No a la violencia

Views: 639

Parece mentira que en estos tiempos, la humanidad no haya aprendido la importancia de convivir en paz, tanto en el mundo como en el mismo continente, país, ciudad, recinto e incluso hogar. Ya basta de tanto bestialismo y rencor entre los humanos, somos la especie más inteligente del mundo, pero a la vez somos la más torpe que podría existir. Todos somos humanos y valemos lo mismo sin importar cuál religión profeses, qué color de piel tengas, qué país representes, el género que tengas, tus gustos o preferencias; la violencia es injustificable bajo cualquier circunstancia o ambiente. Recurrir a ella por discriminar estas diferencias ideológicas es absurdo, dado que todos somos la misma especie, pero aún más absurdo y lamentable es lo que sucedió este fin de semana en el Estadio Corregidora de Querétaro.

El Fútbol es un deporte que une al mundo, es un espectáculo que atrae masas, pero la pasión que una persona tiene por éste es genuina. Lo que ocurrió en Querétaro no es pasión, esos no son los valores que el fútbol enseña a sus aficionados; el fútbol te enseña a tenderle la mano a tu rival cuando está caído porque aunque en la cancha sean rivales, ambos, son profesionales y son personas. En el fútbol no hay espacio para la violencia, ni dentro ni fuera del campo de juego.

Muchas familias, con ganas de pasar un gran momento un sábado por la tarde, viendo jugar a su equipo favorito en vivo,  a lo mejor por primera vez, o por  enésima vez, como sea, pero nadie de esos verdaderos aficionados pudo disfrutar del espectáculo tan bonito del fútbol, todo esto gracias a personas que se comportan como animales haciéndose pasar por los aficionados más fieles cuando lo único que hacen es ir al estadio para cometer actos vandálicos y delincuenciales.

Es una tragedia lo que pasó en uno de los mejores estadios y con más tradición en Querétaro, tal vez cuando este escrito sea publicado, el Club Querétaro ya haya sido desafiliado de la Liga Mx. La afición, la verdadera afición queretana se quedará sin su equipo adorado por causa de algunas personas, quienes decidieron usar sus capacidades físicas y mentales para el mal y para hacérselo a otras personas, a otros seres humanos por el simple hecho de apoyar o portar la camiseta del equipo contrario.

Lamentablemente esto ha pasado mucho en el fútbol latinoamericano, es raro pensar que las barras, las porras o como se les llame en otros países de Latinoamérica, sean quienes le den esa pasión y color tan hermoso a nuestro fútbol continental y que sólo unos pocos, lo manchen con sangre.

No más violencia.

 

Atentamente

Un aficionado cualquiera, pero sobre todo, un ser humano cualquiera.