Sequía

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La tierra impone su ley 

sobre el territorio de la ignorancia.

Así se abre hasta tragarnos, 

grieta dolorosa, sin voluntad;

resquebraja la vista

el horizonte árido de los lagos

y las nubes huyen, vuelan

a vaciarse en los mares ajenos

donde no se recupera la humedad.

La vimos secarse, quejumbrosa

y lenta, ocultándose en el asfalto,

lujoso símbolo de decadencia.

La olimos por vez última aquella,

lluvia de los veranos de adolescencia

cayendo sobre nuestras cabezas.

La olvidamos por no verla,

por pensar que no hacía falta

que sobraba el equilibrio natural

el color verde sobre  su presencia.

Ahora el fuego, la brasa, candela

No existe agua en los cuerpos,

No arrastra el agua las penas.

A la tierra la traicionamos todos, 

Cubriéndola de tierra.