¡Podemos hacerlo!
Es cierto que vamos contracorriente en muchos aspectos, es cierto que pareciera que no hay salida para muchos de nuestros dolores, es cierto que la vorágine de violencia nos carcome poco a poco y que estamos a punto de tirar la toalla.
No podemos negar que tantas señales del contexto; muertes todos los días, gobiernos corruptos e hipócritas, una sociedad acomodaticia, niños desatendidos, padres de familia omisos, formadores sin criterio, creyentes sin fe, matrimonios sin amor, jóvenes sin aspiraciones, estudiantes sin sueños, trabajadores sin ética, instituciones sin valores, por citar sólo alguno, acaban por definir contundentemente que el mundo no tiene salida.
También es innegable que la idiosincrasia nacional, como por ahí leía la semana pasada, se ha envilecido y, en efecto, el grado de perversión que podemos testimoniar resulta francamente de espanto. Ya no hay capacidad de sorpresa y nos hemos acostumbrado a normalizar todas estas conductas incoherentes e insensatas.
Aún con todo ello y sin ánimo de sonar exagerado, mientras haya una sola persona en el país con la voluntad de la que hablábamos la semana pasada, todavía estamos a tiempo de hacer algo y dejar de cruzar los brazos. Se que parece que los buenos están en proceso de extinción, pero uno nada más es capaz de marcar diferencia. El tema es no dejar solos a esos agentes de cambio, y juntos intentar una modificación significativa.
Las bondades de nuestra gente son inmensas, así como encontramos mucho malandro, también hay gente dispuesta, amigable, comprometida, trabajadora, solidaria, responsable, deseosa y capaz de marcar diferencia.
Es momento de aludir a las bases y reforzar el valor de la familia, esa célula social que ha sido trastocada por la falta de tolerancia o por la carencia de compromiso de alguna de las partes. Recuperemos su importancia y conduzcamos nuestro sentir en la ruta correcta.
Démonos cuenta de que, en el trabajo, tenemos una responsabilidad que cumplir, y si vemos que nuestro compañero no hace lo que le toca, orientémosle, algunas personas simplemente no han tenido una guía para encontrar el camino.
Para fortuna nuestra, a pesar de nuestra abatida sociedad, ser mexicano es una virtud, hay gran capacidad de trabajo, mucha resiliencia y sabemos adaptarnos a las circunstancias por más adversas que parezcan; el mundo vive aceleradamente y entre nuestras filas encontramos a muchos héroes anónimos que dan lo mejor de sí y un poco más para salir delante de sus broncas.
Ejemplos de que si podemos hay muchos y en prácticamente todos los ámbitos; Octavio Paz, Carlos Fuentes, José Vasconcelos, Frida Kahlo, Diego Rivera, Guillermo del Toro, Alejandro G. Iñárritu, Luis Barragán, Pedro Ramírez Vázquez, Hugo Sánchez, Javier Aguirre, Rodolfo Neri Vela, Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso García Robles, Elena Poniatowska, Alondra de la Parra, José Pablo Moncayo, Sergio Pérez, hombres y mujeres que no se rindieron y que son ejemplo para quienes orgullosamente somos la raza de bronce.
Tenemos dos opciones, seguir mirando como mudos cómplices de todo lo adverso, o tomar el toro por los cuernos para cambiar paradigmas y enfocarnos de mejor manera en esta aventura llamada vida.
Podemos hacerlo, asumamos un rol más protagónico y demos ejemplo para transformar la visión que tienen de nosotros en el mundo.
¿Queremos hacerlo?
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