La muerte del jazz en una cafetería

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Entre los vapores de las máquinas de café, alguien escoge una playlist, coffee break o música de elevador, y ahí sale un estilo cool jazz. El barista deja el celular y se apura a moler los granos de café. Dos mujeres se miran mientras platican sobre el nuevo hijo de una tal Ximena y la voz desgarradora de Chet Baker las acompaña. Ninguna de ellas es consciente de todo lo que acontece en los parlantes, se desvanece la música y ellas pasan a otro tema como el amorío de su esposo.

A pesar de ello, un joven practica sus standards y llega a un pequeño departamento en la calle Gómez Farías y saca su instrumento. En el Real Book estaba todo el repertorio, pero él había aprendido el solo de Charlie Parker que se había convertido en un himno del bebop.  Todo estaba en su mente y les suelta a todos un: vamos con el de Donna Lee. Se ríen de ese chiste entre músicos mientras sorben la cerveza y el sax tenor lucha por tocar el solo. No cualquiera puede tocar bebop, porque los dedos no dan para tanto, ni la agilidad mental.

No hay más público que los mismos músicos que después de estudiar escalas simétricas y aprenderse compases de memoria, improvisan. Ahí nace y muere el jazz, cuando después de ese bebop de Charlie Parker, el músico es libre de componer en su mente y soltar con sus dedos en un momento de revelación, el estado de locura como una pintura fauvista con tonalidades que forman nuevas armonías, donde lo no establecido realmente es lo que expresaba sus sentimientos. Ahí es donde se encontraba el alma de los músicos, su cara verdadera, como si el músico hablara directamente en un encuentro a ciegas, desnudo, sin palabras.

 

John Coltrane decía que con la música él podía acceder a otros estados más allá de la conciencia. Y justo en esas líneas que improvisó el joven se quedaron en el aire, nadie las grabó y entre la embriaguez de la noche, apenas y recuerda que ese solo fue el mejor que ha tocado.

¿Dónde quedó el jazz? Para intentar responder, primero tendría que remontarme a las work songs, canciones que los esclavos africanos cantaban mientras hacían trabajos con un golpe retardado que sonaba a sus pasos afligidos con cadenas, repetición interminable, el swing. Es ahí, en Estados Unidos, donde la búsqueda de la libertad muestra la naturaleza humana. Una esencia que más tarde el blues retomará cuando adquiere nuevas formas de expresión como el I feel blue”, una manera de gozar la tristeza.

 

El jazz empieza a tomar forma a principios del siglo XX cuando en los bares, ya después de haber tocado en las Big Bands algo simple y medido, los músicos tomaban las bases armónicas de las canciones para hacer solos más largos, ensanchar el tiempo, achicarlo a capricho, cambiar de tonalidad armónica. Considerado vulgar, de libertinaje, donde se podía bailar. Como los estudiantes de ahora se reúnen a soltar su lenguaje.

Yo te puedo decir lo que has escuchado últimamente y qué te gusta por la manera en que improvisas.

Secretos del gurú 463 tomo IV

Roberto Larry Macías Trejo 

 

Los pies de una muchacha que lleva cargando su guitarra le duelen, terminó de pasar lista en las fondas y recibir unas monedas de los comensales. En las cafeterías más sofisticadas no le permitirían interpretar nada, aunque argumente que estudia jazz en el Conservatorio de Música del Estado de México. La cuarentena le dejó más deudas y, hasta apenas, había podido salir de nuevo. Decide tocar también en el camión para no pagar para ir a casa.

Para un oído educado o concienzudo es fácil saber las inspiraciones, cómo se siente o qué escalas utiliza, si escucha pop o metal, si nunca ha puesto un metrónomo, si hace combinaciones de escalas simétricas o superposición de acordes. La teoría es basta y cada vez se hace más compleja, más el tocarla. A ella le costaba trabajo improvisar en las clases de Larry, él parecía que sabía todo lo que pasaba, por sólo ver cómo tocaba su instrumento.

¿Cuál sería el propósito real de estudiar tanto? ¿Qué le iba a decir Larry que sabía que realmente no tiene apoyo de las instituciones y de la sociedad? Después llega la noticia que a Larry ya no lo quieren de maestro, sin dar ninguna razón válida y el jazz en el Conservatorio se apaga. Si de todos modos ya a nadie le interesaba tanto el jazz. Los jazzistas ya habían roto lo establecido, luego llegaron los punks y sólo gritaban, no sabían tocar, los jazzistas de antes trataron de encontrarse a sí mismos y a la música en sí, el origen de su ser a través de la música, no importaba que rompieran estigmas, porque ya sabían de qué trataba eso que tocaban.

El jazz no es para sonar intelectual. Se pide de la manera más atenta que se vayan todos los detractores a su rincón. Cuando sólo me baso en una teoría de la tonalidad de toda una pieza e improviso sin swing en ese piano, esa sensación de estar blue. Mientras algunos intelectuales se quejan del régimen con una cerveza en la mano, las carcajadas de los ingenieros mientras les aconsejan vestir ceñidas a las cantantes de pop que venden su imagen sin saber qué notas emiten.

El jazz no ha muerto aunque no haya público, los recitales aún sobreviven con 15 personas, en un auditorio asisten varios, la novia del guitarrista, su mamá, una tía, un amigo metiche y egoísta, y los compañeros que lo observan. Cuando improvisa el ser vuelve a su naturaleza original de búsqueda de libertad, ahí nace el jazz, y muere al instante cuando no es escuchado.