HAY PERSONAS QUE NO MUEREN, SE SIEMBRAN
En abril, aguas mil.
Refrán popular.
Tomé el título de la frase atribuida al poeta y escritor uruguayo Eduardo Galeano, por cierto, fallecido un 13 de abril y quién iba a pensarlo que diez años después, también un 13 de abril, falleciera otro titán de la literatura latinoamericana, Mario Vargas Llosa, a quien vamos a extrañar como un defensor incansable de los gobiernos democráticos y de la buena política.
Mismo mes en que otros dos grandes de las letras españolas, con derecho de picaporte bien ganado a la eternidad, también le dejaron un gran legado a la humanidad: Gabriel García Márquez, un 17 de abril del 2014 y Octavio Paz, un 19 de abril de 1998.
A este póquer de ases de las letras universales habría que agregar a quien fuera inspiración de Vargas Llosa, su paisano el escritor, historiador y militar Gómez Suárez de Figueroa, mejor conocido como Inca Garcilaso de la Vega, también fallecido un 23 de abril de 1616.
Dígame si no, esta es la mejor manera de dar profundidad y sentido a la reflexión de Galeano: Hay personas que no mueren, se siembran. Dan frutos, dan sombra, dan vida.
Abril, el cuarto mes del año, como el cuarto movimiento de una sinfonía, evoca hechos trascendentales en la historia de la humanidad; además de los escritores mencionados, también se conmemora cada 23 de abril, los fallecimientos de William Shakespeare y Miguel de Cervantes, dando lugar a la celebración en esta fecha, del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.
Pero no para ahí la cosa, también dejaron este mundo en el climax de la primavera, un 14 de abril de 1986, Simone de Beauvoir y el reconocido filósofo, dramaturgo, novelista y crítico literario francés Jean-Paul Sartre, muerto un 15 de abril de 1980.
Y ya que me fui como hilo de media, recordemos que en el hundimiento del Titanic, un 15 de abril de 1912, también falleció el escritor estadounidense Jacques Futrelle. No quiero dejar de mencionar que un 4 de abril de 1968, escribió su nombre con sangre en los anales de la historia por la lucha de las libertades y de los derechos civiles Martín Luther King jr.
Ya decía que el cuarto mes del año es como el cuarto movimiento de una sinfonía, ese que se caracteriza por servir de conclusión y resolución, energía y vitalidad, emoción y épica, esperanza y fe.
Uno de los cuartos movimientos más famosos de toda la música clásica es el de la Sinfonía No. 9 en Re menor, Op. 125 de Ludwig van Beethoven, por su «Oda a la Alegría», un himno coral basado en el poema de Friedrich Schiller, que es una celebración de la hermandad y la unidad digno del colofón de una vida del Papa Francisco, humanista y transformador, fallecido el pasado 21 de abril.
Por cierto, el mes de abril también se distingue por ser en el que más Papas han fallecido: empezando por nuestro recordado Juan Pablo II el 2 de abril del 2005, en el mes de la Semana Santa o Semana Mayor.
Otros Papas fallecidos en abril: Martin I el 16 de abril de 655; Benedicto VIII el 9 de abril de 1024; Honorio II, el 13 de abril de 1130; Juan XXII, el 4 de abril de 1314 y Urbano VIII, el 29 de abril de 1644.
Especialmente en el mes de abril como la canción de Juan Manuel Serrat, acompasemos el cuarto mes con los cuartos movimientos, como el de la Sinfonía No. 4 en Mi menor, Op. 98 de Johannes Brahms; la Sinfonía No. 41 en Do mayor, K. 551 «Júpiter» de Wolfgang Amadeus Mozart; El de la Sinfonía No. 5 en Do menor, Op. 67 de Ludwig van Beethoven, que es una explosión de energía y triunfo, transformando la lucha y la tensión de los movimientos anteriores en una celebración victoriosa.
Al escuchar el cuarto movimiento de la Sinfonía No. 2 en Re mayor, Op. 73 de Johannes Brahms, con su final alegre y optimista, con un carácter pastoral que refleja la belleza de la naturaleza nos llena de esperanza. De la Sinfonía No. 7 en La mayor, Op. 92 de Ludwig van Beethoven: El cuarto movimiento es un torbellino de energía rítmica, conocido por su vitalidad y su impulso casi imparable.
Quiero concluir esta referencia musical con el de la Sinfonía No. 6 en Si menor, Op. 74 «Patética» de Pyotr Ilyich Tchaikovsky: Aunque el tercer movimiento es más conocido por su marcha triunfal, el cuarto movimiento es una reflexión emocional y melancólica, que cierra la sinfonía con una profunda tristeza.
La misma que nos embarga cuando recordamos a quienes han dejado este mundo en abril, por ello, no puedo dejar de incluir en este intento de elegía luctuosa, a un político ejemplar y escritor prolífico, mi querido Maestro Ignacio Pichardo Pagaza, que nos abandonó un 14 de abril de hace cinco años.
Abril es una promesa que mayo tiene que cumplir, como lo sentenció Hal Borland, al evocar la expectativa y la esperanza que trae consigo el mes de abril, anticipando la plenitud de la primavera.