Las capacidades humanas en el contexto de la privacidad profunda

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La inquietud inicial de hablar sobre privacidad profunda ha cambiado en función de los elementos que subyacen en torno a su definición que, rebasan por mucho el planteamiento original que quería realizar en torno a la taxonomía de los datos y una breve introducción del concepto, a, la identificación de la necesidad de abordar con mayor extensión la idea frente a los paradigmas que hoy en día se nos plantean en la cotidianeidad y que aparentemente pasan desapercibidos como parte de la inserción tecnológica en nuestra cultura que evoluciona de una manera mucho más dinámica de la que percibimos y que va cambiando poco a poco el cariz de nuestra realidad.

Precisamente en el marco de la conmemoración internacional del Día del Trabajo y, el nuevo paradigma de las capacidades humanas, hemos llegado al punto en el que, la simple educación formal de una persona, resulta insuficiente para generar un producto terminal que sí puede ser elaborado a partir del uso de herramientas informáticas basadas en inteligencia artificial, lo que, hasta hace un par de años parecía imposible de lograr, es decir, el grado de dependencia que hoy en día tenemos, ya nos impactó al ámbito laboral, puesto que, si bien se reitera que la inteligencia artificial por el momento no sustituye la labor o el trabajo humano por completo, sí hemos llegado al punto en que una persona que no utiliza inteligencia artificial, difícilmente podrá competir con una persona que sí la utilice en una rama o sector determinado, por muy inteligente que sea la primera, lo cual, genera una brecha enorme y hace necesario redefinir, no sólo los valores de lo humano, sino la expresión de la ocupación, la educación y la productividad.

Lejos quedaron los tiempos en los que las noticias compartían las anécdotas de los triunfos de la programación frente a las capacidades humanas, en los cuáles, me gustaría recordar que en 1997, el programa de inteligencia artificial Deep Blue, desarrollado por IBM, enfrentó al campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, en una serie de partidas históricas. Deep Blue utilizó algoritmos de búsqueda y evaluación para analizar millones de movimientos posibles por segundo y seleccionar la mejor jugada en cada situación. A pesar de que Kasparov era considerado uno de los mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos, Deep Blue logró vencerlo en un partido, convirtiéndose en el primer programa de IA en derrotar a un campeón mundial en un juego de mesa complejo.

Posteriormente, en 2016, AlphaGo, un programa de inteligencia artificial desarrollado por DeepMind, una subsidiaria de Google, desafió al campeón mundial de Go, Lee Sedol, en una serie de partidas. El juego de Go, un antiguo juego de estrategia chino, se considera mucho más complejo que el ajedrez debido a su vasta cantidad de movimientos posibles. AlphaGo utilizó técnicas de aprendizaje profundo para analizar patrones en millones de juegos pasados y desarrollar estrategias avanzadas. Sorprendentemente, AlphaGo venció a Lee Sedol por 4-1, demostrando la capacidad de la inteligencia artificial para dominar juegos complejos que requieren intuición y creatividad.

Hoy en día, en varios estudios, se ha demostrado que los sistemas de inteligencia artificial pueden superar a los radiólogos humanos en la interpretación de imágenes médicas, como tomografías computarizadas (TC) y resonancias magnéticas (RM). Por ejemplo, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford encontró que un algoritmo de aprendizaje profundo superó a los radiólogos en la detección de neumonía en radiografías de tórax. El algoritmo identificó con mayor precisión las áreas afectadas por la enfermedad, lo que podría tener importantes implicaciones para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes.

En el paisaje cambiante de la era digital, las capacidades humanas se ven desafiadas y redefinidas por la emergencia de la privacidad profunda. Este concepto va más allá de la mera protección de datos personales para adentrarse en las profundidades de la existencia humana en el contexto digital. 

Sin embargo, para valorar cuáles son los principales retos de la humanidad frente a estos nuevos paradigmas, se vuelve insuficiente abordarlos desde una perspectiva fenomenológica o descriptiva, sino que se hace necesario ir más allá, a fin de entender los fundamentos por los que funciona todo y cuáles son las bases por las que se genera la interacción humana y sus productos, que, no necesariamente tienen que dirigirse hacia un ámbito laboral, puesto que, como he señalado en diversas ocasiones, eventualmente el ámbito ocupacional sea un paradigma que deba de cambiar frente a la resolución de los problemas de subsistencia y distribución eficaz de los recursos económicos en el ámbito físico, a partir de la construcción de modelos facilitados por inteligencia artificial, tal como se plantea en parte por la iniciativa Worldcoin que tanto ha generado revuelo por el esquema de identificación biométrica basada en el escaneo del iris del ojo, pero que plantea en la actualidad la posibilidad de que los recursos económicos se distribuyan a las personas únicamente por ser humanos en atención a la forma en que la inteligencia artificial resuelve tareas complejas para las que antes se necesitaban posiciones humanas o empleos.

Por ello, no basta solamente con poner sobre la mesa cuáles son los fundamentos de la empleabilidad o de las propuestas de nuevos modelos económicos de  distribución (que eventualmente pueden romper el esquema artificial del problema de la escasez como paradigma), sino, nuevamente a los aspectos fundamentales que dan cauce a la consciencia humana y que le brindan de motivación para realizar cualquier actividad, lo cual, hace necesario remitirnos a cómo las rupturas de paradigmas en la cognición, incluyendo los fundamentos de la física cuántica hasta los avances en la inteligencia artificial, están moldeando nuestra comprensión de la identidad y la autonomía en un mundo interconectado por la tecnología.

La privacidad profunda abarca una amplia gama de dimensiones, desde la protección de datos personales hasta la exploración de los elementos subyacentes que constituyen la identidad de un individuo en el mundo digital. Este concepto nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras interacciones en línea moldean y definen quiénes somos, y cómo podemos preservar nuestra autonomía y dignidad en un entorno caracterizado por la omnipresencia de la vigilancia y la manipulación de datos.

La física cuántica nos ofrece una visión radicalmente diferente del universo, donde las certezas del mundo clásico se desvanecen ante la incertidumbre y la superposición de estados. En el contexto de la privacidad profunda, la física cuántica plantea importantes preguntas sobre la naturaleza de la identidad y la autonomía en el mundo digital ¿Cómo pueden los principios cuánticos informar nuestra comprensión de la privacidad profunda y la autonomía individual en línea?

La relación entre la identidad y los datos personales nos lleva a explorar las complejidades de la cognición humana en el mundo digital ¿Cómo influyen nuestros perfiles digitales y huellas en línea en nuestra percepción de nosotros mismos y los demás? ¿Podemos preservar nuestra autonomía y libertad de pensamiento en un entorno caracterizado por la personalización algorítmica y la manipulación de la información?

La inteligencia artificial ha transformado radicalmente la forma en que interactuamos con la tecnología y entre nosotros. Sin embargo, también plantea importantes desafíos éticos y sociales en el contexto de la privacidad profunda. ¿Cómo podemos garantizar que los algoritmos y sistemas de IA respeten y protejan nuestra autonomía y dignidad como seres humanos? ¿Qué papel juega la transparencia y la rendición de cuentas en la regulación de la inteligencia artificial en el ámbito de la privacidad?

A medida que exploramos estas intersecciones entre la privacidad profunda y las capacidades humanas, surgen importantes cuestiones éticas y filosóficas sobre la naturaleza de la identidad y la autonomía en el mundo digital. ¿Qué significa ser humano en un mundo cada vez más interconectado por la tecnología? ¿Cómo podemos garantizar que los avances en la tecnología respeten y protejan los derechos humanos y la dignidad individual en un entorno digital en constante evolución?

Bajo ese contexto, creo que ni siquiera nos hemos detenido a reflexionar cuál es la realidad observable y apreciable a partir de la tecnología, de la misma forma en que avanzamos hacia una evolución que cada vez nos aleja de un estado de seguridad dejándonos expuestos a una franca vulnerabilidad frente a la dependencia habitacional y operacional del humano con relación a sus herramientas tecnológicas, que, hoy en día nos brindan una cantidad de datos, segmentados, atomizados, pero, a la vez con la identificabilidad de patrones y conexiones profundas a partir de las cuáles, el ser humano percibe la realidad y ha construido la narrativa imperante de lo que, la mayoría concibe como verdad, sin embargo, la exploración de las capacidades humanas en el contexto de la privacidad profunda nos invita a repensar nuestras concepciones tradicionales de la identidad y la autonomía en la era digital. Al integrar los principios de la física cuántica, la cognición humana, la inteligencia artificial, la computación cuántica y, las posibilidades neurotecnológica, que rebasa por mucho nuestra comprensión tradicional de la privacidad en línea, sino que moldea un nuevo escenario en el que, se hace necesario voltear hacia un conocimiento profundo de nuestra consciencia individual y colectiva, así como su conformación y la prospectiva de su evolución; panorama que, eventualmente nos permitirá descubrir y comprobar que nuestra inteligencia y habilidades, no distan tanto de las posibilidades tecnológicas y, que es posible generar escenarios de equilibrio entre los riesgos y oportunidades. Hasta la próxima.