Semana Inglesa. Mayo, mes de puentes y festejos.

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Continuamos tratando el tema de los hijos. Recordará que la vez pasada le comentaba a usted, sobre la importancia de hacer un ahorro para el futuro de su o sus hijos. Ya hemos visto en otras publicaciones que el dinero es una herramienta, y nunca debe verse como un fin, o un objetivo. Que debe estar a nuestro servicio y no nosotros a su servicio.

Supongamos que usted tiene un hijo de, digamos 3 años de edad, no me dejará mentir, que, cuando uno es padre quiere lo mejor para ellos, hasta llega uno a enunciar: Quiero que mi hijo no sufra lo que yo sufrí, quiero darle lo que yo no tuve. Y está bien, no hay problema en esos deseos, el problema es que se quedan en, precisamente eso: deseos.

Ya hemos visto también la importancia de armar un presupuesto, mismo que nos ayuda en casos como éste. Nadie sabe si va despertar mañana, no tenemos la certeza, entonces ¿cómo podemos estar seguros de lo que pasará en 10 ó 15 años? Nadie tiene seguro nada. Nadie.

Uno como padre quiere ser eterno para los hijos, por eso se empiezan a cuidar en la salud para tener la dicha de verlos crecer y desarrollarse. Aquí entra mi recomendación; empiece a guardar un poco de dinero para cuando su hijo llegue a la mayoría de edad. Obviamente entre más pronto empiece, más tiempo tendrá para poder dividir el esfuerzo, que no sea tan desgastante. Recuerde el proverbio hindú que dice:  un elefante se come a rebanadas.

¿Cuánto tiene que ahorrar? Bueno, eso dependerá de cuánto quiera usted lograr. Y también del tiempo que se tenga. Estará usted de acuerdo que, si el hijo tiene 17 años, sólo se tendrán doce meses para juntar algo de dinero; comparado con otro que tiene apenas 3 años, en ese caso, se tendrían 15 años para juntar algo de dinero. ¿Quién cree que junte más dinero, el de 12 meses o el de 15 años? Claro está que el de 15 años tiene más holgura para juntar el dinero. El de doce meses tendría que hacer un gran esfuerzo –ahorro–  para juntar todo lo que no pudo en 15  años. ¿Lo puede lograr? Claro que lo puede hacer, todo es posible, pero será difícil.

Es como el ejemplo del proyecto escolar: La maestra deja un proyecto para entregarse el próximo lunes. Lo ideal, y sensato sería que el alumno trabaje en el proyecto un poco, hoy por la tarde, otro poco el miércoles, otro poco el jueves y otro poco el viernes. Y escribo otro poco porque el alumno tiene otras materias que atender, así como divertirse y despejarse. Si las cosas se hacen conforme al calendario, el alumno en cuestión habrá terminado el proyecto el viernes y tendrá la oportunidad de disfrutar el sábado y el domingo. Y así el lunes, habrá entregado el proyecto.

Quizá haya otro alumno que no terminó el viernes y ocupó el fin de semana para concluirlo. Pero hay otro caso, y es el que nos ocupa, el alumno que no hizo nada ni martes, ni miércoles, ni jueves, ni viernes, y el fin de semana tampoco, es más, se divirtió y salió de paseo. Y el domingo a las 10 de la noche, empieza su proyecto. Las papelerías cerradas, cansado, y seguramente tendrá que trabajar hasta altas horas de la madrugada.

¿Qué alumno es usted en esta escuela de la vida?

Interpretemos:

La semana es la vida misma.

El lunes es la llegada de un acontecimiento inminente: llámese, pagar la universidad de los hijos, tener un plan de retiro, construir una casa…

Algunos están todavía en la tarde de hoy, martes, otros ya se encuentran llegando al viernes, y otros más ya están apurados porque ya están en su domingo a las 10 de la noche.

Este tema está siendo más extenso de lo que creí.

Continuará…