CHARLAS DE SOBREMESA LAS REDES SOCIALES Y LAS ELECCIONES
Parafraseando al fundador de Microsoft Bill Gates que dijo: “Habrá dos tipos de negocios en el siglo XXI: aquellos que estén en Internet y aquellos que ya no existan”; Habrá dos tipos de políticos en el siglo XXI: aquellos que estén en Internet y aquellos que ya no existan.
El Estado de México vivirá en menos de un año, el proceso electoral más importante de su historia y uno de los más trascendentales para todo el país. Los partidos contendientes velan armas para disputarse el triunfo que los lleve a ejercer el poder político en la entidad más importante y más poblada de nuestro México; por ello, no podemos, ni debemos mantenernos ajenos a él, por más apolíticos y apartidistas que podamos ser.
Las instituciones democráticas en nuestra entidad, no se han construido de la noche a la mañana, ni mucho menos, despegando los pies de la tierra importando modelos obsoletos que están probados en otros países, que sólo le han quitado el derecho a la felicidad a la gente y lo más importante, su libertad. Hoy se juega la permanencia de un estado de libre y democrático, contra uno autocrático y locuaz.
El reto es mayúsculo, les platico: El Estado de México logró en 50 años, hacer lo que la vieja Tenochtitlán, hoy Ciudad de México hiciera en 500 años, o sea en 10 veces más de tiempo que sus connacionales mexiquenses y para la mitad de la población; esto es, crear y dotar la infraestructura fisica y los servicios públicos necesarios para poco más de 16 millones de habitantes, el doble de quienes habitan en la capital del país.
Resulta preocupante la llegada de un nuevo y poderoso actor a la arena política: las redes sociales y su ejército de influencers, bots, payasos, artistas y demás personajes del folklore mexicano hoy confundidos entre la liturgia y la parafernalia política.
Quienes formamos parte de las Generaciones Baby Boomers: personas nacidas entre 1946 y 1965, y la X: personas nacidas entre 1966-1981 todavía disfrutamos de las charlas de sobremesa en donde se discutían en torno a la mesa familiar, diversos tópicos, desde los deportes, la religión, lo cotidiano, hasta la política.
En nuestro Toluca de los setentas, se comía entre dos y tres de la tarde y se merendaba entre ocho y nueve de la noche, y por supuesto, con las imprescindibles sobremesas rodeados de familiares y amistades.
Para quienes integran las Generaciones X; la Millennials: personas nacidas entre 1981-1996 y la Z, personas nacidas entre 1997-2012, la comunicación dio un giro de 180 grados, adiós a las charlas de sobremesa. Además, la Generación Z ha vivido dos décadas consecutivas inmersa en sendas crisis a cada cual peor: la Gran recesión de 2008 y la Coronacrisis del 2020.
Con el nuevo siglo, empezó el reinado de su majestad, las redes sociales, cuando hicieron su aparición en nuestra comunidad, creciendo exponencialmente.
Millones de usuarios acceden a ellas cada día, en una clasificación de las redes sociales con más usuarios del mundo liderada por Facebook, con un 6,2% de usuarios más que el año anterior. Por su parte, YouTube permanece en segundo lugar.
WhatsApp, la gran plataforma de mensajería instantánea de Meta se coloca en el tercer puesto entre las redes sociales con más usuarios del mundo, mientras que la otra plataforma de mensajería de Meta, Instagram, se encuentra en la cuarta posición y Messenger, cierra la terna de plataformas de Meta que protagonizan dentro de las 10 con más usuarios del mundo.
El Tsunami derivado de las redes sociales, arrastra de manera implacable, las conversaciones en persona, cara a cara, la puntilla, la vino a dar la pandemia de Covid-19.
Nos enviamos mensajes de texto, escribimos publicaciones y chateamos. Pareciera que empecemos a preferir el mundo de nuestras pantallas. Entre la familia y entre los amigos, entre nuestros colegas y nuestros compañeros de escuela o de trabajo, recurrimos a nuestros teléfonos en lugar de hacerlo los unos a los otros. Admitimos que nos gusta más enviar un mensaje o un correo electrónico que embarcarnos en una reunión cara a cara o incluso hacer una mera llamada telefónica.
Esta nueva vida indirecta nos ha acarreado problemas. La conversación cara a cara es el acto más humano, y más humanizador, que podemos realizar. Cuando estamos plenamente presentes ante otro, aprendemos a escuchar. Es así como desarrollamos la capacidad de sentir empatía. Este es el modo de experimentar el gozo de ser escuchados, de ser comprendidos. Además, la conversación impulsa la introspección, esa conversación con nosotros mismos que constituye la piedra angular de nuestro desarrollo temprano y que continúa durante toda nuestra vida.
Nos fugamos, huimos de la conversación, al menos de las conversaciones espontáneas y sin un objetivo establecido, aquellas en las que jugamos con las ideas, en las que nos permitimos estar plenamente presentes y ser vulnerables. Estar en el aquí y en el ahora. Sin embargo, estas son precisamente las conversaciones en las que florecen la empatía y la intimidad y en las que la acción social gana fuerza. Estas son precisamente las conversaciones en las que se impulsa esa colaboración creativa que es imprescindible tanto en la educación como en la política y en los negocios. Pero estas conversaciones requieren tiempo y espacio, y hemos decidido que estamos demasiado ocupados.
Distraídos durante la comida y en nuestra sala de estar, en nuestras reuniones de trabajo y en nuestras calles, descubrimos que hemos entrado a los terrenos de lo que se conoce como una nueva “primavera silenciosa” cuyo significado es que el cambio tecnológico implica también un peligro para el medio ambiente y un ataque contra la empatía. Hemos aprendido que incluso un smartphone en silencio inhibe la posibilidad de que se inicien conversaciones sobre temas que importan. La mera presencia de un smartphone a la vista nos hace sentir menos conectados con los demás, menos implicados en las vidas de los otros.
Para recuperar las charlas de sobremesa, las conversaciones de cara a cara, la empatía, los momentos reflexivos y un genuino y profundo análisis de los asuntos importantes para una sociedad, dejando a un lado las fake news, los discursos insulsos y plagados de mentiras, tenemos que volver a lo básico; las reuniones con los nuestros, en ambientes relajados y amigables, para no ser presas del fanatismo atroz y de la dictadura de los algoritmos.
Son tiempos de incertidumbre y de promoción de la polarización. Reavivar la llama del fuego en torno a las conversaciones de sobremesa, a las carnes asadas con los amigos, a los cafés presenciales no virtuales vía zoom, estaremos mejor informados, más felices y sobre todo, blindados ante el cancer del populismo destructor.