LOS HIJOS: HONRA Y VIRTUD DE LOS PADRES

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Entiendo que ciertas desiciones en la vida, deben contar con la posibilidad de negociar, sin embargo, existen otras, que deben fijarse con determinación y sin posibilidad de negociación.

 

Hablando de la labor educadora de los padres hacia los hijos, es bueno comprender como padres inicialmente, la bendición implícita, así como la virtud de educar a nuestros hijos.

 

El rey David decía que los hijos son como saetas en mano del valiente, son honra y virtud de los padres.

 

Educar a nuestros hijos, es una labor de día y de noche, una que en forma natural debe ocupar mente, corazón y voluntad.

 

Si como padre descuido mi compromiso y labor educadora hacia mis hijos, entonces, alguien más lo hará por mi, lo cual, hoy en día, con la influencia de tantos elementos externos como, por ejemplo, las redes sociales, que han superado por mucho a la televisión.

 

Ha diferencia de un profesor o educador, los padres no cumplimos con un horario base para educar, nuestra labor es de tiempo completo, pero contamos con una herramienta maravillosa, que sabiamente debemos utilizar, el amor natural de nuestros hijos hacia nosotros como padres.

 

La visión natural de un hijo hacia su padre o hacia su madre es de honra, de admiración, de respeto, y de amor verdadero, amor incondicional.

 

Cuando los hijos ven y perciben lo mejor de sus padres hacia ellos, en forma natural surge en sus corazones el deseo de imitarlos y seguir su ejemplo, pero ¿que sucede, cuando nuestros hijos perciben todo lo contrario de nosotros? Excusas, desinterés por escucharlos, falta de tiempo, falta de animo, falta de atención.

 

Seguramente buscarán todo lo anterior durante un tiempo, pero al no encontrarlo en nosotros, comenzarán a buscarlo en otra parte o en otras personas, buscarán maestros y ejemplos, lejos del hogar y de nuestra influencia.

 

Los hijos son herencia de Dios para nosotros, pero nosotros debemos ser sustento, fortaleza, amor y plenitud para sus vidas.

 

Como padres, existe un deseo natural por amar y agradar a nuestros hijos, pero que importante es que aprendamos de las experiencias de nuestras propias vidas, a construir un camino parejo y firme para nuestros hijos.

 

La experiencia de los días pasados nos ayuda a construir los días venideros, la experiencia vivida construye los hechos de nuestra vida y el aprovechamiento de estos, nos da congruencia para guiar con toda la autoridad moral necesaria la vida de nuestros hijos.

 

En ocasiones, es bueno ofrecer cierta negociación en la toma de desiciones, pero en otras, nos toca a nosotros padres, tomar las desiciones correctas, que edificarán una vida plena para nuestros hijos.

 

Hoy por hoy, existen muchos enemigos de las relaciones entre padres e hijos, nos corresponde a nosotros limpiar el camino de nuestros hijos, para que oportunamente, exista en ellos el deseo de ser guiados por nosotros.

 

Como en un espejo, lo mejor de nosotros padres, debe reflejarse en la vida de nuestros hijos, cada día, a cada instante y con plena harmonía.

 

Eduquemos a nuestros hijos con amor, con prestancia, con visión, teniendo claro que debemos ser el mejor y el mayor ejemplo para sus vidas, no su mayor tropiezo.

 

Nuestros hijos, no tienen la culpa de nuestros errores, nosotros en cambio, si seremos culpables de sus mayores fracasos.

Formemos hombres y mujeres de bien, con corazones y propósitos firmes, capaces de dar a su familia y a su sociedad el mejor de los ejemplos.

 

Ahora bien:

¿Por qué, a pesar de tantos medios de comunicación, no logro comunicarme con mis hijos?

La primer causa es la falta de interés de nuestra parte como padres.

¿Será esto posible? ¿En verdad perdemos el interés por comunicarnos con nuestros hijos?

Desafortunadamente sí, nuestros propios desaciertos y tropiezos, nos van llevando sin darnos cuenta a un estado de desinterés, cuando trataste de corregir un problema una y otra vez y no ves que eso cambie, entonces la reacción inmediata es perder interés y dejarlo pasar simplemente como por ejemplo; el caso de un padre frente a un adolescente.

La comunicación va más allá de los medios. Tiene que ver más bien, con la intención, dicho de otra forma, con lo que esperamos lograr y la manera en que lo haremos.

 

En segundo lugar: Cuando perdemos de vista el centro de la tormenta.

El sigiloso ritmo de la vida, cual onda de mar, poco a poco va cambiando el rumbo de nuestro viaje.

Sin darnos cuenta, en cierta etapa de nuestras vidas, el afán por ser mejores, por llenarnos de satisfactores o simplemente perseguir aquéllos tantos sueños que soñamos, nos hacen perder de vista lo esencial y llega el momento en que ya no nos percatamos de la falta de comunicación existente con nuestros hijos, este problema puede resultar más grave que el primero.

Atiendo y resuelvo lo que veo, ¿pero que sucede con lo que no veo o pierdo de vista? Lo primero tal vez, que debamos entender, es que nuestros hijos llegaron a nuestras vidas no por decisión propia.

Ellos no escogieron ni el lugar, ni la hora, ni el clima, ni el hospital y finalmente ni a sus padres, ellos simplemente llegaron.

ahora no quiero decir que sean como un premio en una caja de cereales, lo que deseo determinar es que sus opciones son menores que las nuestras.

Nuestra misión como padres, es de cada día, a toda hora y bajo cualquier circunstancia.

La comunicación con nuestros hijos da inicio con el primer abrazo y el primer beso que él o ella recibió al nacer.

Fue en ese mismo instante que derramamos sobre la vida de nuestros hijos un compromiso de amor y de cuidado.

A partir de ese primer desvelo a su lado, de esa primera caricia, de esa primera sonrisa o esa primera lágrima, iniciamos un largo y nada sencillo proceso de comunicación con nuestros hijos.

La comunicación con nuestros hijos se basa en confianza, se fortalece con los valores que sostenemos en nuestras propias vidas para así inyectarlos en las suyas.

Es un cuadro completo de congruencia, honestidad y verdad.

Por supuesto que la comunicación con nuestros hijos se verá afectada por muchas cosas en un sinfín de oportunidades, como, por ejemplo; por situaciones de trabajo, por asuntos personales inconclusos, por la separación de los cónyuges, o, por inestabilidad económica; en fin, todo y más alrededor de nuestras vidas.

Sin embargo; siempre podremos confiar en nuestros hijos para salir adelante y no importará que tan grande sea el problema o que tan difícil parezca, si nuestros hijos conocen lo profundo de nuestro corazón, lo grande de nuestro amor por ellos o lo importante que son para nosotros, ellos encontrarán el camino a lado nuestro, a pesar de todo.

¿Por qué mi hijo no escucha?, ¿por qué no obedece?, ¿por qué nunca quiere estar con nosotros?

Permítame insistir en esto, nuestros hijos solo están esperando por nosotros para que todo esto suceda.

 

El rey Salomón decía:

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”

Es decir, si desde la niñez viertes en el corazón de tus hijos los valores correctos:

El amor a Dios y a su prójimo, el respeto por la naturaleza, honestidad, responsabilidad entonces, nunca se apartarán del buen camino y siempre buscarán el consejo de sus padres.

Ahora, escuche bien esto:

Saulo de Tarso decía:

“Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”

No canses a tus hijos con mentiras o evasiones cuando estos necesiten la verdad.

La verdadera comunicación con nuestros hijos será entonces, la práctica de la honestidad y la congruencia de nuestras vidas.

Si ellos perciben un verdadero deseo e interés de nuestra parte hacia sus asuntos, entonces ellos abrirán el canal correcto de comunicación, y más aún, si nuestros hijos entienden y son capaces de ver con claridad la congruencia de nuestra vida, ellos tendrán las herramientas y motivos suficientes para respetarnos y seguirnos.

No esperemos que alguien más ocupe nuestro lugar, dejemos ver a nuestros hijos que el asunto más importante para nosotros, es verlos en un camino de rectitud y bien constante.

No hagas que tus hijos carguen con tus problemas, o tus culpas, vuélvete a ellos con todo tu corazón y entrégales sin medida lo mejor de ti, entonces se abrirá el canal correcto para comunicarte con ellos.

¿Qué es lo que deseo que mi hijo perciba de mí?

Necesito que sepa cuanto lo amo, lo importante que es para mí, necesito que sienta todo el amor que he guardado para su vida, que conozca quien soy y cómo soy, que entienda mis aciertos y fracasos, que perciba cuanto me importa y que camine entonces, por la senda correcta toda su vida.

No olvidemos nunca que en la relación padres e hijos, la comunicación será mejor si nosotros como padres, entablamos el inicio de esta.

Sí, buscar la correcta comunicación en todos los casos recae en nosotros como padres, nuestros hijos recibirán un mensaje muy positivo de amor e interés hacia sus vidas y sus asuntos.

 

Muchas gracias.