LAS PÚAS DE SCHOPENHAUER

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Desde chica siempre me gustaron los animales, entre ellos uno de mis favoritos era y sigue siendo el erizo. 

El erizo, para quienes no lo conocen, es un mamífero insectívoro nocturno de unos 20 cm de largo, con el dorso y los costados cubiertos de púas, su cabeza es pequeña, su hocico es afilado y sus patas y su cola muy cortas, y cuando siente peligro, siempre se enrolla en forma de bola.

El invierno, es la estación más difícil para él. Cuando el erizo siente frío, busca a sus compañeros erizos porque va en busca del calor, pero tiene siempre el mismo problema, si se pega mucho siente mucho dolor y a su vez les genera dolor a ellos, es ahí donde se genera un problema grande. 

El problema es que las espinas en el cuerpo del erizo hacen difícil, doloroso y casi imposible el proceso de acercamiento con otros erizos, porque cada vez que se acercan, las espinas de ambos los lastiman y les hacen mucho daño y es ahí donde se alejan y pasado un tiempo vuelven a tener frío y se vuelven a acercar y luego sufren y se alejan y así se pasan todo el invierno sufriendo por obtener un poco de calor y no pasar tanto frío o inclusive morir por hipotermia a causa de él. 

Dada esa situación tan complicada y dolorosa, el erizo, buscando sobrevivir a los inviernos, encontró una solución al problema de la cercanía y se ingenió un método en donde pudo lograr una distancia de seguridad concreta, una distancia que le garantiza el menor grado de dolor posible y el suficiente calor para no morir de frío. 

En el año 1851, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer analizó la situación del erizo y su comportamiento y lo consideró uno de los dilemas sociopsicológicos del hombre. Lo denominó: El dilema del erizo

El dilema del erizo es una teoría que usó Schopenhauer para analizar las relaciones humanas y se basa en trazar una distancia óptima para no sufrir y no hacer sufrir a los demás, la famosa distancia de seguridad, como él mismo la denominó, después de un arduo análisis del comportamiento de los erizos cuando tenían frío. 

La distancia de seguridad se basa en mantener ésta. Que sea prudente que nos brinde seguridad, entre nosotros y las demás personas, así como los erizos lo hacen con sus compañeros de la misma especie. 

Cuando las personas sentimos una profunda soledad buscamos acercarnos a los amigos, compañeros, quienes tengamos cerca, buscando calor humano, cariño y compañía.

Este calor que obtenemos no es lo único, obtenemos apego y dependencia que finalmente no siempre son positivos para nuestra vida. 

El apego y cercanía nos puede generar dolor y no siempre será fuente de felicidad y consuelo, sino todo lo contrario, puede ser fuente de dolor y cansancio, tanto para nosotros como para nuestros semejantes y es aquí donde se empiezan a generar los múltiples sentimientos negativos, como vergüenza, separaciones, discusiones, agotamientos, presión psicológica y un largo y sin fin etcétera. 

Después de leer y estudiar esta teoría, aprendí la importancia que tiene mantener una distancia específica entre nosotros y las personas por seguridad para mantener la relación en su mejor momento. No nos aislamos completamente, pero tampoco nos integramos demasiado e interferimos con el espacio de los demás. Mis experiencias me confirman hasta el día de hoy, que las más efectivas, las más duraderas y las mejores relaciones, se basan en el respeto mutuo dentro de la distancia y los límites que ninguna de las partes  debe exceder.

Pablo Neruda decía: 

El Erizo es el sol del mar, centrífugo y anaranjado, 

lleno de púas como llamas, hecho de huevos y de yodo. 

El Erizo es como el mundo: redondo, frágil, escondido, 

húmedo, secreto, y hostil: el Erizo es como el amor.

Y yo agrego: Y finalmente es el amor, la base más saludable para que se lleven a cabo las relaciones, tanto humanas como animales