcierto, esto es debido al desconocimiento de lo que seguirá y por otra parte también, al temor lógico de no tener control sobre los siguientes sucesos.

De lo que podemos estar siempre seguros es que nunca estaremos solos, tanto la familia como los amigos verdaderos y principalmente Dios, serán fortaleza para nosotros y verdaderamente no estaremos solos, es por esto por lo que, es importante no sumirnos en el temor que seguramente nos aislará de los demás y hará más largo y doloroso el tránsito por la enfermedad. Vivir confiados y buscar con esperanza la salud cada día será siempre el mejor camino a tomar.

“Es pues la fe, la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.”

Las enfermedades no deben enfrentarse solos, es en esos momentos, cuando como familia debemos unirnos y luchar juntos contra la enfermedad, porque la familia es el bastión de resistencia contra el desánimo y es en la familia donde encontraremos unidos y como uno solo, la esperanza y el ánimo para seguir adelante.

Sin importar cuál sea la enfermedad que nos aqueje, no aislarse, ni rechazar la ayuda de quienes nos aman verdaderamente nos hará sentir mejor.

Seamos humildes y veamos siempre adelante, no es correcto quedar sujetos al pensamiento negativo o simplemente fijar la mirada solo en el momento que pasamos.

El patriarca Job exclamó lo siguiente en medio de la enfermedad y del dolor: “Yo sé que mi Redentor vive…”

A pesar de lo difícil que parezca, la esperanza será nuestro mejor camino siempre.

La salud hoy en día cobra un sentido diferente cuando enfermarse deja de afectarnos solo a nosotros y por causa de nuestro descuido los demás se enferman, o simplemente afectamos la vida de quienes nos rodean, es así, esta pandemia nos ha obligado a voltear y ver a los demás, familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y si nos cuidamos nosotros, cuidamos a quienes están alrededor nuestro.

Estar sanos hoy en día es una responsabilidad de todos y solo así saldremos adelante. Pero luchar y esperar con fe es nuestra prerrogativa.