LA PERSEVERANCIA: UN VALOR QUE RETA.
La perseverancia es un esfuerzo continuo, supone alcanzar lo que se propone y buscar soluciones a las dificultades que puedan surgir, un valor fundamental en la vida para obtener un resultado concreto.
Con perseverancia se obtiene la fortaleza y esto nos permite no dejarnos llevar por lo fácil y lo cómodo.
En un mundo globalizado, que, a partir de la lógica universal de cooperación entre naciones e individuos, fácilmente extraviamos la voluntad, el esfuerzo extra o el propósito original que dio inicio al esfuerzo primero.
Cuando Moisés libertador del pueblo de Israel, pasaba la estafeta de mando a Josué general del ejército, para cruzar el rio Jordán y llevar al pueblo hasta la tierra prometida, donde se establecerían como nación, Josué recibe una indicación de parte de su Señor:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente…”
Curiosamente, no le ofrecía poder, ni riquezas, un amplio presupuesto, ni a sus mejores asesores, mucho menos a sus compadres para auxiliarlo en tan grande labor por iniciar.
Dios, le da un mandato directo y conciso a Josué; “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente…”
La perseverancia es un valor que reta a los más altos estándares de la vida, aquellos que nos hacen plantear y replantear una y otra vez nuestras intenciones y principios.
Ese esfuerzo extra, ese deseo por ser mejores sin dejarse amedrentar por los sucesos de la vida, es un impulso continúo motivado por una visión de las cosas que deseamos vivir o alcanzar, anhelos, motivos e intenciones.
Es claro que la perseverancia conlleva carácter, es decir; expone claramente de que estamos hechos o en que somos capaces de convertirnos.
Posiciona nuestra marca de salida y establece un destino y una meta, nos forma como personas y determina el camino a seguir.
Pero la perseverancia aclara también de que no estamos hechos, lo que normalmente no seríamos capaces de hacer.
Ahora, el asunto aquí no es si somos capaces o no, sino más bien las posibilidades de lograr tal o cual cosa a pesar de nuestras incapacidades o flaquezas, es decir; lo que nos entorpece o pretende inhabilitarnos para ser o hacer.
La perseverancia nos deja ver, que si nos esforzamos y con valor luchamos por las cosas que nos proponemos, entonces y sólo entonces, lograremos los objetivos propuestos.
Sí fijamos la mirada al frente con determinación y un buen porcentaje de esperanza llegaremos al destino deseado.
Quiero compartirle algo que escribí hace un tiempo.
De las cosas de la vida
Por Aarón Dávila Payán
Es normal que las crisis y los problemas,
causen temor y desconcierto.
Y no se trata de valor, balance o fortaleza;
Es más bien, el deseo por vivir
lo que nos levanta nuevamente,
tantas veces como sea necesario.
Cuando vuelves el rostro y miras a tus hijos,
a tus seres queridos.
Observas lo que hasta ahora has logrado
y visualizas lo que falta aún por lograr.
¡Levántate! Por el solo deseo de seguir el camino.
Por el solo deseo de encontrar lo siguiente,
lo que aún no has vivido.
Cuando el viento recio y la tormenta soplan,
la palmera se dobla, llega hasta el suelo,
y parece perdida.
Pero en cuanto pasa la crisis, bien erguida.
Extiende sus ramas y espera paciente
el fruto de la tormenta.
Detén tu camino tan solo por un momento;
Calla, observa todo alrededor de tu vida.
Escucha, respira profundo un par de veces
y contempla la respuesta a tu súplica.
Tal vez, ahora mismo esté delante de ti.
Probablemente ha estado ahí
desde un tiempo atrás y no lo habías notado.
Corremos tan rápido la carrera de la vida,
que olvidamos lo que teníamos que recoger en el camino.
Simplemente dejamos pasar las cosas importantes.
Vive ahora, pero vive bien,
no me refiero a lo material,
más bien a lo esencial.
Encuentra lo valioso de tu vida;
Lo que te hace fuerte, lo que te hace andar.
Entonces sigue y no detengas tu camino.
Al final del día hallarás tu destino.
“Quién persevera alcanza”, dice aquel dicho bien conocido por todos.
Flaquear, probablemente, darnos por vencidos, jamás.
Cada día aporta sus propias intenciones, luchas y obstáculos a vencer, pero si perseveramos hasta el fin, llegaremos y obtendremos la victoria en la carrera.
Este poema, fue tomado del libro “Hoy Cortaré Una Rosa” escrito por Aarón Dávila.
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