Renacimiento Digital.

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Las condiciones están dadas para un cambio conductual de las formas en las cuales la sociedad se organiza a través de la tecnología, mientras el proceso de digitalización ya tan renombrado forma parte de la cotidianeidad en la cual, las personas hacen un uso continuo del internet y éste realiza una continua explotación de los datos, como parte de los insumos en los que se basa el funcionamiento de la economía digital y siguen dirigiendo los esfuerzos hacia el pago de perfiles de usuarios para explotar la publicidad, y, hacia lo cual se siguen orientando los principales desarrollos tecnológicos en torno al procesamiento de datos, inteligencia artificial, internet de las cosas, la meta realidad aumentada, que se siguen posicionando entre los principales exponentes del avance informático en nuestras vidas.

Sin embargo, el modelo que impera actualmente ¿es aquel con el que pretendemos vivir? Creo que a todas luces la respuesta es no, y ahí, es cuando el despertar de las consciencias en torno a la privacidad crea la necesidad de un renacimiento digital, guiado a partir de la ética, en la que la aplicación central de cada tecnología sean las personas, en el que surja como consecuencia un nuevo pacto tecno-social y dando pauta a la defensa de los derechos digitales desde un enfoque de derechos fundamentales, en la que los Estados surjan como un nuevo impulsor de las relaciones ético jurídicas en los espacios virtuales y entornos conectados a fin de dar paso una ciber realidad, vista el enfoque del derecho público, como una primera aproximación del balance de las actuaciones de los países que aportan hacia un nuevo esquema de gobernanza.

A fin de identificar las bases del desarrollo ético por parte de los gobiernos para la aceleración digital, quisiera destacar los principios sobre buenas prácticas aplicables al sector público por parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que favorece el uso ético de los datos en los proyectos, productos, y servicios gubernamentales para asegurar que son merecedores de la confianza de la ciudadanía, a partir de 10 principales pautas, que establecen acciones específicas para su implementación en torno a:

– Gestionar los datos con integridad.

– Conocer y observar los arreglos gubernamentales relevantes para el acceso, el intercambio y el uso de datos confiables.

– Incorporar consideraciones éticas de datos en los procesos de toma de decisiones gubernamentales, organizacionales y del sector público.

– Supervisar y mantener el control sobre las entradas de datos, en particular aquellas utilizadas para informar el desarrollo y la capacitación de los sistemas de IA, y adoptar un enfoque basado en el riesgo para la automatización de decisiones.

– Ser específico sobre el propósito del uso de los datos, especialmente en el caso de datos personales

– Definir los límites para el acceso, el intercambio y el uso de datos

– Ser claro, inclusivo y abierto

– Publicar datos abiertos y código fuente

– Ampliar el control de los individuos y colectivos sobre sus datos

– Ser responsable y proactivo en la gestión de riesgos

Pautas en las cuales se destaca que, los entornos de datos son cada vez más complejos y en ese sentido, el movimiento o la transferencia de datos entre entornos presenta nuevos desafíos (por ejemplo, la integración o el análisis de datos pueden erosionar las protecciones de privacidad; los usuarios de datos pueden violar los controles de la comunidad sin saberlo). Por lo tanto, acordar una guía básica y común sobre la ética de los datos en el sector público puede ayudar a garantizar que las reglas y los procedimientos relevantes se muevan con los dato» y eviten violaciones inadvertidas de los principios éticos en la práctica.

En ese orden de ideas, la demanda social de prácticas éticas para complementar las regulaciones de privacidad y protección de datos ha aumentado, lo que refleja un interés creciente en garantizar que los datos se utilicen de manera que respeten el interés público y brinden resultados confiables.

Sin embargo, el enfoque debe ser integral para una visión holística, y por ende, el uso ético de los datos en el sector público exige incorporar enfoques de gestión de riesgos ex ante y ex post para abordar los peligros. En la práctica, la ética de los datos debe traducirse en acciones específicas a lo largo del ciclo de valor de los datos.

La naturaleza y diversidad de las tipologías, taxonomías y formatos de datos (por ejemplo, datos de investigación, datos administrativos, estadísticas nacionales, datos de salud, datos no personales frente a personales, datos agregados frente a granulares, datos estructurados frente a no estructurados) se suman a la complejidad de las políticas y los arreglos de gobernanza de datos necesarios para mejorar su gestión confiable en las diferentes etapas del ciclo de valor de los datos. Estas etapas incluyen, entre otras, la generación, selección, recopilación, conservación, almacenamiento, eliminación, acceso, uso compartido y uso de datos.

Por ejemplo, los gobiernos deben estar preparados para tomar medidas para abordar los problemas y preocupaciones asociados con la corrupción de datos; sesgos que afectan la generación de datos o su extracción (por ejemplo, selección de fuentes de datos); y la calidad de las entradas de datos utilizadas para entrenar modelos de Inteligencia Artificial (IA).

Otros peligros incluyen el uso indebido y el abuso de datos por parte de individuos y organizaciones y la entrega de resultados negativos a través del uso de datos, incluso en el contexto de los sistemas de IA.

Es así que, como parte de esos primeros principios para un renacimiento digital a partir del despertar de las conciencias orientadas a la privacidad, surgen desde consideraciones éticas que se vuelven fundamentales para la definición de las reglas para una gobernanza adecuada.

Hasta la próxima.