Opciones

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Por más que a veces el ocio suele entrar por la ventana, no existen muchas opciones para entretener a ese monstruo que suele aposentarse junto a la almohada a eso de las ocho de la mañana de un domingo cualquiera.

Sin embargo, y a pesar de que es una hora un poco inusual para alguien que no tiene bien definidos los días de trabajo y descanso, para los demás es algo casi religioso el hecho de no tratar de levantarse a la misma hora de todos los días.

Y es ahí donde entran las opciones, y no son muchas. Para los amantes de los deportes, el futbol de cada domingo ha llegado a su final y por lo general son las competencias europeas quienes llenan las primeras horas de la mañana. En nuestro país ya no hay muchos partidos que se juegan al mediodía, es más, ya casi no hay partidos dominicales.

Pero también están las carreras de auto, el beisbol, el futbol americano, el basquetbol, hasta el lanzamiento de jabalina (ahora que ya se acercan los Juegos Olímpicos).

Para los no amantes de los deportes, realmente no hay muchas opciones. La televisión abierta no nos proporciona muchos programas que no tengan la misma rutina que todos aquellos que se ven normalmente de lunes a viernes. Programas insulsos, a veces con tanta tontería encima que provocan sonrisas al ver la forma en que trabajan los personajes principales.

Queda la televisión de paga, pero casi es lo mismo, aunque la programación tiende a ser cierto tipo de shows que tampoco son la gran maravilla. Repeticiones constantes de hace muchos años, capítulos ya vistos la noche anterior, etcétera, etcétera…

Y de pronto abrimos la internet y descubrimos que los videos en el face son lo mismo. De nada sirve tener al YouTube, sólo se muestran las recomendaciones según tu búsqueda anterior. ¿Las plataformas de películas? Es una mejor opción.

Al final de todo, me dice un amigo que busca los domingos algo que ver en la televisión, uno termina haciendo lo que debe hacer: seguir durmiendo por un par de horas más. Y ahí viene la rutina acostumbrada por muchos que se ha visto un tanto fracturada por la pandemia: tomar el auto, salir a carretera, llegar al pueblo vecino, buscar el tianguis, comer ya sea barbacoa, carnitas, obispo, gorditas, quesadillas, nieve, frutas exóticas para un citadino, caminar y caminar entre los puestos, descansar en la fuente del pueblo, mirar la iglesia que se ha visto un par de docenas de veces, volver a caminar entre la gente, comprar una blusa llamativa o un pantalón que posiblemente pasaran a formar parte de la ropa que no se usa.

Esas son las opciones, así de simple. Quizá por eso, y ante la falta de un aparato televisivo, o de no tener cerca la computadora, prefiero despertar a las siete de la mañana, ir al baño, regresar a la cama, dormir un par de horas más y levantarme para ir por un buen plato de pancita en el mercado.