Un poco más, por favor
-Que no se detenga, ¡siga, siga! Tan solo un poco más, por favor,-; recuerdo cuando niño, con mucha claridad, cuando mi papá nos llevaba a la feria, a mis hermanos y a mí, nos encantaba subirnos a los carritos chocones, era un momento súper divertido, reíamos con ganas durante el tiempo que duraba el juego, pero recuerdo nuestras caras, cuando finalmente el tiempo se agotaba y mi papá decía vámonos, el tiempo término, todos nos aferrábamos al carrito y gritábamos una vuelta más, a lo que mi papá respondía, no, ya es hora de irnos, entonces todos gritábamos, anda, un poco más, por favor, y nuestra insistencia era tal, que finalmente mi papá accedía a nuestra súplica.
no es que mi papá fuera un alcahuete con nosotros, de ninguna manera, era un papá muy comprensivo, en fin; muchos recuerdos de mi niñez así fueron, buenos recuerdos, aunque, desafortunadamente, no todos mis recuerdos de niño fueron gratos, en ciertas ocasiones la armonía de nuestra vida, se veía fracturada por situaciones adversas, que dañaban en formas diversas nuestros corazones.
Es así, cuando en momentos de crisis, como el que estamos viviendo en la actualidad con la presente pandemia que en forma abrupta, nos ha robado la normalidad a la que estábamos acostumbrados, quisiéramos levantar la voz y gritar: ¡Tan solo un poco más por favor! Anhelamos la paz, la vida que teníamos, la normalidad.
Tengo muy presente a mi madre cada día, una mujer que inspiro mi vida en muchas formas, ella luchó durante 18 años contra el cáncer hasta que finalmente en el 2013, fue dictado el término de sus días. Recuerdo muy bien que cada día, desde el momento en que nos enteramos del cáncer, que finalmente invadió su cuerpo, que una oración se tornó permanente en nuestros pensamientos: -Señor, un poco más por favor, déjala con nosotros un poco más. -.
Durante los días pasados, he recibido llamadas y mensajes de diferentes lugares, comunicándome todo tipo de noticias tristes, pidiéndome apoyo en oración o en consejería en cada caso; contagios, muertes, desesperación, depresión, tristeza, desilusión, aunque, debo decir, que tan bien he recibido llamadas, en las que han compartido también buenas noticias, enfermos contagiados por covid-19, ya sanos y en franca recuperación, nuevos matrimonios de valientes que a pesar de todo han tomado la decisión de luchar y seguir adelante, nuevos nacimientos y bueno, noticias diversas.
Cuál es mi punto en todo lo que he comentado hasta el momento. Permítanme explicarme: Todas las mañanas al llegar a mi estudio, después de encender el equipo y preparar todo para comenzar a trabajar, tomo unos momentos para orar y leer algunos pasajes de la biblia, que es siempre mi fortaleza, inmediatamente después y con toda calma también, abro la persiana y frente a mí, después de la barda que rodea el patio, está un parque boscoso, que conecta con el zoológico que lleva por nombre “Bioparque Sahuatoba”.
Desde la ventana del estudio, alcanzo a ver una gran hilera de árboles de diferentes tipos y tamaños, veo también, una gran diversidad de aves de exóticos colores y hermoso canto, al fondo y cubriendo tal paisaje, un hermoso cielo azul, que embellece y matiza todo.
No me había percatado hasta hace unos días, que cada mañana mientras contemplo esta vista, olvido por completo la tristeza, el cansancio, la desilusión, la pandemia y la falta de normalidad y justo en esos momentos llegan a mi mente, aquellas palabras del apóstol Pablo en su carta a los colosenses cuando dice, que es necesario que levantemos nuestros ojos al cielo y busquemos las cosas de arriba, las cosas que tienen que ver con el reino de los cielos y una vez que las encontremos, dice, no nos apartemos de ellas nunca más.
Si yo pudiera en estos momentos sugerir o aconsejar algo sería esto, es necesario que levantemos con más regularidad nuestra mirada al cielo y dejemos de ver lo que nos daña, lo que no es provechoso a nuestra vida, levantar la mirada nos empodera y permite que veamos las cosas de forma diferente.
Si constantemente mantenemos la mirada hacia abajo, arraz del dolor y de la pena, seremos vencidos por los efectos de estas. Levantemos la mirada para así, lograr ver la inmensidad de la vida, las oportunidades, lograr ver a quienes aún están alrededor de nosotros, luchar por ganar y recuperar lo que se ha perdido.
Es posible entonces, redireccionar nuestros pensamientos y decir: Tan solo un poco más Señor, paso a paso, día a día, sin afanes y sin largas expectativas, cubiertos por tu amor que todo lo puede, sin temor por lo que vendrá después.
Los términos de la vida han sido dictados, pero aún no es tiempo de detener nuestro andar, mucho menos de fracasar.
Bendiciones.