La maravillosa obra de Julio Verne

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Siguiendo la influencia de Edgar Allan Poe, el autor escribe:

EL CHANCELLOR     (1875)      

Cuando J. R. Kazallon decide viajar desde Carolina del Sur a Liverpool a bordo del Canciller, inesperadamente la nave cambia de rumbo y naufraga en un arrecife.

Comentarios y datos: esta obra se lee en forma de diario, caída ya en desuso; un estilo socorrido en esa época; recordemos también la forma epistolar en otras obras clásicas, como Drácula de Bram Stoker o Frankenstein de Mary Shelley.

El autor basó su relato en una tragedia que conmovió a toda Francia: el naufragio de La Medusa.

Se resalta en esta obra el tema del canibalismo con una crudeza tal, que no recuerdo haberla encontrado en ningún otro de los libros del autor, ni siquiera en Capitán Hatteras, o Una Invernada… Un Capitán de 15 años o alguna otra. No se me viene a la mente otro relato donde la barbarie se describa tan, repito, cruda, como en esta novela. Todo esto, con la intención de mostrarnos el enfrentamiento que puede producirse entre los valores morales y los instintos irracionales propios de una situación en la que se produce un conflicto de intereses; entre el instinto de supervivencia y las razones éticas, es decir, la lucha entre la carne y el espíritu; el dilema entre la civilización y la barbarie.

Es quizá por esta razón que El Chancellor no sea una de sus novelas más conocidas, pues se encuentra entre las obras menos reeditadas del autor.

A pesar de la amenidad y el interés de la novela, El Chancellor no encaja en el prototipo predefinido de los Viajes Extraordinarios, ya que no es una novela científica, aunque los detalles científicos no estén ausentes; tampoco es un relato de anticipación y resulta difícil clasificarla como novela juvenil. Es sólo una novela de aventuras marinas que sobresale por su contenido ético, y que hoy en día ha sido injustamente olvidada.