Otras voces… otros tiempos
Una revista única en la ciudad de Toluca, hecha por el arquitecto Antonio Cervantes Tapia, es prueba de lo mucho que falta por estudiar de las crónicas —en plural y no singular—. Es perfectamente claro que ésta es un género plural que habla y se describe en muchos campos de la vida humana. No sólo humana, también del mundo que pertenece al patrimonio de la naturaleza. En el caso de la crónica de la materia de los arquitectos debiera de hacernos entender que su historia es un legado de lo más importante para el conocimiento de la humanidad. Toluca en ese estudio da duras lecciones a quienes habitamos la urbe que es capital del Estado de México. Antonio Cervantes Tapia editó 56 números de un maravilloso mundo de la crónica y la historia en relación a Toluca, no hay palabras para agradecer este trabajo que fue de julio de 1997 en su primer número que salió con el cabezal: Arquitectur, que dice ser una Publicación mensual especializada en arquitectura y turismo. Su portada es una prueba del amor a la ciudad, municipio y su valle; un mapa de toda la plana de la revista habla del objetivo de quien amó a Toluca con toda su vocación de arquitecto: Es Toluca en el Valle, como era en el año del Señor 1791 / Ya muy cambiada, fue fundada por Fray Andrés de Castro de la orden seráfica Franciscana. Es larga la lista de lo que compone en ese año a un pueblecito que aún no se denomina como Ciudad por Acta Real del Rey de España como sabemos.
Es un mapa primoroso debo decir, aparece la Plaza Mayor, hoy Plaza de los Mártires. Calle Real de San Juan Bautista, Calle del Maíz, Callejón de los Flores, Callejón de Santa Clara, Calle que va al Chapitel, Calle de San Juan de Dios, Callejón del Calvario, Callejón del Beaterio, Callejón que va al Obraje, Callejón del Rosario, Callejón de los Alguaciles, Callejón de las Navarretas, Callejón de la Confituría Vieja, Callejón del Carmen, Calle de la Tenería, Camino Real de Temascaltepec. El centro de un pequeño pueblo que no cuenta con más de 7 mil habitantes en ese 1791. A 20 años de que se inicie el movimiento de Independencia, por el Grito de Dolores en Guanajuato de parte del Padre Miguel Hidalgo y Costilla. Esos eran los nombres del centro de la pequeña ciudad que aún no es capital del Estado de México. Hoy los nombres de dichas calles, siempre y cuando hayan permanecido se llaman Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo, Miguel Hidalgo, Independencia, Pasaje Constitución, Belisario Domínguez, Benito Juárez, Vicente Villada, 5 de Mayo, etcétera. Claro que la Ciudad de Toluca ha cambiado, de ello se aprende al estudiar e investigar sobre la arquitectura que ha predominado en Toluca a través de los siglos.
En el mapa destacan los nombres y lugares del Convento de San Francisco y Parroquia de San Joseph, Convento del Carmen, Convento de la Merced, Hospital y Convento de san Juan de Dios, Mesón de Iacome, Casas Reales, Chapitel de la Plaza Mayor, Beaterio, Río Verdiguel, Portal del Risco, Chapitel, Barrio de San Juan Evangelista, Puente del Carmen, Cerro del Calvario. Todo ello en el centro y un poco más allá. Así era la ciudad pequeña de Toluca a finales del siglo XVIII. Podemos imaginárnosla y pensar qué bello era caminar sus pocas calles del centro y ver sus hermosas iglesias. Todo cambia, eso se ha de ver al paso de las décadas en los siguientes 200 años a partir de 1821, cuando México sea independiente y Toluca tenga un lugar privilegiado al ser nombrada capital del extenso territorio del Estado de México.
Este solo mapa con sus ubicaciones y sus dibujos costumbristas nos dan pauta para comprender lo que grandes arquitectos han hecho por la Ciudad. Y nos permiten pensar en los siguientes 100 años lo que el arquitecto, arqueólogo, acuarelista, dibujante, hidráulico, artista en pocas palabras, hizo por Toluca entre 1870 y 1882, año en que fallece por una hemorragia intestinal. Sólo 52 años vivió Rodríguez Arangoiti, pero esas 5 décadas de vida le fueron suficientes para dejar su impronta en ciudad de México, Toluca y Guanajuato entre otros lugares donde proyectó y construyó ejemplos señeros de la belleza arquitectónica a que llega un genio como lo fue él. La revista número 2, de mayo de 1998, en su primera página donde se lee: Arquitectura toluqueña del siglo XIX y en un texto extenso se pone el título: La obra del Sr. Arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti (1830-1882). Es el maestro Gerardo Novo Valencia, quien presenta la primera parte del ensayo Ramón Rodríguez Arangoiti y su huella en la arquitectura Toluqueña.
Escrito al parecer unos años antes que la biografía de Juan Guillermo Romero Álvarez, contiene los mismos datos sobre la vida del genio que fue Rodríguez Arangoiti. Por igual se expresa la admiración hacia el que fue el arquitecto más importante en la ciudad de Toluca para la segunda mitad del siglo XIX, dice Gerardo Novo: Durante las tres últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, Toluca, la capital del Estado de México, adquirió una nueva fisonomía. La arquitectura del centro de la ciudad experimentó un violento cambio con la construcción de los edificios públicos más importantes: el Palacio de Gobierno, la Cámara de Diputados, el Palacio de Justicia y el Palacio Municipal. / La casa habitación de tipo señorial alcanzó un auge, debido entre otras razones a la prosperidad de algunos hacendados, comisionistas, profesionistas y empleados de altos niveles jerárquicos que procedieron a construir sus nuevas casas con el modernismo de aquellos tiempos. Este tipo de construcciones, en las que se utilizó profusamente la cantera, contrastaba fuertemente con la mayoría de las casas, que además de disponer de espacios menos generosos que los de las nacientes residencias, estaban construidas con materiales más deleznables, dominando el adobe, teja, morillos, tejamanil, soleras, y los acabados tanto interiores como exteriores, se reducían a simples encalados. Estudioso de todo lo que concierne a Toluca, el que fuera cronista municipal de Toluca de 2014 a julio 2022, tiene una sabiduría que mucho le viste y se le admira.
Prosigue Novo: Pero ¿Quién fue Rodríguez Arangoiti? / Ramón Rodríguez Arangoiti nació en la ciudad de México en 1830, hermano de otros dos ilustres mexicanos que llevaban los mismos apellidos; Emilio (1833-1891), egresado de El Colegio de Minería y del Antiguo Colegio Militar, quien destacó por los trabajos de fortificación, entre ellos los de Loreto y Guadalupe, en donde tuvo a su cargo la artillería durante la batalla del 5 de mayo de 1862: ello le hizo obtener una condecoración por parte del Presidente Benito Juárez, por sus leales servicios a la Patria. El otro, distinguido fue Juan María (1828-1894), destacado obstreta que prestó sus servicios en el departamento de Partos Clandestinos del Hospital de los Pobres y de la Casa de Maternidad. Fue también autor de importantes trabajos de su especialidad. Sobre los trabajos que le hacen destacar. Gerardo explica uno a uno lo que le hace destacar al grado de ser nombrado director para realizar las obras de la Casa Imperial, en particular aquél que sigue siendo belleza vigente en el Castillo de Chapultepec: el Alcázar, joya de la arquitectura de América y Europa.
Cuenta Novo: Rodríguez hizo varias obras, incluyendo el trazo de calles, y pudo haber realizado muchas producciones más, sobre todo monumentos, si no hubiera sido porque diversos acontecimientos se le impidieron. Maximiliano intentó erigir un Monumento en honor de Cristóbal Colón, para colocarlo en la calzada que unía el Palacio con el Castillo de Chapultepec y que con el tiempo se convertiría en el Paseo de la Reforma… Es asombroso lo que se hizo en México en pasión constructiva o creadora de edificios, palacios, iglesias, catedrales que convirtieron a la Ciudad de México en referente a nivel mundial. Para Toluca en ese sentido, las últimas décadas del siglo XIX son aquellas que le hacen ser y pensar que sí es una Capital de un Estado de la República, y que por lo mismo, era necesario que diera el brinco a urbe moderna, con gusto exquisito por las formas arquitectónicas y de belleza artística de las nuevas ciudades en América. Es relevante lo que en tan pocos años hace y construye Rodríguez Arangoiti en la etapa del Imperio Francés en México.
A diferencia de sus hermanos, vive menos años, pero los vividos son significativos y de mucha y muy variada producción. Lo que relata Gerardo Novo en proyectos para Monumentos de nuestra historia y sus personajes, el tema del Monumento a la Independencia que desde años antes tuvieran en la cabeza diferentes gobiernos nacionales y que en el propio emperador Maximiliano de Habsburgo, fue una propuesta que hizo a los Académicos de su tiempo y en particular a Ramón Rodríguez Arangoiti, a pesar de estar en plena guerra nacionalista.
Interesante es citar, la nota que aparece en dicha revista al parecer por la Redacción de la misma, deja en claro la preocupación del mundo de la arquitectura por la protección del patrimonio cultural, que es propiedad de la ciudadanía y del pueblo en su diario fundar en obra material la urbe como espíritu de comunidad y convivencia, cito, de la revista 3, lo siguiente: Presentación / Con la intención de crear conciencia en nuestro pueblo, del gran valor del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Toluca como en todo el país, la presente edición muestra la obra del Sr. Arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti quien hace más de cien años realizó la arquitectura más importante en la ciudad capital del Estado de México, la cual influenció de una manera trascendente y positiva a los habitantes para construir sus casas habitación con funcionamiento, pero también con belleza. / La influencia del estilo neoclásico nacido en Italia, aunque la Francia revolucionaria le dio gran impulso, estaba en su apogeo en nuestro país y se refleja en sus iglesias y casas, así como en edificios públicos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. / El estilo neoclásico llegó a darle cierta unidad de estilo a la arquitectura de Toluca, pero a partir de los años de 1960 en el gobierno del Lic. Juan Fernández Albarrán, comenzó a perderse con la presencia de un progreso mal aprovechado. / La ampliación de los callejones de Aldama, Allende, Matamoros, Galeana y Bravo, la re-construcción de la plaza de los Mártires, la desaparición de la calle Belisario Domínguez y la no-presencia de arquitectos que defendieran a la ciudad de los caprichos de la autoridad, dieron la pauta para que paulatinamente hasta la fecha, se sigan demoliendo las “casas viejas” en lugar de aprovecharlas estéticamente en bien de la ciudad y, funcionalmente en bien de los propietarios. / Lo poco que queda debemos cuidarlo, sabiendo conservar de manera práctica y correcta. No cada generación debe comenzar de cero. Ramón Rodríguez Arangoiti nos dio belleza en su obra, ahora convertida –la que queda– en patrimonio arquitectónico.