Un oficio de flautín y casi olvidado pero Vigente, el afiladolr de cuchillos
Los silbidos se escucharon, un especie de flautín retumba sobre el gris del asfalto de la ciudad, es sobreviviente de los empleos menos solicitados en el presente y sin embargo, cada día se transforma en un ser resiliente, pues a pesar de imposiciones ajenas a su labor, su familia y él, han podido salir adelante gracias a lo que sus manos siguen haciendo.
Hazael Rosales es un artesano indiscutible, su dedicación se enfoca en afilar cuchillos de citadinos, que benevolentes, le confían la herramienta para que les sea posible cortar el pedazo de carne para llevarse a la boca. Aunque su trabajo ha sido heredado por su padre, el afilador es un resultado más de la mixtura cultural entre lo europeo con lo mexicano, pues sus orígenes datan desde el siglo 16 en España, Austria y Alemania.
Montado en el asiento de su transporte lujoso, mejor interpretado como una bicicleta, Hazael produce conciertos sin la necesidad de pedir por un pago a su espectáculo. Las personas, comúnmente los de tercera edad o de 25 años en adelante, de acuerdo con sus estadísticas, salen a la calle a llevarle tijeras, cuchillos y navajas para que las deje relucientes y a punto de divisarse como espada de estocazo ante el toro de Lidia.
De nacimiento toluqueño y recién incorporado a la capital mexiquense después de poco más de 30 años de ausencia, en tanto que tuvo que regresar de la Ciudad de México por motivos del ataque de un virus invisible a sus pulmones (Covid-19), cuestión que causó que su salud se viera en decadencia, no obstante, su fortaleza permaneció ante las afectaciones que se presenciaron frente a su mirada.
“He decidido seguir porque gracias a Dios a esto me dedico desde chico y es lo que me ha dado de comer, y me ha permitido darle estudio a mis hijos, aunque haya intentado en otras ocasiones dejarlo, la verdad no quiero. Además, creo que tenemos una ventaja, porque ya no hay muchos afiladores como yo, entonces tenemos mejor clientela”, compartió mientras emergían chispas flamígeras al rozar el metal con el esmeril.
Rosales, forma parte de los diez afiladores del Estado de México, de acuerdo con lo dicho por él, esperando que su profesión no se extinga. “Le enseñé desde pequeño a mi hijo, para que siga trabajando también en esto. Él respeta el trabajo, porque sabe lo mucho que hemos podido alcanzar por él”, continuó, “las cosas no han sido buenas desde que me enfermé y desde la pandemia pero se ve que poco a poco las cosas irán mejorando, mis clientes me siguen llamando, mientras eso pase, todo está bien y seguiremos”.
Con alrededor de seis a ocho horas diarias de trabajo y al menos cinco clientes atendidos, Hazael se adueña de las calles, como concertista, artesano y conductor de tradiciones e imágenes históricas en México.
“Le dejo mi número, se le hará raro pero es que no es de aquí, no importa, como sea me sirve para tener más trabajo, toma un suspiro y dicta: 9995756537. Trabajo cualquier día de la semana, para que la gente sepa”, dijo, montándose de nuevo en su lujoso vehículo y avanzando con la flauta emancipadora de alegría.