Conformismo dañino

Views: 1117

Es increíble que en un mundo en el que estamos buscando romper paradigmas permanentemente, en el que se debe buscar incrementar nuestros saberes y habilidades, en el que se requiere de una actitud proactiva y permanente, existan personas satisfechas con lo que han alcanzado y entren en la alcoba del conformismo, entendido como la falta de ambición y la renuncia a seguir aspirando a más. 

Se trata de un síndrome que se caracteriza por la apatía, la desilusión, el embotamiento y la anticipación negativa de lo que en un futuro podría suceder; el conformista, cuando llega a una posición que le resulta amoldable, prefiere estancarse ahí y opta por no hacer nada más por mantener una carrera ascendente; simplemente vegeta y vive simulando para legitimar su letargo.

El conformista pretende justificar su inacción e indolencia con frases perfectamente acuñadas en el imaginario colectivo: para que le muevo si estoy bien o el tan aclamado me vale.

Son capaces de renunciar a sus aspiraciones por mantener un salario y cuando la fortuna les sonrió un poco y lograron una posición medianamente jerárquica, la defienden a cualquier precio porque deciden que llegaron para quedarse y harán lo mínimo necesario para sostenerse.

El mevalista no destaca por ninguna cualidad, por el contrario, no dará la cara y se escudará en todo y todos antes que enfrentar los retos del contexto particular, y si para mantenerse tiene que mentir, lo hará sin recato alguno, abusando de la buena fe de sus interlocutores. Adicionalmente, aprovechará la primera oportunidad para tirarle con todo a quien considere peligroso para mantener sus privilegios.

No puede concebir la vida como oportunidad, sino como repetición, monotonía y rutina; viven en piloto automático y están convencidos de que la vida puede fluir sin presiones.

Los puntos medios son los más cómodos y también los más peligrosos, resultan tan atractivos para algunos que llegan a absorber toda una vida, pues se acepta como éxito haber llegado a la meta recorriendo sólo una parte del camino. 

Las personas se convencen de que es mejor hacer poquito antes que no hacer nada, incluso aquellas personas que, con una formación profesional, optan por no ejercer cabalmente aquello que seleccionaron porque en el trayecto encontraron una chamba que les da lo indispensable y prefieren esa comodidad antes que probarse a sí mismos como entes exitosos en su formación disciplinar, particularmente en muchos espacios educativos ésta es una constante.

Si los argumentos anteriores no fuesen lo suficientemente preocupantes, a la ecuación debemos agregar el grado de arrogancia que muchos conformistas expelen, al grado de utilizar expresiones típicas del prepotente, no se te olvide que el jefe soy yo, quien tiene que recurrir a eso por sistema, lo único que muestra es su pequeñez, porque en el fondo se sabe incompleto, incapaz y mediocre.

El conformismo es una trampa de pobreza, nos limita, evita que nos motivemos y genera una estela de adocenamiento que encierra, limita y aniquila, tal y como lo expresaba John F. Kennedy: La conformidad es el carcelero de la libertad y enemigo del crecimiento.

¿No valdría la pena moverse?

horroreseducativos@hotmail.com