Mundo aporófobo

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En 2017 se incluyó en el diccionario de la Real Academia Española el término aporofobia; de manera simple, es el miedo a los pobres, en un análisis más complejo, es resultado de un esquema social que responde a intereses de todo tipo, menos aquellos que dan sentido a la dignidad humana.

 

La realidad de nuestro mundo es que somos sociedades selectivas, en tanto buscamos juntarnos con aquellos que son como nosotros, que tienen nuestros gustos, y hacemos grupos de interacción relativamente homogéneos.  Todo aquello que consideramos diferente no tiene cabida y suele ser excluido.

 

Un segundo elemento a considerar es que el ser humano es un animal reciprocador, es decir, estamos dispuestos a dar con tal de recibir; generamos contratos para prácticamente todo lo que hacemos. Tengo la voluntad de trabajar siempre que reciba un salario; me esmero en mis tareas cotidianas para ganar algo de reconocimiento; estamos en la sociedad del pacto, del intercambio.

 

En un esquema de esa naturaleza, quienes tienen muy poco o nada que dar son los pobres, luego entonces, no encajan en nuestros grupos y se van quedando rezagados en la lucha por ganar un espacio en las diversas células y organismos sociales.

 

Por alguna extraña razón, eso genera miedo en los seres humanos, de hecho, quienes conformamos la casi extinta clase media, hacemos un esfuerzo sobrehumano para mantener un nivel de vida consistente, porque no queremos caer en la pobreza.  Nos negamos, ya no digamos a ser pobres, sino peor aún, parecer pobres.

 

Esa forma de pensar es la que hace que muchas personas se empeñen en tener un teléfono de tal o cual marca, en consumir un café en espacios con un sobre precio evidente, o adquirir un vehículo que sobrepasa sus capacidades financieras.  El punto es verse como alguien pudiente, lo que sea menos parecer pobre, so pena del juicio social.

 

La palabra proviene de áporos (pobre en griego) y phobos (temor o rechazo)¸ y tiene una connotación universal, pues frente al que suponemos no tiene nada valioso o interesante que ofrecernos a cambio, nos ponemos en guardia al punto de rechazarle y hacerle de lado.

 

Quienes tienen esta fobia, son mucho peor que los racistas, porque es sabido que el poder económico logra hacer las diferencias por el color de piel se disimulen un poco, poderoso caballero es don dinero, mientras que al pobre se le excluye de manera mucho más generalizada.

 

Es triste darse cuenta de que una persona puede ser etiquetada por lo que tiene y no por lo que es; desafortunadamente, esos pensamientos son reflejo de una sociedad hipócrita y poco comprometida, y aquí nadie se escapa, ni los del llamado primer mundo ni los que estamos en vías de desarrollo.   La inconsistencia humana no entiende de nacionalidades, simplemente somos así.

 

Asuntos de esta naturaleza, sólo se pueden acabar si educamos adecuadamente y si las instituciones hacen su trabajo de manera más responsable; el problema ahí está y citando a los clásicos, nadie hace nada.

 

¿Alguna sociedad no es aporófaba?,  si la encuentra, por favor, compártalo.

 

 

horroreseducativos@hotmail.com