La pequeña guerrera

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La guerrera, es una mujer sin filtro, complicada, de carácter fuerte. De ella no tendrás hipocresía, siempre es clara y su cara es transparente y si algo no le agrada lo sabrás, a través de su mirada.

Es pícara, con una insolencia que la hace inconfundible, libre, naturalmente sensual y algo extraña, tan extraña que nadie logra descifrar, leer y entender, un crucigrama viviente, como algunos le llaman.

Está llena de pasión incontrolable, con una variedad de personalidades, únicas, auténticas en sí mismas, personalidades que conviven juntas, sin conflictos, envolviéndose en el compás lento, elegante y sobrio de un Tango.

Es insoportablemente exquisita, es el exceso de equipaje en los aeropuertos, el humo que se pierde de la chimenea sin que nadie se diera cuenta, la chica de humo, una loca muy cuerda que no hay junta de médicos que pueda con ella.

Dicen que está loca, porque su locura la lleva a donde ella quiere, simplemente fluye, a través de las notas musicales que sólo ella puede escuchar, mientras que toca su contrabajo y se pierde haciendo siempre su trabajo.

Es intensa como el cielo estrellado, a veces simple como el aleteo libre de un delfín en mar abierto o un mono libre en medio de la selva.

Es algo provocativa, segura de sí misma y la líder de los rebeldes incomprendidos, divergente en toda su expresión, creyente de su propia ideología que no se acerca a ninguna impuesta por la sociedad en la que vive.

La pequeña guerrera es amante de los retos, rompedora de estereotipos socialmente aceptables, estereotipos en los que ella casi siempre desencaja.

Es un ser de cielos, de nubes, de vuelos, no de salas de esperas, ni aterrizajes forzosos.

Es destino, sin escala, sin maletas sobre la espalda.

Es turbulencia pura no apta para acro fóbicos, es el pasaporte de un poema sin salida de emergencia.

La pequeña guerrera siempre va con un pie por delante de todos, sin saber ni ella misma cómo lo hace, acariciando la vida con una sonrisa, a cada segundo, como el vaivén de su incansable riñón que se esfuerza día a día por seguir, a pesar de los doble jotas insertados, drenes que lleva encima, quirófanos fríos que la reciben con un abrazo, pero sin certeza de permitirle volver a casa con los suyos.

Ella odia seguir reglas, patrones, pasos. Su padre, su mentor, su héroe sin capa, siempre le dice, apréndete las reglas para luego romperlas en caso sea necesario… le encanta romperlas, no cabe duda, mientras que su madre, una mujer muy sabia e impaciente, no se cansa de repetirle: No sé qué voy a hacer contigo a lo que ella siempre responde entre risas: Ámame que me perderás.

Odia tener que hacer las cosas como hay que hacerlas; sin embargo, siempre se asegura de lograr: Una tarea eficiente.

Es desordenada, anda despelucada, despeinada. No tolera la perfección impuesta por el famoso que dirán. Es fiel como perro, pero si no le demuestras el constante interés que merece, se esfuma sin dejar huella.

Es tormenta, tsunami que, si no sabes contenerlos arrasan con todo sin tregua; sin embargo, si te sabes mover dentro de ellos, querrás que duren para siempre.

Es una fiel creyente que no es bueno tomarse todo en serio, la vida es cambiante, compleja, dura, lo cual, piensa, no permite vivir en serenidad plena, porque sería dejar de vivir.

Es ante todas las cosas madre y padre también, que se esfuerza día a día por ser el mejor ejemplo para sus hijos, que ama con locura, pero sin perder el juicio, pues tiene claro que, sin juicio, ellos se perderían para siempre por los caminos equivocados, oscuros, sin salida, sin retorno, que ella conoce mejor que nadie y que ha logrado librar como guerrera que es.

Es amante perdida de los animales, rescatista, criadora, sirviente de esos seres de cuatro patas que ama, cuida y protege como su propia vida.

Ha vivido su vida como un malabarista, tratando de hacer malabares para sobrevivir y para atravesar caminos que solo con ingenio y gracia se pueden pasar.

Está hecha para las alturas, un ave fénix sin retorno, de una sola vez en esta vida.

La pequeña guerrera también tiene miedo, miedo de sentir, de haber encontrado, lo que toda la vida ha buscado y de perderlo, después de encontrarlo.

Dicen que el miedo no es sano; por el contrario, siempre piensa que al estar asustada y ser capaz de sentir miedo, es lo mejor que le pudo pasar, pues significa que aún tiene algo que perder. ¿Ella siempre se pregunta, por qué quiere seguir luchando? Con barreras siempre altas, y probabilidades mínimas, por qué no empaca y huye y escapa como una niña ante una amenaza.  Sería más fácil huir, pero su terco corazón, no se lo permite, porque al final no hay gloria en lo fácil, nadie recuerda lo fácil, recuerdan la sangre y los huesos, y el largo vuelo agonizante hacia la cima, pues es ahí donde te conviertes en legendario.

Que podamos vivir sin alguien o sin algo, no significa que queramos, o tengamos que hacerlo, pues vale la pena luchar por lo que vale la pena tener.

La pequeña guerrera es una mujer indomable, vehemente, una yegua sin jinete, un alma libre y mágica, ama, más de lo que una persona terrenal podría amar, ama como sólo ella sabe hacerlo, con la mirada, con el suspiro, con el pensamiento, con el abrir y cerrar de ojos, con el alma descubierta y el corazón libre.

La vida es frágil, impredecible, inestable, más aún, la suya que va en descuento, con un tic tac permanente, que le marca las horas que le quedan y le cala los huesos.

Es como cuando los hechos dicen lo que las palabras no pueden. Así son estas ganas que la envuelven como un huracán arrasando todo en su camino, ya que lo único que quiere es darse la felicidad de saberse viva, la felicidad de respirar, como un bebé recién nacido que se cobija en los brazos de su madre, como una taza de café por las mañanas que cae en las manos adecuadas, como sólo ella sabe tenerse y valorar cada instante de esta vida que la pone de cabeza sin más, esperando ser vivida como ella sabe vivirla, conectada a la eternidad, sin dolor, sin angustia, sin pausa pero sin prisa.

La pequeña guerrera es una mujer complejamente simple, fácil de complacer si le prestas atención a cada detalle o señal de algo que le guste o le agrade.

Siempre promete amar, aunque la odien.

Siempre promete no huir pase lo que pase, salvo que la yugular se le reviente y que tenga que salvar lo más sagrado que tiene, su vida.

Va a cuidar y proteger a los suyos hasta el final, y si les falta la memoria les recordará quiénes son las veces que sea necesario y quiénes son cuando están junto a ella.

Ella hoy está segura de algo, que va a estar bien, significa que crece, significa que evoluciona, excepto una cosa, que no cambiará y es que nunca dejará de luchar y de amar, porque estos dos verbos, viven casados sin opción a divorciarse.

El amor para ella es una palabra que no alcanza, no importa quién sea o quién haya sido, ni en qué se convierta, pero siempre buscará ese amor sutil, sereno, silencioso, dulce, con una fortaleza inquebrantable, lleno de paz y sosiego.

Ella nunca está segura de nada, sólo tiene claro que ama con el medio riñón que le queda y toda su existencia y su vehemencia se desencadena por aquel amor tan bonito.

Ella vive en constante cambio, pero ese amor que siente por la vida y por el amor en sí mismo, no cambiará jamás, y si el mundo se acaba, no quiere estar con nadie ni con nada, más que con aquel que ama, como el amor que siente por la vida y por el propio amor que le sale del corazón tan inmenso que tiene.