La Generación más ¿saludable?

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Mis padres no me entienden, no es que ahora nos enfermemos más, sino más bien, es que ahora somos más conscientes de nuestra salud tanto mental como física. Dicen mis papás que mis abuelos nunca fueron al psicólogo, ni tampoco ellos; que tampoco conocieron el consultorio de un nutriólogo y que aún así, llegaron a vivir a una edad muy avanzada. 

Ay, no me entienden, y eso que ya les dije que me diagnosticaron un cuadro de depresión persistente y me recetaron un medicamento que causa insomnio. Ese medicamento me deja medio aturdida al despertar y siento que me reduce la memoria. Además de que ya noté que he aumentado unos kilitos de más, lo supe porque el vestido que iba a usar en la boda de mi mejor amiga ya no me cerraba, y obvio no podía permitirme semejante oso, ¡qué horror! Así que le dije a mi doctor que, yo no sé como le hacía, pero tenía que decirle adiós a esa barriga. Así que me recetó un medicamento buenísimo para perder peso, pero ¿qué creen? que me dio taquicardia, no sé si fue porque tomé bastante en la boda y también después, jeje. Pero cuando vuelvo a consulta, que me detecta que tengo alta la presión, así que me receta otro medicamento, bueno, para ser precisa: dos, uno para atacar y disminuir la taquicardia y otro para la presión.

Me fascina ir al gimnasio, dedico dos horas diarias a cuidar mi templo, el único vehículo que tendré a lo largo de toda la vida; para mi es súper importante y por nada del mundo lo cancelo. Y cuando por alguna razón o circunstancia llego a faltar, me siento horrible, fatal, como que fallé en algo súper importante. Como no quiero fallar me compré mi Multivitamínico, y como no tengo tiempo de saber cuál me falta, mejor que sobre y no que falte, por eso me compré el que va desde la A hasta la Z, para estar mas segura.

Gasto un dineral en las consultas y medicamentos, pero ni modo, es mi salud y no me duele el codo. Aunque, tengo que confesarlo, luego me llego a angustiar demasiado, porque llego arañando la quincena. La otra vez me visitó un asesor financiero para ofrecerme un plan de ahorro para mi retiro, y quedó sorprendido con la cantidad que gasto mes a mes en la industria farmacéutica en lugar de destinarlo a una inversión para mi futuro. 

Con tanto estrés acumulado, entre el trabajo y que no me alcanza para ahorrar, ya que todo se va a la farmacia, comencé a sentir dolor estomacal, creo que es acidez. Voy a la farmacia por mi caja de pastillas para aliviarme.   

Y para acabarla de amolar, mis dientes se me están cayendo, dicen que es por los antidepresivos, pero yo no lo creo, de todos modos, ya estoy yendo con el dentista.

Ya les había dicho de la memoria ¿verdad?, ¿o no?, bueno, pues me fui a comprar también un suplemento en pastillas.

Cada año me hago un check up, para cuidarme al máximo y en ellos salí con glucosa alta y colesterol del malo también. El doc, me recetó dos medicamentos más: uno para prevenir la diabetes y otro para prevenir infartos.  

Todavía me sigo sintiendo cansada, deprimida y engordando. Mi doctor ya me cambió mi antidepresivo por uno más moderno, todo bien, pero ahora me dan más ganas de orinar más frecuentemente por lo que me recetó otro medicamento para contrarrestar las reacciones del nuevo y mejor antidepresivo. 

Dicen mis papás que eso no es salud. Ya no soy una niña, tengo casi cuarenta años, yo sé lo que hago. 

Ahora vi en tik tok a un cirujano bariátrico buenísimo, ya le mandé mensaje para que me reduzca el estómago. Y mi amiga, la de la boda, me recomendó un psicoterapeuta buenísimo. A ver si me ayuda, porque últimamente ando, ansiosa, triste, deprimida y sin dinero, pensando en dar fin a mi existencia. 

Ya se los dije a mis padres: por toda la importancia que le damos, somos la generación, en toda la historia de la humanidad, a la que más le importa su salud y por ende la más sana.