Notas a Marisol de la Cadena II
La semana pasada comenzamos a comentar, o anotar el brillante texto de Marisol de la Cadena ¿Son los mestizos híbridos? En la primera parte de estas reflexiones sobre las ideas de la antropóloga peruana, se resaltó la evidente doble hibridez de las palabras mestizo y mestizaje y todos los contratiempos que este fenómeno había ocasionado en la historia peruana. También, se dijo que estos vocablos encerraban dentro de sí un sincretismo fracasado y una gran variedad de significados más o menos buenos. Y quedó claro, que normalizar acepciones racistas de ambos términos era una de las principales causas de la xenofobia en el seno del país. Por lo que, si se consideraba todo en su conjunto, se podía entender que el Perú no dejaba de sufrir de la misma barbaridad histórica. En el espacio de esta semana, nos enfocamos en el trasfondo sociohistórico del asunto.
La primera forma del problema, más o menos se encuentra ubicada durante todo el periodo hispánico y en los principios del republicano; y tristemente repetida en nuestros días. En ella, es que se gesta la idea que gatilla el problema en cuestión: el mestizo, y aún peor, el indio, es impuro por sus creencias y costumbres y por su moralidad pagana, e impuro racialmente, por lo que no puede heredar a la sociedad otra cosa que vicios y blasfemias.
Con esto, queda claro lo siguiente: el inconsciente colectivo de la colonia y del Perú republicano se convenció de que el indio jodió al Perú con su mala raza y su fe pagana, así que su sometimiento no es sólo deseable sino obligatorio. A través de la injerencia de las teorías raciales dominantes y las lógicas racistas cerradas, el slogan se enquistó en la historia peruana y pronto llegó a su peor manifestación: el mestizo, el primo hermano del indígena, creció siendo educado en que todos los problemas sociales conducían al indio y a su rebeldía. Por eso que, paradójicamente, en el Perú el mestizo odia al indio y no es capaz de luchar por reivindicar a quien, en el fondo, no es nada más su antepasado sino además su hermano.
Lo que desde la historia puede verse, a manera de conclusión, es que nuevamente el mestizaje y su doble hibridez fueron, sociológicamente, bastante problemáticos y acaso todos estos asuntos entendibles desde los ojos de la corona y su idiosincrasia. El asunto de fondo, es por qué este fenómeno triste sigue vigente y fuerte pero sigiloso. Por qué el indio y el mestizo en el Perú, aún aspiran fervorosos al blanqueamiento que otorga el ser castellanizado, y no a la inclusión y el respeto de sus culturas en la sociedad peruana. Si paradójicamente, las personas de quienes esperan dicha aceptación, estima y condecoraciones piensan que ambos, lo mejor que podrían hacer por el país es desaparecer.