MAESTRA VIDA

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Los humanos somos una especie tan lingüística como musical. Oliver Sacks

 

Los sesentas y los setentas fue una época de gran efervescencia cultural y social en todo el mundo. En medio de movimientos políticos, sociales y artísticos significativos, la música desempeñó un papel fundamental en la vida de los jóvenes de aquellos años. Desde el rock psicodélico hasta el soul, pasando por el folk y el punk, la música se convirtió en una poderosa herramienta de expresión y protesta para toda una generación.

Escuchamos música con nuestros músculos, escribió Nietzsche, quienes disfrutamos esta manifestación artística, hemos experimentado que trascendemos más allá de un fenómeno tan sólo auditivo y emocional, a uno motor. Llevamos el ritmo, involuntariamente, aunque no prestemos atención de manera consciente, y nuestra cara, postura, en general, nuestra comunicación no verbal, reflejan la narración de la melodía, y los pensamientos y sensaciones que provoca.

Nuestros sistemas auditivos, nuestros sistemas nerviosos, están exquisitamente afinados por la música, arribó a esta conclusión el profesor de neurología clínica ya fallecido, Oliver Sacks.

Una de las características más destacadas de la música de aquellos tiempos de mis años mozos, fue su capacidad para reflejar y dar voz a las preocupaciones, aspiraciones y esperanzas de la juventud. Temas como la libertad, la justicia social, la igualdad de género y la paz mundial resonaban en las letras de canciones que se convirtieron en himnos para toda una generación. Grupos musicales como The Beatles, Bob Dylan, The Rolling Stones, y artistas como Jimi Hendrix, Janis Joplin y Joni Mitchell se convirtieron en iconos de la contracultura y en símbolos de rebeldía.

Los sesentas en México fue una época muy bonita e inolvidable de claroscuros, de felicidad y de tristeza al compás de la vida. Florecía la Zona Rosala glorieta de insurgentes, se inauguraba el Metro de la Ciudad de México, los jóvenes de entonces y el país entero luchábamos por restañar nuestras heridas infligidas por aquella terrible Noche de Tlatelolco, era nuestro México 68 de las Olimpiadas y de nuevas expresiones culturales que encontraron tierra fértil en una patria ensangrentada que se debatía entre la nostalgia y la modernidad.

Con mis primos que vivían en la colonia Tacuba, fuimos a la primera peña de trova cubana en México que se llamaba El Mesón de la Guitarra, inaugurada en 1969. La trova es un estilo musical tradicionalmente asociado con Cuba, que tiene sus raíces en la poesía y la música tradicional cubana. Durante los años 60’s, la trova experimentó una revitalización y un cambio en su enfoque, con el surgimiento de voces como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés quienes incorporaron letras comprometidas con la realidad social y política de la época. Sus canciones se convirtieron en himnos de resistencia y lucha, reflejando las preocupaciones y aspiraciones de una generación que buscaba un cambio en la sociedad. La trova se arraigó como un vehículo de expresión artística y de denuncia, marcando una época de efervescencia cultural en toda Latinoamérica.

La década de los sesentas, también se alegró con la salsa surgida en Nueva York como un género musical que fusionaba ritmos afrocaribeños como la música cubana, puertorriqueña y colombiana, con influencias de boleros, jazz, soul y blues. Durante la década de los 70’s, la salsa alcanzó su apogeo de popularidad, con artistas como Héctor Lavoe, Rubén Blades, Celia Cruz y Willie Colón conquistando escenarios en todo el mundo. La salsa se convirtió en la banda sonora de la vida urbana de las grandes ciudades, celebrando la diversidad cultural y la vitalidad de las comunidades latinas en el extranjero.El primer lugar dedicado específicamente al baile de salsa en México fue El Rincón Cubano, que abrió sus puertas en 1975.

También en el ecuador de los setentas, abrieron sus puertas las primeras discotecas en tierras aztecas, complementando así la santísima trinidad musical de la diversión juvenil de los mexicanos: las peñas, los salones de baile y las discotecas.

En la capital mexicana recuerdo que tenían fama en la época las discotecas Quetzal, el Chapulín, la del Aristos en la Zona Rosa, el cero-cero del Camino Real, la Boom y un par cuyo nombres no recuerdo, por el rumbo de Tecamachalco.

 

 

 

Merece recordar que el primero que incursionó con su música de salsa en las discotecas “fresas” fue Ruben Blades con su Pedro Navaja. Rescatemos la filosofía musical del panameño universal, ya que se considera un testimonio de su compromiso con la verdad, la justicia y la humanidad. A través de sus canciones, el músico y cronista urbano, ha logrado trascender fronteras y generar un impacto significativo en la sociedad. Su música es un llamado a la acción, a la reflexión y a la unidad, demostrando el poder transformador que puede tener el arte.

Reconocido como uno de los músicos más influyentes de América Latina, desde sus inicios, Rubén Blades ha utilizado la música como herramienta para transmitir mensajes poderosos y provocativos. Sus letras están cargadas de críticas sociales y políticas, denunciando injusticias, corrupción y desigualdades. A través de sus canciones, invita a la audiencia a cuestionar el status quo y a reflexionar sobre la realidad que les rodea. Su compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos humanos se refleja en cada una de sus composiciones.

Su álbum titulado Siembra, dado a conocer en 1978, ha sido dentro de la música de salsa, el más vendido en el mundo. El año pasado, se lanzó una edición especial de 45 aniversario, grabado en vivo en el Coliseo de Puerto Rico, que incluye obras en su tiempo disruptivas, como Plástico y Pedro Navaja.

 

En 1979, vio la luz su singular álbum musical en donde fusiona la salsa con la narrativa teatral, contando la historia de Maestra Vida, una propuesta que personifica la vida misma. Su obra es una exploración profunda de las complejidades y contradicciones de la existencia humana, presentada a través de ritmos irresistibles y letras emotivas.

Maestra Vida es mucho más que un álbum de salsa; es una obra maestra que nos invita a reflexionar sobre la vida, el amor, la injusticia y la esperanza. La visión de Rubén Blades, plasmada en él, sigue siendo relevante y conmovedora décadas después de su lanzamiento. Es un testimonio perdurable del poder transformador de la música y la poesía, y un homenaje a la vida en toda su complejidad y belleza.

 

Este año, se cumplen 40, desde que lanzó otra joya muy cotizada entre nosotros los musicófilos, que es el álbum Buscando América, que vino a adicionarse a la batería de iconos que dan identidad y cohesión a Latinoamérica.

“Y créanme gente que aunque hubo ruido nadie salió.

No hubo curiosos, ni hubo preguntas, ni nadie habló

Solo un borracho con los dos cuerpos se tropezó

Cogió el revolver, el puñal, dos pesos y se marchó

Y tropezando se fue cantando desafina’o

El coro que aquí les traje y del mensaje de mi canción

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida’ ¡ay, Dios!”