Impunidad de rebaño

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Se habla de corrupción política y de crímenes. Se explica en qué consisten actos políticos corruptos y se dan a conocer incontables crímenes. Se publican historias y nombres de políticos corruptos y de criminales. Sin embargo, no descienden los niveles de corrupción política y de criminalidad.
Las acciones políticas corruptas y las actividades criminales son una epidemia sin contención. Los corruptos y criminales pululan por doquier.
Ante este fenómeno de corrupción política y crimen, la inacción se queda en discurso anticorrupción y simulación de denuncias. La publicación de los nombres de políticos corruptos apenas alcanza para elaborar una lista de perdonables cuando debería ser una lista de punibles.
En lo más alto, en lo más grave y en lo más peligroso de la epidemia de corrupción política y crímenes, el antídoto involucionario es la impunidad de rebaño. Es el remedio menos incómodo para el poderoso, pero el tratamiento más peligroso para el conjunto social.
Con la impunidad de rebaño se descarta la vacuna que aconseja el imperio de la ley. La inoculación se aparta del civismo, el derecho y la ética.
Inesperado y sorpresivo. El que prometió erradicar la corrupción política de la vida pública, esta perniciosa enfermedad política y moral, él mismo, hoy ofrece la extensión del manto de impunidad a todos los niveles.
Con la impunidad de rebaño, cada día, aumenta la lista de perdonables que son borrados de la lista de punibles.
La irresponsabilidad social en el manejo de la enfermedad política. Con la impunidad de rebaño, la cura no proviene de una vacuna ética y legal que inocule la perniciosa corrupción y criminalidad. No hay inyección cívica, no hay pinchazo ético, no hay sustancia de derecho.
En lo insólito de la impunidad de rebaño, hay anzuelo político, hay la promesa de banquetes en restaurantes exclusivos y lujosos hoteles. Sin impunidad no hay paraíso, no hay nuevo encargo, no hay futuro posible. Por ello, el perdón al político corrupto y al criminal se concede a cambio de adhesión al bando dominante. Saltar una línea delgada.
Bajo la lógica de una epidemiología extraviada en el circo de las vanidades políticas, la impunidad de rebaño garantiza la inmunidad del mayor número de políticos corruptos y criminales sin importar el color y tipo del cuello de su camisa.