Aunque estudies: no hay chamba
-Aquí está mi título, ¿Qué más?
-Ya le dije que si hay algo lo llamamos.
Y a Valdemar, al ir saliendo de las oficinas, se le anegaron los ojos de lágrimas.
Se buscó en el bolsillo el boleto del metro y caminó.
¿Pasaron por su mente los días de desveladas para pasar esos difíciles exámenes? Y antes, desde que dio aquel brinco de triunfó cuando vio su nombre en el periódico. A ver mmmh… ¡aquí está el 16084!, ¡yo! Y Valdemar, uno entre 27, entró a la facultad de Contaduría y Administración.
Y luego, ya vinieron las clases y los exámenes: libros, maestros, ayunos. Y así, verdaderamente se fue dando cuenta del mugre país en el que vivía. ¿Contar dinero, de quién? De quien no lo tiene, ni modo que cuentes el capital de un campesino mazahua.
Y los números que engañan, SANTANDER tu banco que te protege ¡pamplinas! El banco le presta a quien tiene… solamente al que tiene; nada tienes, nada vales; pero bueno, al ir ascendiendo la escalera de los grados en la facultad nunca pensó que a él, le ocurriría, aunque lo había vislumbrado en la clase del contador Gómez, el único derecho:
Muchachos, lo más seguro es que al salir no encuentren trabajo. Valdemar tampoco leyó los datos del INEGI, si no, a la mejor un buen día sale de la facultad. No leyó y por los exámenes y hacer la tesis, no lo calibró en su exacta dimensión. Gracias a las políticas de nuestros acreedores (BM, FMI, etc) en México habrá chamba y no mucha, por cierto, para los obreros y si son obreros calificados, mejor, pero para los humanistas, nanay. Para Sembrando vida si habrá. Para actor, sociólogo o artista… no.
Valdemar con el boleto del metro en la mano se introdujo a la estación Balderas. Se unió a la colmena humana y abordó al gusano rodante. No ve, no puede ver a nadie, su mente sólo está posada en un punto fijo: ¿por qué un egresado de la UNAM y con promedio de 9.2 no tiene trabajo? Y es más, hablando en plata, no lo ha tenido desde que egresó hace dos años, porque las chambitas que hizo en una mueblería no son trabajos propiamente dichos.
¿Por qué? y Valdemar, pensando y pensando, pasaba por la estación Pino Suarez para ir a ver por enésima ocasión un presunto trabajo, que se quedará siempre en presunto más que en trabajo.