Lenguaje en la Crónica
Estudiar culturas originales ahí en su campo de desarrollo que le hizo formar una sociedad es la tarea. Comunidad de intereses que no sólo venían de la raza a la que representaban con diversos nombres, lenguajes, tradiciones, esperanzas. Para comprender crónica y hechos históricos del pasado hay que recurrir a nuestros más destacados investigadores, de ellos, en México, sabemos de nombres cuyo reconocimiento en el mundo aparecen. Ángel María Garibay, Gonzalo Aguirre Beltrán, Guillermo Bonfil Batalla, Miguel León-Portilla, Enrique Florescano, y Eduardo Matos Moctezuma, quien no hace mucho, recibió el reconocimiento de España: Príncipe de Asturias. Por aportaciones en el reencuentro de dos culturas: indígena y española, por lo que ha sido para bien durante 300 años de la presencia ibérica en el país, el que ahora se llama México y antes Nueva España.
El descubrimiento de la grandeza de la Cultura azteca en centro de la capital de México, han sido descubiertas, —después de largos años de desenterrar con el mayor cuidado y— con ese objetivo de siglos para saber qué cosa hemos sido en el pasado, qué somos hoy. El libro que reviso: Memoria Indígena del doctor en historia Enrique Florescano busca en recuerdos del pasado, lo que son culturas que indagamos por nuestra parte los actuales habitantes del siglo XXI en el Valle de Toluca: matlatzincas, otomíes, mazahuas y nahuas. Para el investigador Florescano es claro que: En las culturas mesoamericanas, los lenguajes corporales, orales y visuales fueron los primeros trasmisores… y prosigue al final en la cuarta de forros de su texto: El lenguaje escrito jamás fue el más popular o el mejor difundido, aun cuando si tuvo la función de organizador de los mensajes transmitidos por los otros medios. Este libro revalora el papel jugado por esos lenguajes: reconstruyendo por primera vez los orígenes de la memoria indígena y esclarece las formas de transmisión hasta el presente. Lo primero que se debe hacer ante una cuestión, es recibir con atención la misma y mirarla con respeto. Estudiar a los mejores arqueólogos, historiadores, cronistas, antropólogos, etnólogos, etnolingüistas, etcétera, que dedican su vida a la época prehispánica es obligada tarea, para comprender qué cosa fue la actual ciudad de Toluca, y cuándo comenzó a ser comunidad de culturas que nos hagan entender por qué hoy es la Ciudad del dios Tolo: por emblema del cerro que en sus alturas al norte del centro de la ciudad ve hacia todas partes; cual vigía que protege a sus habitantes día y noche.
Enrique Florescano escribe en su libro: Reconocimientos / remotamente, este libro está unido al recuerdo de mis tías abuelas contándome relatos antiguos al pie del fogón de la cocina familiar. Intervino en él la generosidad de mi hermana Alicia, el recuerdo constante de Daniel y la nostalgia de los lazos fraternales que se formaron en el entorno inolvidable de Coscomatepec y Córdoba. Dos nombres de urbes veracruzanas que se hermanan en dos lenguas diversas: el náhuatl y el castellano. Mexicanos y toluqueños no podemos negar la cruz de nuestra parroquia. En un día podemos hablar decenas de palabras en esos dos idiomas y, ni cuenta nos damos que son cosas diferentes. Al final se expresan así al interior del país llamado México. Escribe Enrique: Estas remembranzas personales se juntaron con una deuda antigua, actualizada por una descendiente de los yaquis, quien un día me pidió le explicara cómo los pueblos indígenas habían logrado conservar el recuerdo de sus orígenes y mantener viva la memoria de sus agravios. Interesantes meditaciones que tienen una cualidad: se refiere a los indígenas de nuestra patria, en su párrafo escribe Coscomatepec, castellano y yaqui sólo ello, hace pensar cuál es la cultura que le apasiona a este historiador admirable. Lo comprueba en sus siguientes palabras: Decidí entonces pagar la deuda que durante años me había perseguido bajo la forma de dos preguntas constantes ¿Cómo nace entre nosotros la memoria histórica? ¿Cuáles son los rasgos distintivos de la memoria indígena? Cuestiones para investigar y estudiar toda una vida.
Nada es perdible en el libro de Enrique Florescano, baste leer su Advertencia donde escribe: Este ensayo sostiene la cándida tesis de que el pasado, antes que conocimiento especulativo acerca del desarrollo de los seres humanos, fue memoria práctica de lo vivido y heredado, aplicado a la sobrevivencia del grupo. Es decir, en primeras manifestaciones de la humanidad las preguntas de ¿por qué estoy aquí? ¿qué cosa hacen los vecinos que me rodean? ¿de dónde han llegado? ¿a dónde voy? ¿por qué no entiendo lo que es el tiempo? Tantas preguntas, que nos son comunes, para ellos, no eran ni conocidas ni comprensibles. Lo único válido era sobrevivir día a día enfrentando la naturaleza y sus fenómenos; así como animales y fauna que vino a ser obligada acción de enfrentarles y matar; para así, tener el ansiado alimento de la familia y la tribu. El papel que cada uno tiene es un hecho fijo, que no se planteaba ni moral o éticamente que le hiciera cosquillas en su oído. Escribe: De esa dura experiencia vital nacieron las artes dedicadas a recolectar la memoria del grupo, los procedimientos para almacenarla en medios perdurables y los artefactos para heredarla a las generaciones futuras. De ello, reflexionar el largo y sinuoso camino que ha tenido la ciudad de Toluca: acompañada en sus primeros años como comunidad indígena, donde diversos grupos de diversas tradiciones y lenguas recibían diversos nombres.
Acompañar en esta aventura al doctor Florescano, permite salir de la misma más solidarios con aquellos que viniendo de lejos —jamás se han ido—, porque aquí pertenecen por su origen, mucho antes de la llegada de españoles o del mestizaje que es signo de México en el siglo XXI. Cuenta: Cada vez que un grupo construyó una base social estable (banda, tribu, cacicazgo, reino, estado), nació el apremio de darle continuidad. La función inicial de la memoria fue afirmar la identidad del grupo y asegurar su continuidad. En este sólo párrafo encontramos raíces de la ciencia política: que nació para poder contener las fuerzas centrífugas que en un principio existían para la raza humana. Como hemos visto en tiempos antiguos, la necesidad de sobrevivir no hacía surgir espontáneamente las condiciones para organizar a la comunidad con reglas que hoy son naturales para nosotros. ¿Cómo se formó la tribu o una organización que hoy llamamos: cacicazgo? Mando político y económico que permitió a un individuo o a una familia, el poder centralizar muchas de las acciones de la comunidad y darles mandatos, que al paso del tiempo por la legitimidad de la fuerza de las armas, llevó a disciplinar toda acción que no conviniera al mandante.
Todo estudio de la humanidad, desde las diversas regiones que llamamos nacionalismo, ha tenido un largo, lento y doloroso camino. Saber esto ayuda a valorar conceptos como: Democracia, Libertad, Soberanía, Autonomía, Gobierno, Elecciones, Poder político, etcétera. Dice: Para transmitir los mensajes de un grupo a otros los seres humanos inventaron una variedad de lenguajes. Los lenguajes corporales, orales y visuales fueron los primeros transmisores de las experiencias colectivas, y el medio más eficaz para heredar los conocimientos adquiridos a las generaciones siguientes. Sólo se ama lo que se conoce. Tiempos es de que habitantes de Toluca hablemos objetivamente de nuestro pasado, yendo a la comprensión de cuál es la memoria de nuestros indígenas, siguiendo huellas que el libro de Enrique Florescano plantea en poco más de 400 páginas. El lenguaje y nuestro pasado, dice el autor: Las formas iniciales del lenguaje escrito surgieron muchos siglos más tarde, apenas hace cinco mil años. A pesar de que esta forma de comunicación es muy tardía, desde la propagación del libro escrito (1471-1500) se convirtió en el medio idóneo para acumular y transmitir conocimientos. Inventar el lenguaje, crear el Libro.