Random esquizofrenia
Es fabuloso el romance de ir por Toluca La Bella escombrando bodegas, consiguiendo libros a bajo costo: 20, 30, 40 ó hasta 50 pesos el más caro. Con 100 pesos te armas de un buen respaldo para regresar a la ciudad y pasar los días con algo útil que leer. El maná en época de vacas flacas. Sin embargo, con trabajo y dinero en la bolsa, la bastedad que ofrece la librería es asombrosa. Incluso puede ser capitalista, pero tengo una buena racha ardiendo en libros de grandes autores con una buena suma de puntos de regalo a mi membresía nivel uno. Libros, recomendaciones, antojos, que unos meses atrás eran sólo fantasías.
De ese modo me encontré con Campeón Gabacho, de Aura Xilonen, una obra que es divertida y original. De un lenguaje y ritmo cautivantes, tanto, que me arrancó la primera carcajada oficial en el parque de noche, como un loco. Es el primer libro de la autora, ganador en 2015 del premio Mauricio Achar que entrega Gandhi junto a la editorial Random House. Del libro de Xilonen me fascinó que lo escribió cuando tenía escasos 16 años. Eso me hizo poner atención al resto de la colección que está en oferta, ya que aunque son buenos tiempos, siempre hay que buscar los mejores precios. Así encontré a los ganadores del 2016 y 2018, y quise saber qué tenían que decir.
El asunto fue que la tarjeta no pasaba y como tuve que esperar, para llevar el rato, pregunté qué era lo que opinaba un camaradilla que estaba por ahí (el encargado de la tienda) que le he notado buen ojo a la hora de recomendar algo, pero no fue la opinión de este personaje la que detona esta columna, sino la del que en sí era el cobrador y que no pudo evitar levantar las cejas ante lo dicho. El libro que despreciaba es Adiós a Dylan, de Alejandro Carrillo, y aunque es cierto que no es algo que viva por mucho tiempo en mi memoria, la pasé bien leyéndolo. Dijo, n’ombre, ni pa’trancar la puerta.
Sus palabras me provocaron algo de angustia, pues la terminal por fin había roto el capricho y dejó que mi pago saliera, pensando que tal vez había hecho una mala compra y desperdiciado no sólo dinero, sino una vuelta a la librería, incluidas dos semanas de lectura en calma, pero no, y es en el otro texto en el que me quiero tomar un poco más de tiempo para abordar, pues éste me resultó profundamente interesante:
Iván Soto Camba, poeta jalisciense, presenta una interesante compilación de cartas de un paciente esquizofrénico llamado Luis Alfredo J.A., cuyos delirios eran enviados a distintos destinatarios de varios rubros. Cartas interesantísimas tiradas casi al vacío que el poeta llama Spam por esa relación al correo no deseado, casi siempre de los departamentos de mercadotecnia o cobranza de las tiendas comerciales.
Veamos. La esquizofrenia es una enfermedad mental que muestra esencialmente una desconexión con la realidad, se caracteriza por el lenguaje y el pensamiento desorganizados. Una de las enfermedades psiquiátricas mitificadas que todavía hoy no tiene etiología ni cura. Aunque, es verdad que con el avance de la ciencia y la administración de los fármacos, el individuo puede llevar una vida relativamente normal, no obstante, el estigma es grande, pues aún hoy, hay muchas personas con esta condición vagando por las calles y la sociedad sigue viéndolos como entes poseídos por el demonio como hace dos siglos.
Ahí es donde Las cartas de Luis Alfredo J.A., cobran tremenda relevancia. De viaje por sus letras e ideas, me puse a pensar en las muchas veces que mi opinión o punto de vista de algún tema contrasta con la de otras personas allá afuera y lo increíble que me resulta asumir que alguien piense de ese modo, pues ello escapa a toda naturaleza humana y sentido común.
El ejemplo más cercano que me viene a la cabeza es el accidente cerebro vascular que tuvo hace unas semanas el analista político David Páramo en su auto: en un video aficionado, se le ve aún consciente, pero ya infartado, intentando accionar el vehículo con su hijo pequeño como copiloto en pleno Día del niño. Triste evento en el cual, incluso sus adversarios, como el periodista Julio Artillero, se sumaban a las oraciones por su salud. Desgraciadamente en redes sociales no pasaba lo mismo. Los comentarios en YouTube y Twitter eran lamentables, desde aquellos negados a toda realidad hasta los que directamente se alegraban por lo que le había pasado a un hombre y todo, sólo porque éste, piensa distinto al resto.
Las cartas de Luis Alfredo J.A., giran en tres ejes predominantes aunque pueden ser más: política (es un priísta recalcitrante), inventos e ideas de progreso y la religión. El orden no importa:
1. Una de las primeras líneas que llamó mi atención, es aquella en que Luis Alfredo le pide a la Virgen de Guadalupe que le devuelva sus dientes desaparecidos y que a cambio él dejará la masturbación. 2. El ciudadano de Guadalajara, Jalisco, vive angustiado porque en su Estado el PAN está repuntando, dice saber de triplicaciones de boletas, venta de credenciales con nombres y direcciones falsas y otras triquiñuelas, un fraude, alega, sin precedentes. Lo malo no es eso, sino que se trataba de un hombre que pocas veces abandonaba su edificio (o eso se sugiere), pero sobre todo, que su solución es un fraude aún mayor que el de sus vecinos del PAN. 3. Envía una carta a la zapatería 3 hermanos para proponer una línea de tenis con estampados varios, entre los que destacan, cometas, extraterrestres, con líneas, tigres, fluorescentes, corazones, bolitas, tigritos, cebras, etc., y todo a cambio de un cómodo par de zapatos del número 8.
Elegí estas líneas porque me parecieron cuando menos inquietantes, pues de sobra sé que ese discurso, incluso ahora que se lee esta columna, puede sonar profundamente normalizado. Vivimos hoy en un entorno en que existen personas que siguen pensando en la masturbación como un acto nocivo, negado por Dios y no en un hábito de higiene sexual. Vayamos más allá, que la masturbación siga sin aparecer con naturalidad en las necesidades básicas como las que propone Maslow, nos acerca mucho más a los crímenes sexuales de la mano de la represión más artera, que al paraíso.
Qué decir en el asunto de la política, ¿cuántos argumentos igual de descabellados y sin comprobación como los de Luis Alfredo se escuchan todos los días? Pero más importante que eso, ¿Cuántas omisiones ético-morales se cumplen para defender a un hombre o incluso a una ideología? ¿Cuánto se habrá renunciado a pensar por mero capricho o enajenación?
Por fin llegamos a la última carta que uso como ejemplo y es que aquellas ideas de moda tan extravagantes de Luis Alfredo, hoy se venden en línea por varios miles de pesos, se coleccionan y hubo otros más visionarios, que te mandan el kit a casa y dejan que te vuelvas loco por tu cuenta. Vaya, me queda claro que Ed Hardy no andaba bien de la cabeza (y es que demonios, ¿se acuerdan de esas horribles camisetas?).
Me parece interesante y un tanto escalofriante que el discurso de un esquizofrénico veinte años atrás, se parezca sobremanera a las palabras de catarsis de un hombre fastidiado con su realidad en la parada del camión. No sólo hay una carencia cognitiva-intelectual alimentada por un sistema educativo miserable, además, el obvio escape de la realidad haciendo uso de la fantasía (de ahí lo cómodas que son las teorías de conspiración) ante la incapacidad de lidiar con ellas. Las muchas preguntas del, ¿cómo puede ser posible?, ¿qué nos hicimos en la pandemia. Y volvemos al principio: fue ahí en que el sexo cibernético y la pornografía elevaron sus números, pues los mismos que huyeron del coge a la carne por justicia propia, sólo tuvieron que voltear los crucifijos.
Definitivamente hay algo enfermizo en todo y en todos. Tampoco creo, como dicen algunos, que es probable que ellos, los esquizofrénicos, tengan las respuestas de las cosas. Más bien me intriga entender que incluso Luis Alfredo era por momentos consciente de su condición y no veo en muchos casos la salida al hoyo en que nos encontramos mentalmente. Me queda claro que fuera de las cartas de Luis Alfredo, no es un libro que volvería a leer, pues es denso, sin ningún propósito. Que como le dije a una compañera de un curso en algún momento: estudiar artes te hace conocedor de artes, pero no un artista; en todo caso un licenciado en arte, y que definitivamente, trabajar en Gandhi no significa que sepas de libros.