+Un recuerdo de hace 41 años del cineasta Carlos Saura; entre Fernando Rey y Luis Buñuel; un diálogo con Julio Cortázar entre Julio Denis, José Donoso y Hortensia Bussi de Allende
La frase
No sé si todo tiempo pasado fue mejor, pero no olvido aquellos diálogos con Carlos Saura y Julio Cortázar.
IM ORRABLES
Brillante.- El paso por esta vida que dio –siempre– en todas las actividades que emprendió por este mundo el cineasta Carlos Saura Atarés, originario de la Huesca –Aragón, España– quien dejó este mundo el viernes 10 de febrero de este año 2023. Hombre serio, casi sin sonrisas, con el ojo atento para que cada rincón quedara registrado en su memoria ya fuera para una nota, un reportaje, un rincón digno de filmarse o para dibujarse en un boceto a través de rayas. Solitario, como todos los genios en donde había que estar atento para acercarse cuando fuera oportuno y poder conversar con este hombre alto, de más de 1.88. No sólo su estatura sino el conocimiento pleno que poseía sobre actividades era lo que lo hacía especial, distinto, diferente, alejado del mundanal ruido para crear la atmósfera que tuvieron sus películas.
Estuvo en nuestro país México hace 41 años, cuando se hospedó en el Gran Hotel de la Ciudad de México, para asistir como presencia permanente en el ciclo Literatura y Cinematografía que tuvo la tercera Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Inconfundible su sombrero de ala corta, de lona beige o caqui al igual que su chaleco de gabardina del mismo color con innumerables bolsas pequeñas, como lo que usan los fotógrafos que les sirven para guardar las tapas de sus lentes, su libreta abultada por los recados y el uso de las páginas sin dejar espacios en blanco.
Participó con pocas palabras en las mesas de diálogo que tuvo con su compatriota español también y primer actor que no sólo filmó en México sino fue el antecesor de Antonio Banderas, para trabajar en Hollywood, sólo que el oropel que ahí se vivía no lo transformó, me refiero a Fernando Rey, el actor favorito de Luis Buñuel, el máximo director de cine que ha dado su país. Los une un nombre esencial para el cine español, el citado Luis Buñuel, quien en sus mejores películas lo tuvo como protagonista, hay que recordar Viridiana, 1961; Tristana, 1970; El discreto encanto de la burguesía, 1972, con ésta ganó el Óscar a la mejor película extranjera y Ese oscuro objeto del deseo, 1977. Además de Carlos Catania, novelista argentino, inolvidable por Las varonesas 1978, censurada por la junta militar de su país Argentina. Excelente cuadro para hablar en forma abundante del cine y sus secretos. Además de esto también desarrolló obras para el teatro, dirección de cine.
Los tres expresaron sus ideas en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, el famoso CUEC, donde han surgido o se han proyectado los alumnos más destacados y que le han dado proyección a éste, como Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki, entre otros.
Las explicaciones ahí vertidas entre dos directores y un actor encendió sobremanera la mente de los estudiantes que sabían perfectamente quiénes eran. En esa época en que para ingresar ahí no sólo era cuestión de querer, desear, sino de realizarse en ese mundo de la fantasía –aparente–, para convertirse en realidad cuando queda registrada a través de una cámara en el espacio de velocidad de 24X24 segundos y darle vida a sus pensamientos.
Cine serio y en serie fue el que realizó Saura en su natal España, en donde filmó con destreza de cirujano, a través de su talento, para burlar la censura del gobierno de Francisco Franco –la dictadura franquista–. Da a conocer en 1972 su filme significativo Ana y los Lobos, estelarizada por Geraldine Chaplin –con la que tuvo una relación de una década– y Fernando Fernán Gómez. Ahí podemos apreciar su crítica y juicio a la aristocracia española, ya que gira en relación a una institutriz que cuida a unas niñas, los habitantes de ese castillo por la atracción que causa sobre ellos Ana–Geraldine, termina por enjuiciar esas costumbres.
La inteligencia de Saura no sólo quedó ahí sino que un año después da a conocer La prima Angélica, 1973, gira en torno a la vida de un hombre, representado por José Luis López Vázquez, quien en su pasado siempre estará presente los sucesos de la Guerra Civil Española –1936-1939–. Este filme irritó a los ultraderechistas de su país para iniciar la ira de éstos y proyectarlo como un hombre talentoso en el séptimo arte.
Cría Cuervos, 1975, regresa Geraldine Chaplin acompañada de las niñas Ana Torrent, Conchi Pérez y Maité Sánchez. Trabaja en el argumento y en las imágenes con algo de surrealismo, a la manera o por influencia de uno de sus maestros si no directo sí por lo que ha visto del genio del cine, Luis Buñuel y por Ingmar Bergman, mezcla con acierto imágenes del pasado de la protagonista con lo que vive actualmente al cuidado de esas niñas con su propia existencia realidad e irrealidad se fusionan de tal manera que lograr sorprender a los espectadores hasta perderse en ese juego de un pasado real, pero imaginario. El tema musical fue escrito por un desconocido –en ese momento– José Luis Perales Porque te vas, interpretada con la voz suave de la cantante Jeanette.
Fernando Rey trabaja con él, en el filme Elisa Vida Mía, 1977, donde con maestría maneja tres planos literarios fusionado con imágenes. El objetivo es la escritura que desarrolla Rey al realizar su diario, mismo que lee su hija, que interpreta Geraldine, la secuencia en donde ella lee su diario a la muerte de su padre, la escritura o la voz fuera de escena que relata el narrador de la historia, es una perfección en el manejo de estos planos temporales que se inician con la escritura y posterior lectura de los tres protagonistas.
Ambos compartieron esta experiencia ante alumnos del CUEC junto con las opiniones que vertió Carlos Catania en una tarde memorable del año 1982 cuando disertaron sobre cinematografía y literatura.
Descanse en paz un genio del triángulo cinematográfico que encerró España: Luis Buñuel, Carlos Saura y Pedro Almódovar, tres épocas y un solo talento. Salud maestro Saura nos volveremos a encontrar.

Imprescindible.- Julio Cortázar dejó este mundo el 12 de febrero de 1984, han pasado ya 39 años. Los recuerdos de su persona en lugar de desaparecer paulatinamente se incrementan cada día, sobre todo cuando ve uno a jóvenes, de media edad, y adultos, citar por siempre a su novela Rayuela, 1963, que cumple este año 60 de andar navegando por el mundo sin la sombra de su autor, sino que ahora, ya ha aprendido a vivir y defenderse por sí misma. Crece su lectura con el paso de los años, parece que es un texto para los que tienen la atención dispersa o para los que tienen la costumbre de saltarse de un capítulo a otro sin establecer un orden.
En su momento, se calificó o se creyó que el autor era incapaz de escribir algo en serio, de muchas páginas, 635 en su edición original, la primera, correspondiente a la editorial Sudamericana, con un tamaño de 19 X 13 cm. Después casi inmediatamente, se descubrió que era un autor de trascendencia. Siguiendo el juego que propone ese gigante de 1.92 metros de estatura, de ojos verdes, de pronunciación perfecta para el francés, debido a que arrastra las erres por un defecto de pronunciación en español, llegó por última vez a nuestro país en el mes de febrero de 1983, ya había fallecido su segunda esposa, la estadounidense Carol Dunlop, el 2 de noviembre de 1982.
Al llegar a nuestro país en el mes de febrero, para participar en la IV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería que organizaba la Facultad de Ingeniería de la UNAM, encabezada por su director, el ingeniero Javier Jiménez Espriú, bajo la dirección y organización del maestro en Ciencias y escritor Arturo Azuela. Llegó como invitado significativo junto con Augusto Roa Bastos, Alfredo Bryce Echenique, Salvador Garmendia, José Donoso, quien presentaba su novela La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria, 1980.
Lo acompañaba en esa ocasión su representante en México, el editor Guillermo Schavelzon, uruguayo de origen, quien impidió a toda costa que los periodistas se acercaran, mantuvo una seria marcación con todos, al decir que venía enfermo, cosa que se ignoraba por completo en esos años. Algunos llegaron a rumorar que se trataba de leucemia.
A media semana de las actividades, en un salón cercano, en el primer piso del Palacio de Minería de la Capilla, se realizaría un homenaje al doctor Salvador Allende, derrocado por el dictador Augusto Pinochet, al cumplirse casi 10 años de ese hecho, puesto que aún faltaban 7 meses para esa fecha: 11 de septiembre del 1973. La ceremonia sería a las 19:00 horas en el ese salón ubicado a la derecha de la Capilla mencionada, donde se presentaban los eventos de gran trascendencia.
Traté de acercarme a Julio me lo impidió Schavelzon tres veces, me dijo que no insistiera, que venía demasiado enfermo y no podía atender lo incisivo de mis preguntas. Al ver la discusión, los miembros del GAP –Grupo de Amigos del Presidente– se me acercaron y me dijeron: ¿quieres hablar con él? No te preocupes ven a la ceremonia y nos encargamos de Schavelzon para que no entre y así puedas contar con Cortázar todo el tiempo.
Así lo hice. Llegué desde las 18:00 horas me permitieron el acceso y justo a las 18:55 llegaron la viuda Hortensia Bussi de Allende y Julio. Se realizó la ceremonia, hizo uso de la palabra el gigante de la literatura, al terminar, arrancó estruendosos aplausos. Al final se sirvieron bocadillos a los invitados junto con su vino más famoso Cánepa, un cabernet sauvignon del valle de Curicó el tinto fenomenal.
Deambula respirando con fuerza Julio por el salón, se acerca a un rincón, se queda con su copa en la mano, cercano a una mesita cuadrada para dejarla. Me presento. Se acuerda de nuestros diálogos de hace 8 años y por fin me dice no tengo escapatoria, estoy en tus manos. Le hago una sola pregunta:
Tengo una duda me dirá si es cierto o es falso, qué lugar tuvo La presencia de Julio Denis en la poesía de Julio Cortázar.

Alzó la vista al techo por cierto aún más alto que él, respiró a profundidad para soltar como respuesta Mira cómo eres, siempre vas a fondo. Los ojos se le llenan de lágrimas sin que brote una, exhala más el aire respirado para decir era la tímida expresión de un jovencito de 17 años que aspira escribir poesía con grandes pretensiones, resultaron ser nada más que unos poemas parnasianos, muy al estilo francés de Stéphane Mallarmé, me dio vergüenza firmarlo con mi nombre por eso usé el de Julio Denis como pseudónimo.
La respuesta trajo más datos sobre la interrogante por espacio de media hora para decir, hasta aquí lo dejamos, creo que tienes material suficiente para cubrir una página.
Fue la última vez que nos vimos, se despidió con un fuerte apretón de manos y un abrazo enorme… Dejaría este mundo un año después –el 12 de febrero– que se cumplió el domingo pasado. Eso ya hace 39 años. Gracias Julio, un autor del nque no podemos prescindir, su Presencia –así se llamaba su primer libro–. Nos volveremos a encontrar.