La Iguana de Casandra – El Poeta Detrás de su Obra

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Sus poemas vibran y arden en el recinto sagrado, enlazan nuestros siglos y unen milenios de poesía. Zapata anuncia lo que está por venir en nuestra lírica.

José Emilio Pacheco

 

MIGUEL ÁNGEL ZAPATA

Uno escribe poesía caminando

                                                    (MAZ)

 

Entrevista de Ale Pastore

     Sin duda, Miguel Ángel Zapata (Piura-Perú) es una de las voces más representativas de la poesía peruana contemporánea. Gentilmente nos recibe en la ciudad de Lima-Perú, donde creció y se encuentra de paso, ya que actualmente radica y trabaja en Nueva York desde hace varias décadas. Conversamos en torno a la poesía, la música y su reciente libro La iguana de Casandra (Poesía 1983- 2021). Esta edición además cuenta con un Apéndice donde se incluyen ensayos sobre su obra poética de Randolph D. Pope, Rolando Pérez, Oscar Hahn, Rossella Di Paolo y una entrevista de Mariza Bafile. Este libro fue editado por el Fondo de Cultura Económica, y se encuentra disponible en México, Perú y Estados Unidos.

Gracias Miguel Ángel por recibirnos…

Ale PastoreEn un libro que reúne más de treintaicinco años de obra poética, nos podrías contar ¿cómo fue la selección de éstos?, ¿destacarías algunos imprescindibles?

 

Miguel Ángel ZapataLa poesía se purifica lentamente como los árboles. Comencé a revisar mis poemas desde mis primeros libros para hacer una selección final. Ahí me di cuenta que habían poemas que ya –según mi criterio– no correspondían o se habían quedado a medio camino. Así que los fui dejando, e incluyendo otros que me parecían mejor logrados. Después de pasado el tiempo uno puede corregir un poema, eliminando alguna palabra o varias, y agregando algo mínimo para mejorarlo. Es un proceso de afinamiento. Uno mejora con el tiempo, pero seguimos siendo los mismos. Comencé un período de purgación lenta, donde uno se da cuenta que no todo lo escrito es bueno, pero algo es rescatable.

AP Leerte es navegar en un mundo lleno de árboles, la calle que nos mira, una ventana que se abre y se cierra, mil rosas, un cuervo travieso que a su vez toca la melancolía y nos transporta. Sin duda, una obra colmada de simbolismos. ¿Qué significa para Miguel Ángel Zapata el transitar por esos espacios?

MAZ — Es cierto lo que dices. Hay muchos árboles, ventanas, cuervos, muchas aves y otros animales, pero también ciudades, viajes y rosas. El espacio es vida me dijo en una entrevista Jorge Eduardo Eielson, y así es. Cada espacio en la poesía guarda el devenir vertiginoso de las imágenes. El espacio te busca desde el cielo, la página más amplia del mundo, o en algún río olvidado o una calle angosta sin salida, inclusive en la sombra de un árbol solitario. Entonces tienes que dejar que te invada el espacio, que te posea, tienes que dejarte ir con el aire, y olvidarte del lenguaje. Al final uno escribe así caminando, siempre en movimiento por el mundo. He ahí la libertad que te brinda la poesía verdadera.

APDetrás de la obra estás tú, Miguel Ángel Zapata. Un ser humano apacible e intenso a su vez. ¿Cómo canalizar esas emociones a la hora de escribir?, ¿crees en la disciplina para encontrar armonía en tus poemas o prefieres fluir en esa libertad?

 

MAZMi disciplina es leer siempre poesía, digamos, todos los días. Hablar de poesía, pero más que todo, vivirla. No escribo todos los días, pero las palabras siempre están al acecho, buscando ser inscritas a la hora del poema. También me alimento de música clásica cada mañana, de preferencia para chelo o violín. Una pieza de Elgar te puede hacer escribir de inmediato, como también la séptima sinfonía de Beethoven. Entonces, durante la emoción que te producen estas canciones, a la hora de volar uno repara que tienes que cerrarle la puerta al corazón por un instante. Después escribes el poema sin parar. Tal vez por eso no prefiera la poesía barroca o excesivamente oscura. O aquellos poemas que son sólo meros jueguitos verbales. Lo transparente es difícil de lograr en poesía. Prefiero la poesía clara, pero profunda, como un hondo río.

 

APPero además sé de tu pasión por la música criolla peruana, de tu acercamiento a través de grandes referentes como José Durand, Lucas Borja, Raúl Fort, entre otros. El cajón peruano es tu instrumento, has participado de jaranas criollas nada menos que al lado de Canano Barrenechea o Pomadita Lazón. No sólo no pierdes tus raíces, sino que eres un gran embajador de tu patria alrededor del mundo. ¿Qué le ha dado el Perú a Miguel Ángel Zapata?, ¿cuánto del Perú vive en tu obra?

 

MAZMi cuerpo pasea por Nueva York, pero mi mente siempre está en el Perú. También debo decir que viviendo fuera del Perú aprendí a respetar a toda la América latina. El Perú me lo ha dado todo, sin llegar a ser excesivamente nacionalista, entiendo que donde has crecido te marca para toda la vida. Como te decía antes, respecto a Elgar o Beethoven, la música amanece conmigo, pero de la misma manera la música criolla peruana despierta conmigo. Me refiero a los valses y marineras peruanas que llevo en el corazón. Y como toco el cajón, y algunos otros instrumentos de percusión, me ha permitido continuar haciendo música peruana fuera del país. En casa tengo tres cajones, y los toco con frecuencia. A José Durand, escritor y musicólogo peruano, lo iba a visitar a Berkeley (cuando vivía en California) para hablar de literatura y de música criolla peruana. El también tocaba el cajón, y fue un gran conocedor del acervo peruano, y además fundador en Lima de la célebre Peña Pancho Fierro.

No sé si en mi obra está siempre el Perú, porque escribo sobre distintos lugares, espacios, países donde he vivido, o ciudades donde he estado de paso. También, claro, tengo poemas sobre Lima, Cusco, y el norte del Perú. Pero también sobre México, Estados Unidos, España o Francia. Lucas Borja es un eximio guitarrista peruano, fundador de tríos y dúos de música criolla. Un gran amigo y conocedor de la bohemia limeña como nadie. Tengo gratos recuerdos también de las jaranas que se armaban en la casa de Raúl Fort (él tocaba el piano), donde llegaba Purizaga, que era el primer violín de la Sinfónica, Pedro Ridautt, y Emilia Freundt, cantantes extraordinarios. Los cajoneros que mencionas, Canano Barrenechea y Pomadita Lazón, ya fallecidos, fueron de lo mejor en el Perú. Los conocí y aprendí mucho de ellos. El cajón es un instrumento que se toca al oído, y como la poesía, mantiene un ritmo difícil y sensual.

APY para terminar ¿Lo mejor que te ha dado la vida literaria?

 

MAZLa poesía es un trabajo difícil pero que sabe darte felicidad. Lo más grato es descubrir poemas de autores que desconocías, y de los cuales aprendes. También volver a tus clásicos es un deleite, ya que cada lector construye sus propios clásicos. Cada poeta tiene los suyos, me imagino. Siempre vuelvo a Ungaretti, Montale, Vallejo, Ajmátova, Roethke o Celan. Esos poemas son los que de verdad te emocionan, y te ponen feliz en cada lectura, aun cuando se caigan algunas lágrimas.

***

     Al final se siente claramente como el libro condensa todo lo vivido en esos poemas, cómo enfrenta el poeta la vida y cómo la vive. No le puedo poner fin a algo que no ha culminado, sino por el contrario, luego de esta entrevista me queda claro que Miguel Ángel se renueva en el presente con la autenticidad y humildad que lo caracteriza, viviendo una realidad cercana a la felicidad.

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TRES POEMAS – LA IGUANA DE CASANDRA

 

EL PUENTE DE BROOKLYN

(primera visión)

Hoy dejó de ser invierno por un día.

Los cables de acero se volvieron tulipanes

de primavera, y el río turbio se calentó con

las muchachas que bajaban en bicicleta a

divertirse en la ciudad.

Ni el río ni el cielo tenían apuro: la algarabía

del vino crecía con el sol y el deseo un largo y

complaciente baguette.

El río bebe con el cuervo la penúltima copa de vino tinto.

Una mujer de cabello castaño largo dictaba

un poema al violeta del sol, y el río se preparaba sin

remedio hasta mis ojos descolgados.

DYLAN THOMAS VUELA POR MANHATTAN

 

Vuelan las cenizas de Dylan Thomas por el aire de la villa,

navegan sus huesos por los canales del gran río, por las

cavernas donde sacudió la noche de un plumazo resucitan

las cervezas frías y se prenden todas las antorchas…

UNO SE CANSA DE ESTAR SOLO

 

Uno se cansa de estar solo delirando

con una ventana en medio de la calle,

entre la nieve que arrastra

su blancor por los callejones olvidados.

Uno se cansa de salir a buscar la

misma mujer con el cabello

largo hasta los pies.

Tal vez en eso consista el arte de la soledad:

escribir repetidas veces la isla con su cielo lila

y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre

nuestro cabello alborotado.

Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria

para el tiempo que vendrá.

Miguel Ángel Zapata ejerce de catedrático de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Hofstra, Nueva York. Ha publicado recientemente: La iguana de Casandra. Poesía selecta 1983-2021 (Fondo de Cultura Económica, 2021), Cancha de arcilla. Poemas en prosa (Bicoa: Nueva York 2020- Lima: Summa, 2021), Un árbol cruza la ciudad (Lima: Máquina Purísima, 2019- México: El Tucán de Virginia 2021), A Tree Crossing the City (New York Poetry Press, 2019). Edición bilingüe (New York Poetry Press, 2019).