TOLUCA DEL PASADO
Margarita García Luna era una mujer del presente. Moderna como diría Jorge Luis Borges, al señalar que esta modernidad está en quienes vivimos el presente. Margarita vivía el presente a plenitud. Pero también sabía ver con ojos sabios hacia el pasado. Muestra de ello es el libro titulado Una mirada a Toluca del siglo XVI / Crónicas y visiones, publicado por el Ayuntamiento a través del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte en el año de 2015. Libro póstumo preparado en una serie que retrata a tres cronistas municipales de Toluca, el texto trae un prólogo del sabio amante de la dramaturgia y promotor literario Alejandro Ostoa, quien señala:
Galardón de natura está presente. Entiendo por qué el nombre de esta gran mujer (y aunque estuve en el cerro del Toloche, no tomé infusión alguna de toloache que me hiciera alucinar). No puedo explicarme qué pasó con mi voz interior que mudó de época. Margarita, flor que se abre por la mañana, que desde hora temprana su rocío irriga la historia documentada, entre archivos, páginas sueltas y además de búsqueda en libros de otros historiadores y cronistas de diversas épocas y latitudes. Hallazgos que digiere, trabaja y comparte generosamente a sus lectores, publicados de 2002 a 2009, en su columna (vertebral e histórica) que los lectores hicieron, esperando el día domingo para darle seguimiento o abrevando en Espacio de la Cronista, en El Sol de Toluca. Esta reunión de artículos se da cita con el siglo XVI, en la región más explorada por Margarita García Luna, el Valle de Toluca, cercano a las inmediaciones de la capital de la Nueva España. Al evocar y reconocer a tan extraordinaria mujer, no puedo evitar seguir maravillándome por el legado que nos dejó la querida maestra; tampoco me es posible dejar de asociarla con la cultura clásica. Margarita, ungida por su colega Clio. Musa que habita su museo. La excelente figura goetheniana; despetalando, pero no por la incertidumbre de ser amada como en Fausto, sino la cronista que con sus pétalos históricos llevaba la memoria al rescate y con ellos difundía no sólo lo que logró que no cayera en el calabozo del olvido, sino la simiente para nuevos investigadores. Su generosidad, cultivo que nos falta practicar, queda a la vista con sus publicaciones.
Palabras ciertas las de Alejandro Ostoa, dibujan de manera transparente y objetiva las cualidades que eran propias de la toluqueña digna de las mejores prendas como historiadora y cronista, como sensible expresión que por el arte le permitió ser directora de dos museos importantes del estado de México: Arte Moderno y Luis Nishizawa. En su artículo titulado Testimonio de Fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI escribe: Fray Bernardino de Sahagún es el pionero de la moderna investigación histórica y antropológica en México. Su Historia general de las cosas de la Nueva España no es una crónica más del siglo XVI; es una profunda, sistemática y acuciosa obra basada en la fuente directa de la información oral. En efecto, el formidable franciscano, con pleno dominio y meticuloso conocimiento de la lengua náhuatl. Organizó a partir de 1548 a un equipo de indios ‘latinos’ (o sea, trilingües, que ya dominaban el castellano y el latín) para la encuesta o interrogatorio sobre cuestionarios preestablecidos a numerosos ancianos de los más sabios y respetables que alcanzaron a vivir en su infancia o adolescencia en el México prehispánico. Así recogió Sahagún la voz viva de los nahuas de antes de la Conquista. Y no sólo recopiló información por escrito, sino que se hicieron dibujos a petición del fraile, que recogían con mano y estilo indígena los datos y tradiciones de sus mayores.
Cualidades destacadas de escritora. De fina prosista, atenta a los detalles que forman la visión de un escritor que habla o escribe de otro escritor. Con la diferencia que Margarita García Luna escribe de un personaje que vive en el siglo XVI y la sensibilidad psicológica y de empatía cultural debe ser una sola cosa. Margarita lo logra con creces. Por eso escribe: El material integrado por el equipo de indios dirigido por Fray Bernardino, a partir de los viejos notables conocidos como los informantes de Sahagún, hoy se encuentran en Florencia y en Madrid con los nombres de Códices Florentino y Matritense. Con base a este valioso acervo, Sahagún escribió su Historia en los años setenta del siglo XVI. Siempre me pregunté cómo hacía Margarita García Luna Ortega para dirigir sea el Museo de Arte Moderno en el Centro Cultural Mexiquense, en inicios de dicho centro orgullo de los habitantes del estado de México; después dirigiendo el Museo-Taller Luis Nishizawa: viviendo el gran pintor por lo que le daba una responsabilidad más. Admirable experiencia, de trabajo como administradora cultural y promotora a la vez: lo fue de excelentes proporciones, sus dos direcciones en los museos señalados dieron lustre a dichas instituciones.
Eso me preguntaba: ¿Cómo es que podía llevar adelante su trabajo en el Instituto Mexiquense de Cultura en la tarea de museos, además el ser académica reconocida en la Universidad Autónoma del Estado de México dentro de la Facultad de Humanidades?… según sabía y, en extensión por su personalidad poliédrica como lo era, con el trabajo de investigación que le llevó a ser Cronista del municipio de Toluca en el año de 1997 —al fallecer el profesor Mosquito— y hasta 2014, en que sucede la triste noticia de su muerte 28 de junio. Admirable intelectual e historiadora de amplias miras en el pasado de nuestra patria chica sigue sintiéndose su falta, tal y como sucede con don Poncho Sánchez García. Los dos, personalidades irrepetibles en el ámbito toluqueño.
Pequeños libros, en este caso de 62 páginas con todo y el prólogo de Alejandro Ostoa, donde aparecen los siguientes títulos en el índice: Testimonios de fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI / Prodigios de fray García de Salvatierra en Toluca virreinal / Toluca colonial y la distribución del agua / Toluca y sus alrededores en el siglo XVI / El cerro del Toloche / Mesones toluqueños / El volcán Xinantécatl: Su toponimia / El cristo de la Santa Cruz… los puros títulos dan prueba de que en Margarita nada escapaba a su investigación de importante relevancia histórica, y a la vez de mirada de una cronista que nos da otra visión, diferente a la que el profesor Mosquito nos aporta. Una es historiadora que viene de la academia, en el caso de nuestro Cronista magistral que es don Poncho es la vida la que le da la visión y realidades de una Toluca que a mitad del siglo XX se resume en su obra magistral titulada San Juan Chiquito / Un barrio de Toluca.
Ordenada en sus cosas y hechos. Margarita, retornando al artículo que he citado dice: En el libro I de dicha obra aparece un capítulo. Que habla de muchos dioses imaginarios a los cuales todos llamaban tlaloques; de él extrajimos los siguientes párrafos, donde destacan esculturas de dioses hechas de masa de maíz: Todos los montes eminentes especialmente donde se arman nublados para llover, imaginaban que eran dioses, y cada uno de ellos hacían su imagen según su imaginación que tenían de ellos […] También [hacían] la imagen del volcán que se llama Popocatépetl y la imagen de la Sierra Nevada, y la imagen de otros cualesquiera montes a quien se inclinaban por su devoción. El que había hecho voto a alguno o a algunos montes o de estos dioses, hacían su figura de una masa que se llama Tzoalli, y poníanlos en figuras de personas […] Los que las hacían poníanles dientes de pepitas de calabaza, y las ponían en lugar de ojos unos frijoles negros que son tan grandes como habas, aunque no de la misma hechura y llámanlos ayocoatl. Cuánto nos perdemos al no comprender que las lecturas del pasado nos han de traer imaginerías del nunca acabar.