Te aísla, te humilla, te cela, te vigila, pero “te quiere”
Poco se hablaba hace algunos años sobre el tema de la violencia. Obviamente, mucho menos se conocía el término violencia psicológica. Hoy en día, muchas personas al escuchar la palabra violencia piensan en golpes o en heridas físicas. Sin embargo, según la ONU, la violencia es cualquier acto físico, sexual, emocional, económico y psicológico (incluidas las amenazas de tales actos) que influya en otra persona.
Vivimos en un país tradicionalista, apegado firmemente a los estereotipos que hemos asumido como válidos, los cuales se han transmitido por generaciones. Aún encontramos lugares en México en donde se piensa que una vez comenzando a vivir con alguien, teniendo hijos o casándose, ambas partes de la pareja tienen la obligación de soportar absolutamente todo lo que conlleve esta decisión, así esto no sea sano y pueda poner en riesgo tu propia vida.
La violencia psicológica en una relación de pareja no es fácil de identificar. De hecho, se esconde en actos de amor que, en apariencia, no tienen nada de malo. ¿Me cela porque me quiere? ¿Me dice cómo vestirme porque le gusta verme guapo/a? ¿Se enoja cuando salgo con otras personas porque se preocupa por mí? ¿Antes de él/ella yo no era nadie?
Hay diversas formas de violencia psicológica, sin embargo, está en ti el saber reconocer que no es sano que controle el dinero que gastas, que te diga cómo tienes que vestirte, que se enoje si sales con otras personas o si no mantienes relaciones sexuales con él, que controle tu teléfono celular, que tengas que informarle tus horarios, que organice tu tiempo libre por ti, que cuando le cuentes algo no le dé importancia a lo que sientes, que siempre seas tú quien pida perdón, que te recuerde una y mil veces tus errores, que pienses mucho cómo decirle algo por miedo a su reacción, o que ni siquiera puedas ser tú dentro de esa relación.
Reconocer que te encuentras sufriendo violencia psicológica es el paso más importante. Ahora bien, eso no lo es todo. Vivir con los efectos que deja tampoco es una tarea sencilla. Muchas personas lidian a diario con estrés, depresión, ansiedad o irritabilidad a causa de dicho maltrato.
A pesar de ello, es importante recalcar que todos somos capaces de romper con la dependencia emocional que genera compartir tu vida con una persona que ejerce esta clase de violencia. Debemos asumir que incluso en nuestra misma personalidad se producirán cambios drásticos y que necesitaremos atención psicológica para enfrentar el duelo, aun cuando terminar la relación sea mejor que quedarnos dentro de ella.
Fortalecer los círculos sociales de amistades y familia da un soporte fundamental a la víctima, estos le ayudarán a compartir sus experiencias negativas para hacerla entender que está sujeta a una relación dañina y que debe finalizarla. El apoyo de los profesionales de la psicología es imprescindible en estos casos y es, a lo mejor, que puede recurrir la persona afectada para salvarse a sí misma.