¡Seiscientas columnas!
El tiempo, inexorable compañero de vida, sigue su paso y con él, la remembranza de lo que vamos logrando o dejando pasar; lo que acumulamos o desperdiciamos; lo que difrutamos o sufrimos.
En el hoy y el ahora, inevitable regresar al mes de junio de 2013, cuando después de una buena experiencia periodística en la Crónica de Hoy y en Campus Milenio, surgió la posibilidad de integrarme a las filas del Diario de Toluca, tras una charla con la queridísima Thelma Morales García, en aquel momento directora del Museo de Culturas populares en el Estado de México, quien gentilmente me presentó a Ricardo X. Garduño, desde entonces mi editor, para evaluar dicha opción. Hoy agradezco la confianza y oportunidad.
Lo que comenzó con un quizás, hoy se traduce en seiscientas colaboraciones cuya intención ha sido echar limón en la herida que representan las inconsistencias, incongruencias y áreas de oportunidad que en el fenómeno educativo y en todos sus actores merecen una llamada de atención, para buscar juntos la conformación de una mejor sociedad.
En ese proceso, vivimos la transición del Diario de Toluca a Capital Toluca; una invitación a participar con algunas columnas en audio para Capital Pirata 89.3, y una segunda mudanza a la que hoy es nuestra casa poderedomex.com, periodismo del bueno.
Durante este tiempo, no han sido más que satisfacciones, me he sentido en la seguridad de que existe una genuina libertad de expresión que, desde el primer texto, me ha permitido escribir de temas educativos sin un solo asomo de censura.
Horrores educativos busca una línea ideológica que pretende ser clara; pues hablar de educación y sus problemas en contextos adversos, como el que vivimos actualmente, es fundamental, ya que permite visibilizar las dificultades que enfrentan estudiantes, maestros y familias.
Importante resaltar que cuando los padres y las autoridades educativas no brindan el apoyo necesario, la situación se agrava, afectando el desarrollo académico y emocional de los niños y jóvenes; este diálogo es crucial para buscar soluciones colectivas, fortalecer la participación comunitaria y exigir políticas públicas que garanticen una educación de calidad para todos.
Es indudable que la falta de compromiso o de recursos agrava las desigualdades, y es necesario que todos los involucrados asuman su responsabilidad en la mejora del sistema educativo sin olvidar que todo comienza en casa.
A la par, he tenido la posibilidad de escribir sobre cine, resaltando su función didáctica plasmada en algunas películas; de política, aludiendo a la falta de sensibilidad de gobiernos y políticos que han dejado de hacer lo que deben, condenando a la educación a una debacle cada vez mayor y de compartir textos muy personales como los dedicados a la memoria de tres personas que, hoy ausentes, influyeron profundamente mi vida: Cecilia Porras (mi asesora de tesis de maestría), mi tio Don Alfonso de Neuvillate y Ortíz (quien me empujó al mundo de las artes y las letras), y mi padre, doctor David Díaz Ortíz, cuyo ejemplo de tenacidad marcó gran parte de la ruta que he decidido seguir.
Aprecio profundamente que muchas de estas entregas sean socializadas en distintos contextos y que sean utilizadas como material de lectura en espacios educativos en Hidalgo, Estado de México, Querétaro y Ciudad de México.
Finalmente, gratitud infinita a quienes se toman la molestia de leerme cada semana, al final del camino, ningún espacio de difusión o divulgación tiene éxito sin una audiencia medianamente interesada.
La vida sigue, y este esfuerzo amenaza con seguir adelante; siempre que cumpla con la función para la cual fue estructurado.
¡Gracias infinitas!