Morenita

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A MI MADRE

Aquella mañana te escuché cantar en la cocina, te levantaste por tu café, a preguntarle a la gallina en donde puso el huevo esta vez, a escuchar tu podcast del trabajo que amas; te apasiona desde siempre.

Regañaste al perro por romper tu maceta; de esas muchas que en el pasillo desfilan atiborradas de hojas verdes, cerosas, se perciben siempre altivas. Las descuidas un rato, pero después, pasas días arreglándolas hasta que tu cuerpo de tus rodillas no se fía.

Te vas al trajín porque es lo que se debe hacer, te enseñaron a trabajar, me enseñaste a trabajar.

Vienes de un linaje ancestral, morenita eres, morenita soy.

Te pones tu perfume, ese olor lo reconozco, cómo te encantó ese. Recuerdo cuando joven tus tacones, tus collares, tus aretes. Tu voz recia, tus preocupaciones.

Observas a las personas y predices cosas, a veces tienes razón, unas tantas, te equivocas, luego entonces, te encabronas.

Hablas con la claridad de las aguas de ríos que he visto correr, en los que me he sumergido, que he contemplado; tus palabras son estudiadas, antes de decirlas, muy bien analizadas. Aunque algunas hieren mucho cuando son mal intencionadas. No hay debilidad en ti que quieras que alguien sepa, eres fuerte, eres guerrera, no existió ni existirá adversidad que no puedas superar.

Morenita eres, morenita soy.

Tus guisos son deliciosos, aunque que hay que esperar mucho para probarlos, lavar incluso muchos trastos, pero vale la pena el quehacer para el disfrute de un buen rato, ¡Ah! Pero que no se me olvide que, para que salga bien la guisadera, servirte una cubita es preciso, aquello requiere de una pizca de otras tantas alegrías.

No hay cosas que valgan más que la razón y el intelecto, me enseñaste también eso, pero a veces hay que probar, otras formas de amar, de soñar, de vivir, son tropiezos que me quisiste evitar, pero que yo, esta morenita, tenía que vivir.

Llegas a tu casa, (cero y van tres) acá estas a salvo, te gusta esta calidez. Sé que te frustra mi levedad y que a veces no me soportas, ya sé, pero ya estamos acá, recuerda que siempre hay otras opciones, total, es sano aceptar que ya no hay palabra que sorprenda entre dos mujeres solas que intentan entenderse la una a la otra, entonces, ya mejor ahí le dejamos.

Morenita, no hay día que agradezca más que el día en que me miraron tus ojos, en que me abrazaron tus brazos, en que me diste la fuerza y destreza para lo que me ha esperado, esta vida que me cargo que, sin ti, algunos momentos, sería a pain in the ass, te amo por todo, todo eso.

Morenita eres, morenita soy, morenita fue tu madre, mi abuelita querida, que desde la costa me regaló, una especie de magia, de virtud, que descubro en esta mente, en este cuerpo, en este corazón.